Capítulo XI
Había pasado un mes, un mes de lo más tedioso. Sara me daba clases de historia sobre Cuxem, sobre el consejo y las demás cortes que hay, habían contratado a alguien para que me diera clases de piano, otra para clases sobre los derechos de los hombres lobo, de los hechiceros y de los vampiros… me tenían harta.
Richard se había ido hace tres semanas a Davos a entrenar a los novatos, de Jeremy no había sabido nada hasta el momento y al par de revoltosos solo los veía una vez por semana al igual que a la ardilla insoportable.
–Aurora– me llamo Sara pero no le hice caso– ¡Aurora!
– ¡Galletitas de jengibre! – grite a lo puro tonto– ¿Qué decías?
–Esto es importante Aurora– me respondió enojada.
–Sara ¿tú sabes quién es Vladimir Enys?
– ¿Dónde escuchaste ese nombre? – pregunto asustada. – no lo debes de pronunciar y menos enfrente de mis padres.
–Pero ¿Quién es? ¿Qué hizo?
–Fue un vampiro– dijo finalmente– Dicen que fue el vampiro más bárbaro, cruel y no tenía piedad de nadie.
– ¿fue?
–Su hermano es el actual rey de los vampiros, supongo que lo mato– respondió con simpleza– Normalmente no nos metemos en los problemas de las demás especies ¿Dónde escuchaste ese nombre? No recuerdo hablarte de él.
–supongo que lo escuche en alguna parte.
Y no es del todo mentira, desde que desperté traía ese nombre en mi cabeza dándome vueltas pero no sabía de donde salió ¿acaso será el nombre del personaje de mis sueños? Sara no fue de mucha ayuda, tendré que buscar en algún otro lado.
¿Será prudente preguntar a mis padres?
Pues no fue tan mala idea, después de mis clases fui con mis padres, Fred ayudaba en algunos asuntos a Richard y normalmente estaba en su despacho (uno propio y lejos de cualquier ruido) y mi madre a veces estaba en la cocina o en el invernadero. Por suerte ese día estaban ambos en el despacho de mi padre, que quedaba del otro extremo del castillo.
– ¿mama, papa? – Pregunte entrando, si había sido algo difícil empezar a dirigirme así pero uno se acostumbra– ¿puedo hacerles una pregunta? Bueno otra, espero que esa no cuente pero…
– ¿Qué sucede, pequeña? – me interrumpió mi padre antes de alargar mi comentario.
Me adentre al despacho y me senté frente a una de las sillas que estaban frente al escritorio de mi padre, a mi lado estaba mi mamá.
– ¿Quién es Vladimir Enys? –pregunte sin miedo, mis padres se lanzan una mirada algo extraña y sé que tienen una respuesta. – Lo único que me han dicho es que es un vampiro y es hermano del actual rey de los vampiros pero quiero saber más.
–La curiosidad mato al gato– respondió mi madre viéndome fijamente a los ojos.
–Pero murió sabiendo– respondí con una sonrisa–prometo que de aquí no sale nada.
–tal vez no sea el momento más adecuado para contarte sobre Vlad. – dijo mi padre después un momento– Y tampoco es el lugar.
– ¿Qué tanto misterio puede haber tras un simple nombre? – Dije usando mi voz de capricho.
–Más de lo que crees, Aurora– respondió Fred viéndome intensamente con esos ojos tan similares a los míos– Aquí hasta las paredes escuchan y nos meteríamos en un problema si tu mate y su familia se enteran de lo que sabemos de ese vampiro.
– ¿lo has visto en sueños, verdad? – Me pregunto Louisa mientras sonreía– nos lo advirtió Rowina.
–No estoy entendiendo nada. – dije con honestidad.
–Mañana iremos al pueblo– hablo mi padre– y te contaremos todo lo que sabemos.
–pero Richard no me deja salir.
–Pero yo soy tu padre– dijo con una sonrisa burlona–así que te levanto el castigo.
Me encontraba en una sala, solo había un sillón y estaba roto y sucio, en realidad toda la habitación estaba en ruinas, en su momento debió ser un lugar hermoso y elegante.
–no debes hacer preguntas que no te corresponden, pajarito. –Me asusto al escuchar la voz profunda del que supongo es Vlad, volteo y ahí está muy campante.
–otra vez tú. – respondí con aburrimiento.
–es la única forma en la que puedo hablar contigo. – se acerca al ventanal y yo me acerco, en su mirada hay cierta tristeza… tal vez él vivió aquí.
– ¿Cuándo vas a acceder a responder mis dudas?
–Parece que ya te has encargado de eso. – me respondió un poco enojado.
–si tú no me dices nada…tengo que buscar por otros medios.
–preguntarle a tu padre no saciara tu curiosidad, pajarito. Siempre has sido muy curiosa.
–parece que todo el mundo me conoce mejor que yo misma.