El secreto del Alfa

Capítulo XXII: Estrategia

– ¡Aurora!– grita Edward llegando a mí– ¡maldito seas Richard, prometiste que la cuidarías!

–mi hijo no tiene la culpa de que ustedes hayas educado a una embustera– si mi suegro defendiéndome como siempre.

–Bastardo– dijo Edward quien inmediatamente recibió un golpe en el labio.

–Se supone que este es mi juicio– dije enfurecida por su actitud– así que no metas a terceros y menos a mi familia.

–Más vale que comiences a hablar o sino…– dijo mi mate amenazante, que se cree esta man.

–Es mejor que cooperes, cariño– la voz de mi padre invade mi mente y justo ahora esto me comienza a dar miedo. –esto se está tornando turbio.

–Si liberas a mis padres…

–Si no confiesas el consejo tomara cartas sobre el asunto, Aurora– me interrumpió Richard– y no serán tan misericordiosos-

¿Acaso esto era ser misericordioso? No lo creo, pero al menos a Richard podría haberlo convencido pero la maldita rubia me exhibió.

–No te pienso decir nada hasta que liberes a mi familia– dije con seguridad– eso incluye a Henry, Fred y Louisa.

–Me temo que toda autoridad la has perdido– dijo Richard con fingida lastima– habla.

–No.

–Aurora no empieces– susurro Jeremy que estaba tras de mi– Richard se siente traicionado, es mejor que digas la verdad, porque la mentira no funciono.

–No pienso hacer alarde de Vladimir– espero que mi voz resultara tranquila, trague saliva en un intento de desaparecer el nudo dentro de mi garganta– y mucho menos pienso revelar sus planes, así que será mejor que impongas tu castigo porque de mi boca no saldrá nada.

–Estás loca– susurro Jeremy– ¿Cómo puedes hacerle esto a tu mate?

– ¡Deshonra!– grito alguien del público.

– ¡la Diosa Luna nos envió a una líder embustera!

– ¡traidora!

– ¡mentirosa!

Vaya que la alta sociedad me tenía en alta estima, se supone que era un juicio serio pero al parecer esta gente no sabe de educación, pero creo que yo también hubiera reaccionado de esta manera al saber que mi Luna ayuda a un vampiro.

– ¡Silencio!– hablo el hombre que dio inicio al juicio–es momento de que nuestro Alfa imponga su voluntad.

De repente toda la sala se quedó en silencio, rogaba dentro de mí para que yo fuera la única perjudicara, que no metiera a mi familia y que los dejara ir. Yo era la traidora, la mentirosa licántropo que invadió Cuxem con sus costumbres humanas que al parecer nunca se adaptó a este mundo… esto ya era tarde.

Richard se puso de nuevo frente a mí, me vio fijamente, trate de sostenerle la mirada pero no pude, me trataba de convencer que era lo correcto, no podía traicionar a Enys pero estaba traicionando a mi mate, la persona que debe de ser la más importante.

Es persona maravillosa estaba frente a mí, viéndome con decepción y enojo, sabía que había obrado mal pero de cualquier forma hubiéramos llegado a esto, solo esperaba que no fuera un castigo tan feo.

–Yo Richard Ross, Alfa de Cuxem, señor de las islas misteriosas y de más allá del norte– paso saliva como si lo que fuera a decir a continuación fuera muy difícil–Aurora Ryden, Luna de Cuxem tu condena será la máscara y se te expondrá en la plaza principal y serás castigada con veinte azotes tal como dice la ley.

– ¡No!– grito Louisa llorando.

Supongo que pudo ser peor.

Richard volvió a sentarse y le dio la palabra al hombre pequeño y gordo del inicio, creo que era un canciller pero nunca lo había visto desde que llegue aquí, en fin el hombre saco lo que era una especie de pergamino y exclamo:

–Tal como dice la ley tanto el señor Edward Ryden y Emma Ryden serán condenados a cinco años en el calabozo, en tanto a las humanas y a la misma Luna serán retenidas hasta que Aurora Ryden confiese, en su totalidad, sus crímenes.

– ¡Eres un bastardo!– me levanto y apunto a Richard con mi mano– ¡Gustav estaría decepcionado del Alfa que eres! ¡Metes a terceros por miedo a lo que pueda hacer e impones castigos de la edad media! ¡Eres una vergüenza! ¡Te arrepentirás!

Un centinela me empuja cuando trato de acercarme al Alfa y caigo de nuevo, después Jeremy con pena me levanta y me arrastra hasta donde están mis amigas y mis padres. Estos me abrazan mientras lloro con amargura.

–Tranquila, cariño– dice Emma pasando su mano por mi espalda– todo saldrá bien.

–nada saldrá bien, mamá– conteste separándome de ella y me dirigí hacia donde están mis amigas.

Las abrace una por una, me disculpe por lo que les había pasado, las tres trataban de demostrar tranquilidad pero sé que solo eran máscaras, dentro de nosotras sabíamos que teníamos miedo.

– ¡hey! ¿Qué haces?– exclame ofendida hacia Farah quien estaba manoseando mis pechos– ¡basta! No es momento de momentos lésbicos.

–Tienes los pechos más grandes ¿estás en tus días?– esta mujer y sus cosas. – responde.




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