El secreto del Alfa

Capítulo XXI: Sorpresas

La actitud de Richard había cambiado desde hace dos días, se la pasaba todo el día en su despacho o se iba a correr al bosque, obviamente sin mí y por las noches solo hablaba lo necesario para después darme la espalda. Sospechaba que en cualquier momento explotaría la bomba y puedo decir que no estaba preparada para lo que se avecinaba.

Tal vez las últimas decisiones que había tomado no habían sido las mejores y los conflictos que había tenido con anterioridad no se podían comparar con lo que sucedería a continuación.

Me encontraba en el saloncito verde junto con Sara y mi hermano, el ambiente era muy ameno hasta que Jeremy entro al saloncito sin avisar, venía con dos guardias y los tres licántropos parecían avergonzados, aunque en el semblante de Jeremy había nerviosismo y preocupación.

Nos vimos fijamente, pudieron ser segundos, minutos e incluso horas, hasta que mi amigo por fin hablo:

–Por órdenes del Alfa Ross, vengo por usted Luna de Cuxem para arrestarla hasta que se lleve a cabo su juicio en el salón del trono.

– ¡Jeremy!– exclamo Sara con miedo a la vez que ambas nos levantamos del sillón, mi hermano se mostraba pasivo pero sé que estaba tratando de controlarse. – ¿Qué está pasando?

–Son órdenes del Alfa, Sara– dijo Jeremy bajando la mirada, camino hasta a mí y me coloco unas esposas que por suerte no eran de plata pero si de un material resistente.

– ¿Por qué se le acusa?– dijo finalmente Henry con enojo.

–Perjurio hacia el Alfa y hacia la manada. – dijo Jeremy.

Estaba perdida y nerviosa.

– ¿En qué te metiste Aurora?–me pregunto Jeremy mientras caminábamos en dirección a las mazmorras del castillo. –No va a ser fácil sacarte de esto.

–No puedo decirte mucho, es mejor ahorrarte problemas– comente en un susurro, mientras caminábamos las personas del servicio me veían con lastima, sabía que me había ganado su cariño. – ¿Cuál puede ser el peor veredicto?

–Un alfa no puede matar a su Luna, por lo que cuando las Lunas cometen una falta las exhiben ante la manada y les dan latigazos–di un respingo por lo que me pueden hacer, Jeremy lanza un suspiro y continua– El Alfa se lava las manos por lo que su beta es el que da el castigo, esperemos que Richard tenga clemencia.

–Se debe sentir traicionado– respondí, a pesar de todo yo sabía en lo que me metía, solo que no esperaba que me descubrieran tan pronto– en el mejor de los casos solo me deja encerrada.

–te veo muy pacifica– dijo Jeremy abriendo la mazmorra, pasamos y el rubio me encierra en uno de los calabozos del fondo, supongo que es el más húmedo y oscuro.

–Tal vez sea porque me lo merezco, no he dejado de mentir– dije con tristeza al perder el valor más importante para mí: la honestidad.

–Hablare con Richard, espero que el juicio sea pronto.

Y sin más mi mejor amigo se va dejándome en la oscuridad.

-no te preocupes, yo me encargo de tu mate, pajarito. –escucho la voz de Erick a través de mi mente.

–No quiero que te metas en esto– respondí lacónica.

–es lo menos que puedo hacer por ti.

–lo vas a empeorar todo.

–Yo te metí en esto. – escucho la culpabilidad de su voz.

–pero yo lo acepte, no compliques más las cosas.

Corte la comunicación y me acosté en el catre que había en la celda, y solo podía recordar los buenos momentos con Richard, después del juicio todo cambiaria.

 

–Hizo lo correcto, majestad– decía Hanna tras Richard dándole un masaje en los hombros– Esa mujer no es digna de ser Luna de Cuxem.

–Señorita Taylor– hablo Richard alejándose de la mujer y viéndola a la cara– no se en que momento comenzamos a tener esta confianza pero Aurora sigue siendo mi Luna y le pido el mayor respeto posible y hasta que no se haga el juicio y se aclaren las cosas no tomare ninguna decisión.

–Solo quiero aligerar la carga– dijo la rubia dándole la espalda, Hanna volteo disimuladamente y vio que el Alfa estaba distraído por lo que saco una botellita con un liquito verde– se nota muy tenso, le serviré una copa de vino.

–No es necesario– dijo Richard viendo a la nada y pensando en cierta pelirroja– déjame solo.

–pero no le vendría mal…

– ¡Dije que te vayas!– grito Richard harto de la rubia– Tu estancia aquí ha terminado por lo que te invito a que te retires de mi corte.

–Como ordene– refunfuño Hanna escondiendo el pequeño frasco, Derian la mataría si se enteraba que su plan no estaba funcionando.

La rubia se fue del despacho con mala cara mientras que Richard se perdía entre sus pensamientos ¿había sido una buena idea encarcelar a su mate? Era su Luna después de todo, tal vez debía darle el beneficio de la duda ya que ni siquiera la dejo explicarse, pero Richard sabía que si miraba esos ojos azules se perdería y perdería su cordura.

Resoplo con indignación, ¿Qué había hecho para que su Luna le mintiera de esa manera? Richard sabía que esas cartas y la foto no demostraban nada, pero era inevitable sospechar de ella, todas las mentiras que ha dicho, ya sean pequeñas o grandes. La honestidad y la confianza es esencial para cualquier relación y al parecer su Luna no ha comprendido eso aun.




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