El secreto del Alfa

Capítulo XXIII: La torre

Me ahorrare los detalles de todo el desmadre que se hizo por el fruto de la embustera de la Luna de Cuxem y del honorable Alfa Ross, estar esperando una criatura no me salvo del todo de mi condena, pero al menos me libre de los azotes. Aunque me encontraba encerrada en la torre más alta del castillo con una máscara que no me dejaba hablar aunque pensándolo bien no tenía con quien hablar más que con el guardia que venía tres veces por día a quitarme la cosa de mi cara para que pudiera comer.

Quería salir de aquí, quería saber si mi familia estaba bien, ya no soportaba esto y eso que no llevaba mucho tiempo aquí. Un dato curioso acerca de la torre fue que encerraron a dos niños aquí y a algunas lunas que habían cometido alguna falta.

Había notado algunos rasgos micro machistas pero justo ahora es cuando veo algunas actitudes y como tratan a las licántropos, es algo que tenía que cambiar… claro si algún día me dejaban salir de aquí.

Abro mis ojos y veo la misma ventana desde que estoy aquí y sin más uno de los guardias entra sin avisar, que mala costumbre mínimo el otro tocaba.

–Es hora de tu comida Luna– hoy era miércoles y tocaba el guardia que peor le caía, siempre se burlaba, en ocasiones hasta me empujaba. –Hace cien años te hubieran colgado a ti y a tu bastardo.

El intento de lobo me quito mi mascara bruscamente y di un respiro para después escupirle en la cara.

–hasta donde se mi hijo tiene padre– dije con repulsión– Lárgate de aquí.

–Maldita perra– ¿se imaginaron lo que hizo? Pues si me golpeo, su mano era tan pesada que caí al piso y como toda mujer embarazada primeriza me puso las manos sobre el vientre en un intento en que mi vía de escape sobreviva.

El hombre me puso de nuevo la máscara y después salió, trate de no enojarme, ya me urgía salir de aquí, ah pero me encantaba andar de mitotera con el vampiro ese.

Siempre me gusto ayudar a los demás, eso es una virtud y un gran defecto, sobre todo cuando pones a los demás por encima de ti y es peor cuando tienes un corazón de pollo.

En mi prisión estaba una mesa con papel y lápiz, supongo que pensaron que sería un método para que no nos volviéramos locos los prisioneros. Estaba tan enfrascada escribiendo que tarde me di cuenta cuando mi mate entro, en serio me sumerjo tanto en escribir que mis demás sentidos se apagan.

–Mi Luna– menciono Richard a lo que yo di un salto del susto– No quise asustarte.

Me pare de la silla y quede frente a mi mate. Se veía mal, se notaba tenso, sus ojos se veían sin vida, al parecer no estaba durmiendo bien porque tenía ojeras y su barba parecía de varios días.

–Déjame quitarte esto– saco una llave de su bolsillo y procedió a quitarme el objeto pesado que cubría gran parte de mi cara. – ¿Cómo estás?

– ¿Dónde está mi familia?– me aleje de él y trate de no pensar en lo rico que olía y en lo mucho que lo he extrañado.

–Encerrados, como tú– respondió simplemente– entre más rápido me digas donde esta ese vampiro más rápido saldrás tú y tu familia.

–No voy a delatarlo– respondí con simpleza, me acerque de nuevo a él y no deje que me intimidara– si vienes nada más a eso, puedes retirarte.

– ¿Por qué tanta familiaridad hacia ese vampiro?– Richard apretó su mandíbula y cerro sus manos en puños, lo que me faltaba estaba celoso. – responde ¿Cuánto llevas hablando con él?

–Tal vez si no hubieras hecho todo ese espectáculo del juicio sabrías la verdad– le paso mi mano por su pecho y le sonrió con tristeza– Pero no me diste ni oportunidad de explicarme.

–Te di oportunidad durante el juicio– agarra mi muñeca con fuerza a lo cual hago una mueca de dolor. – responde y dejo ir a tu familia y a ti.

–No quieres una explicación, quieres que te diga donde esta Vlad– trato de zafarme de su agarre pero al parecer hoy era el día de maltratar a Aurora.

–No puedo creer que le tengas tanta lealtad a Vlad– soltó mi muñeca y di dos pasos hacia atrás cuando su enojo hizo acto de presencia– ¡Soy tu mate, tu Alfa! Y no confiaste en mí, me traicionaste, ¡carajo! ¿Qué más puedo esperar de ti?

–Déjame ir– dije en un intento de desesperación– déjame regresar al mundo humano, he cometido muchos errores y…

–No– fue lo único que se dignó a responder– y menos ahora que esperas a mi cachorro, tal vez el encierro te ayude a recapacitar y ver cuál es tu verdadera posición aquí, te he dado muchas libertades y abusaste de mi confianza.

–Lo siento, Richard por favor– dije en un intento de piedad, me acerco a él y me abrazo a él– Sácame de aquí.

No sé qué paso a continuación, mis manos comenzaron a picar y de ellas salió un pequeño reflejo verde como el de la cripta, pero eso no fue todo me separe de Richard y vi que sus ojos también tenían ese reflejo y no era precisamente un reflejo natural.




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