El secreto del Alfa

Capítulo XVI: El inicio de la aventura

Era temprano por la mañana, me encontraba escribiendo en mi diario cuando el Sol comenzó a ascender el cielo, me encontraba temblorosa y me dolía horrores la cabeza; después de esos sueños desperté abruptamente y no pude conciliar el sueño y la verdad ni iba a soñar con lo mismo prefería estar despierta.

 Cuando termino de escribir mis sueños, me recuesto en la cama junto con mi mate, se encontraba tan tranquilo durmiendo, aunque roncaba un poco, es que la gente no puede ser perfecta pero no roncaba muy alto y que bueno porque no me dejaría dormir.

– ¿Cuánto llevas despierta? – me sobresalte al escuchar su voz ronca y varonil.

–No mucho– mentí para no preocuparlo, me abrace más a él y aspire su aroma.

–te noto tensa ¿Qué sucede? – me aprieta contra su pecho para después besar mi coronilla.

El solo hecho de recordar la forma en sus ojos me miraron durante ese sueño, su enojo, su decepción, me hacen tener miedo de perderlo, de decepcionarlo. Nunca he sido la persona más cariñosa además de que nunca había sentido lo mismo por alguien más, me sentía muy feliz y no quería arruinarlo, pero mis tontas inseguridades salen a la luz y no me gusta nada.

–te quiero, Richard– dije sin pensar viéndolo directamente a sus ojos– Y no quiero perderte.

–Yo también te quiero, mi pequeña Luna– dijo con una sonrisa tierna–Esos grades ojos azules me conquistaron desde el primer momento.

–Lo sé, soy hermosa.

–y muy modesta.

Estuvimos acostados hasta que en algún punto volví a dormirme, esta vez sin sueños, aunque fue inevitable no despertarme cuando Richard se levantó de la cama.

–Es hora del desayuno– dijo vistiéndose.

–No tengo hambre– dije volteándome para que no me diera el sol en los ojos, mi cabeza punzaba y me encontraba tensa sin saber porque.

– ¿te sientes bien? – sonreí un poco al escuchar su preocupación. –Aurora si algo está mal llamare inmediatamente al doctor.

–solo es un dolor de cabeza, adelántate ahorita bajo.

Richard se fue poco convencido, decidí levantarme a cerrar las cortinas y después fui por la mochila, la cual estaba en mi armario, de ahí saque el relicario me lo puse, me vestí con una falda rosa pastel y una blusa básica blanca, de zapatos unos tacones pequeños y baje para evitar que a mi mate le diera un ataque de preocupación.

El desayuno fue la cosa más tormentosa, las risas de mi hermano y Milo retumbaban en mis oídos, entre más ruido más me tensaba y dolía mucho, me di prisa en comer todo mi almuerzo.

– ¿te encuentras bien, Aurora? – me pregunto Catherine, supongo que vio mi cara de mala leche.

–Es solo un dolor de cabeza. – dije estrujando mis dedos.

– ¿dolor de cabeza? – Pregunto alarmada Louisa– Eso no es normal.

–tal vez no dormí bien. – trate de calmar las aguas, pero mis padres se notaban muy alarmados– no es nada.

–Llamaremos a Rowina, inmediatamente– dijo Fred levantándose.

Sin más que decir Fred se levantó y salió despavorido para llamar a la bruja y poco después mi mate fue tras él. No era nada a todo el mundo le duele algo, es la vejez.

Por mi parte me acabo mi café y después salgo para encontrarme a Liam que venía apresurado como si huyera de algo, pero yo solo pensaba en que ese era mi momento.

–Liam ¿podría hablar contigo un segundo? – pedí amable ignorando por un momento mi dolor y pensando en lo que tengo que hacer, me quite el relicario y se lo mostré– ¿reconoces esto?

Pensé que se mostraría molesto o que simplemente se burlaría de mi pero lo que hizo fue mirar de un lado a otro y después me llevo arrastras a una habitación cercana.

–Nunca vuelvas a sacar eso aquí, niña tonta– dijo con voz molesta– nos puedes meter en un buen lio.

– ¿me vas a decir lo que sabes? –volví a colgarme el relicario y lo escondí tras mi blusa.

–El único que sabe todo es Erick– me respondió con una sonrisa amarga– Prepara tus cosas, esta tarde iremos a su castillo.

– ¿Cómo es que sabes que tengo que ir al castillo?

–No eres la única que se puede comunicar con Erick, aunque claro contigo es mucho más fácil. – Dijo con una sonrisa de superioridad– Le diremos a Richard que iras al consejo, por mientras ve con Rowina parece que ya llego

–no es nada.

–No es normal que tengas esos dolores– dijo mirándome de arriba abajo– En ti es algo malo.

 

Llego al despacho de Richard, que es donde siempre recibe a Rowina. Ahí están los de siempre, los padres de Richard y los mios, claro mi mate estaba presente y la mujer elegante también.

En cuanto Rowina me ve se acerca como la primera vez pero pasa por mi cuerpo una piedra negra, yo la veo con algo de incredulidad.

A mí no me engaña me está haciendo un amarre.

Esto es serio, Auroraescucho la voz varonil de mi macho alfa dentro de mi cabeza y doy un brinco.




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