Capítulo X
Henry, Milo y Jeremy se miraban sin saber qué hacer, la Luna de su manada se encontraba inconsciente y desnuda en el piso, desde que la chica se desmayó se miraban sin saber qué hacer pero algo tenían claro: Richard los mataría cuando llegaran al castillo.
–Muy bien– el primero que hablo fue Henry intentando mantener la calma mientras se vestía. – Yo me ocupo de mi hermana, ustedes ocúpense del bastardo, nos vemos afuera.
El pelinegro y el rubio no discutieron, ambos agarraron al hombre y salieron de la sala privada rogando a la Luna de que nadie los viera, era lo último que necesitaban, en tanto Henry tomo una manta y envolvió a su querida hermana, veía su rostro golpeado y se sentía tan impotente por no haberla encontrado antes y por haberse distraído.
Cargo a la pelirroja y salió por la parte de atrás del antro, se dirigió al estacionamiento y la gente que lo veía estaba muy borracha por lo que no se preocupó, lo más probable es que esas personas no recordaran nada al día siguiente.
– ¿Quién será el macho que le explique a Richard lo que paso? – pregunto Milo cuando llegaron a la camioneta.
–Creo que tú, querido amigo– Henry respondió con una sonrisa burlona y le dio una palmada en el hombro, seguido de eso subió de copiloto.
– ¿Por qué yo? Bola de nenitas– reprocho Milo acomodando a la pelirroja sobre su regazo y que los dos entraran bien atrás– ¿Por qué no Jeremy? A fin de cuentas es el beta.
–A mí no me metas–Jeremy contesto seco y enojado consigo mismo por haberle hecho caso a ese par de irresponsables. – Yo no quería que vinieran y ustedes decidieron meterse a ese lugar.
–si pero tu trajiste a mi cuñis a este lugar.
–Mejor cállate Milo o te saco de la camioneta.
Después de eso se sumergieron en un silencio incomodo, Jeremy detuvo la camioneta, vio su reloj y vio que aún faltaban siete minutos para que el portal se abriera, dio un suspiro cansado y vio por el retrovisor a su amiga, se sentía muy culpable, sabía que tenía que ir solo pero esos ojitos lo convencieron y ahora estaba inconsciente, con algunos moretones, desnuda… un total desastre.
Aunque por otro lado ella accedió, así que no tenía que sentirse al 100% culpable pero siempre fue muy protector con ella y es la segunda vez en esa semana que le ocurre algo y en esta ocasión no pudo hacer nada por ella.
–Este es el plan– hablo Henry mirando hacia el bosque– Debemos mandarle un mensaje a Sara para que nos espere en la puerta que da al servicio y nos espere con ropa, espero que Aurora este despierta para ese momento y después entramos por la puerta principal y listo.
–Hay fallas en tu plan– respondió Milo para después soltar una risa– Mi hermana se duerme muy temprano ya deberías saberlo, y aunque despertara ¿Qué le diremos de los golpes? Además tenemos otro problema: La fiesta de Luna Nueva ya termino desde las 12:00.
–Sara puede maquillarla.
–O sea que tu solución es Sara– interfirió Jeremy– ¿Cómo la llamaremos?
–Mentalmente– Henry sonrió con confianza y valentía.
–Richard podría escuchar y se acabó el juego– respondió Jeremy– ¿alguna otra idea?
Los tres se quedan callados y fue en ese momento en que el portal se abrió, Jeremy prendió la camioneta y finalmente cruzaron. El rubio busco un sitio cercano al castillo pero tratando de que nadie los viera.
–Milo ve por Sara– ordeno Jeremy con seriedad, Milo hace una mueca por tener que irse caminando al castillo–Eres el conoce mejor el castillo, es más difícil que te vean entrar y salir.
–Está bien, jefe.
Richard caminaba de un lado a otro dentro de su habitación, él sabía que ya había terminado la fiesta, fue un gran error dejar ir a su Luna con ese par de irresponsables pero creía que su Luna merecía un día de diversión y reconocía que le gustaba que pasara tiempo de calidad con su hermano pero no de esa forma.
Resignado, Richard se dejó caer en la cama, ojala no les hubiera pasado algo, pensó preocupado, si en diez minutos no llegaban reuniría a sus guerreros e iría buscarlos, no encontraba otra solución, esa era la idea hasta que sintió un olor, un olor femenino y delicado, llegaba a ser dulce pero sorprendentemente no le molestaba y su único pensamiento era:
Mate
Mate.
Mate.
Era la primera vez que percibía de esa forma tan intensa el aroma de Aurora, era tan fascinante, que lo único que quería era ir tras ella y no dejarla salir de su habitación hasta el día siguiente.
Finalmente, Richard dejo sus pensamientos y salió al pasillo, encontrándose sin más ni menos que con su rebelde hermano que sacaba a hurtadillas a su gemela.
–Buenas noches– dijo Richard con burla al ver como asustaba a sus hermanos– ¿Dónde está mi Luna?
–Eteeee.
Al Milo no le quedo de otra más que llevarlo con él.