El secreto del Alfa

Capítulo II: Sueños

Capítulo II

–Cariño no vayas a entrar al despacho–Le dijo Louisa a su hija cuando diviso a la niña de cinco años tratando de alcanzar la manija– el Alpha podría estar ocupado o hablando con alguien.

Gatito nunca se enoja cuando entro– dijo la niña pelirroja haciendo uno de sus típicos pucheros– lo extraño.

–No le digas gatito, se molestara.

Gatito no se enoja. – en ese momento paso Cath por el pasillo y Aurora aprovecho la distracción para ponerse de puntas y jalar la manija para entrar al despacho.

Adentro estaba Richard sentado en su clásica silla de cuero, el hombre leía un manojo de papeles y tenía el ceño fruncido, Aurora ya se había arrepentido de haber entrado por lo que su solución fue gatear hacia el ventanal del despacho y tratar de que no la viera.

– ¿Sucede algo, pequeño demonio?– dijo Richard con dulzura pero sin levantar la mirada de los papeles.

–No me digas demonio– dice Aurora levantándose para ir corriendo al escritorio y subirse en las piernas del Alpha. – ¿Qué haces gatito?

–no me digas gatito, demonio.

– ¿Quieres jugar conmigo en el jardín?– pregunto con esos grandes ojos azules tratando de parecer inocente– mi hermano Henry está jugando con Milo y no me hacen caso.

–tengo cosas que hacer, demonio–  Richard le dirige una mirada tierna a su pequeña Luna. – y tú tienes clases con tu institutriz.

Gatito– dijo Aurora junto con un puchero– no me gusta esa señora amargada, quiero jugar.

–Una Luna nunca hace berrinches– Richard trata de sonar rudo pero con solo ver esos grandes ojos azules tanto su carácter como su seguridad se iban por un tubo.

–Pero…– Aurora trata de hacer otro berrinche cuando Richard la interrumpe.

–Cuando acabes con tus clases prometo que jugaremos.

– ¿me estas chantajeando? – Dijo la niña incrédula– eso es caer muy bajo lobito.

–estamos negociando. – Richard le ofrece una sonrisa al mismo tiempo en que la baja de su regazo–ahora vete, niña.

–prefiero demonio.

 

–Mamá–menciona Aurora mientras Louisa le peina el cabello antes de dormir– ¿por qué tengo que saber tocar el piano y el orden de los tenedores? ¿Eso de que me sirve?

–Oh cariño, porque cuando seas mayor serás la Luna de esta manada y se espera que seas una dama ejemplar.

–pero yo quiero jugar con mi hermano Henry y con Milo.

–lo sé pero ellos no estarán al lado del Alpha como tú.

Lobito me cae bien pero ¿no crees que es muy viejo para mí?

–Cuando cumplas la mayoría de edad no se notara la diferencia.

–pero…

–A dormir, señorita que mañana tienes clases. –Aurora se levanta y se va a su cama mientras que Louisa le apaga la luz.

 

Pasaba de media noche, el castillo estaba oscuro y sin señales de vida, claro sin contar a la niña pelirroja corriendo despavorida hacia una habitación en particular, nadie se atrevía a abrir aquella puerta de madera que quedaba al final del pasillo del ala norte, pero siempre hay excepciones.

La niña sabía que lo más probable es que el Alpha estuviera dormido, tal vez no era buena idea molestarlo, sobre todo cuando ella misma sabía que era una persona muy desconfiada pero ella tenía sus privilegios ¿no?

Aurora se pone de puntillas y con dificultad logra abrir la puerta, lo único que iluminaba la habitación era la luz de la luna, la niña se detiene a ver al que todos llaman “su pareja”, se escabulle entre las cobijas y termina abrazándose a la espalda de Richard.

– ¿Aurora? – pregunta adormilado, se da la vuelta para observar bien a la niña. – ¿Qué haces aquí?

–tengo miedo lobito. – responde Aurora acurrucándose en su pecho. – tuve un sueño extraño.

– ¿Qué soñaste, pequeña?

–Estábamos tú y yo caminando por el bosque– comienza a explicar sintiéndose nerviosa–estaba oscuro, y t-tú me dejabas sola en medio del bosque.

La niña suelta un sollozo y rompe a llorar mientras que a Richard se le forma un nudo en la garganta al verla tan afectada. Richard se incorpora y posiciona a Aurora para verla de frente.

–Escúchame bien Aurora– Richard la ve intensamente y sonríe levemente –nunca te voy a dejar sola, nunca.

– ¿lo prometes?

–lo prometo.

Richard se vuelve a recostar junto con la niña y ambos entran al mundo de los sueños, sin saber que pronto sus vidas tomarían caminos distintos.




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