El secreto del Alfa

Capítulo XXX: You weren't thinking, you were feeling

Los frondosos árboles me rodeaban mientras que la luz de la luna era mi única iluminación, parecía el escenario de mis sueños pero para mi suerte este no era el caso porque mientras Richard estaba disfrutando de nuestra cálida cama yo estaba en medio del bosque buscando a Erick quien me iba a dar una clase.

Tristemente todo lo que había estado aprendiendo de Rowina y de Erick no lo iba a poder usar en la batalla porque yo me encontraría en el mundo humano tratando de volver a mi antigua vida al menos hasta que se terminara el conflicto.

–Cuatro ocasiones– di un brinco del susto al escuchar la voz de Erick cerca de mi oído– en tres situaciones tus habilidades han salido a relucir.

Voltee tratando de localizarlo con la mirada pero solo pude percibir una pequeña mancha que se movía con gran velocidad.

–La cripta– grito a lo que voltee hacia mi derecha, donde creía que podía estar el maldito vampiro– la torre, el libro de hechizos y el ataque hacia Celestia.

– ¡Erick esto no es gracioso! – grite desesperada de verlo correr a gran velocidad.

–No estabas pensando– su voz sonaba misteriosa en medio de todo el bosque– estabas sintiendo… simplemente necesidad e instinto, así que ahora practicaremos eso.

El vampiro llego hacia mi derecha y me dio un golpe seco en mi costilla, no me esperaba tal golpe por lo que voltee enojada y solo pude divisar a Erick riéndose.

– Atácame– fue lo único que salió de su boca y al ver cómo me quedaba estática volvió a correr en mi dirección para después recibir otro golpe en mi costado derecho– ¡atácame! ¡Vamos! ¡Atácame! ¡Atácame! ¡Atácame! ¡Atácame!

¡Atácame! ¡Atácame! ¡Atácame! ¡Atácame!

Ya no sabía si su voz estaba dentro de mi cabeza o era afuera, me comencé a desesperar porque mientras escuchaba el me daba ligeros pellizcos.

– ¡Ya basta! – grite furiosa extendiendo mis dos brazos, sentía como me tensaba y como mis ojos lagrimeaban por el esfuerzo y lo único que pude percibir era como Erick salía volando por el escudo de fuerza que se formó a mi alrededor.

–Vaya– exclamo sorprendido tirado en el piso– muy bien pajarito, tienes el escudo de las hadas y poderoso por lo que sentí.

–Lo siento– dije acercándome y tendiéndole la mano.

–Pues yo no– el vampiro jalo mi mano y me empujo contra el piso donde se puso encima de mí, trataba de empujarlo pero era más fuerte que yo y justo en ese momento comencé a odiar su sonrisa burlona– no te voy a soltar hasta que hagas algo parecido.

Concentre toda mi energía, todos mis pensamientos estaban enfocados hacia una acción; apoye las palmas de mis manos en el pecho de Erick, sentí el típico hormigueo desde mis hombros hasta mis dedos, mis manos agarraron impulso y sin pensarlo mucho empuje con todas mis fuerzas a Erick quien salió disparado de nuevo hacia el suelo y sinceramente no me arrepentía.

–No vuelvas a hacer eso– dije lentamente mirando fijamente esos ojos rojos que pronto tomaron un tono verde enfermizo– ¿entendiste?

–Lo siento querida pero necesitas practicar más tu hipnotismo– Erick cerro fuertemente los ojos y cuando los abrió volvieron a su tono rojo– para hipnotizar a un vampiro necesitas mucha energía y practicar demasiado, pero hoy estuviste bien, tres dones en una noche, nada mal.

–Gracias– dije levantándome del piso– enséñame a hipnotizar a vampiros.

–Sera tu próxima lección, pajarito.

 

Nos fuimos del bosque después de haber volado durante un rato, no alcanzaba alturas estratosféricas pero volaba que era lo importante, después de eso me convertí en lobo y recorrí durante una hora el bosque, cuando me manifestaba me sentía libre, sin preocupaciones aunque también puede ser que el animal que llevaba dentro me controlaba lo suficiente como para olvidarme de todo.

Llegue a mi habitación a las cuatro de la mañana, aún estaba oscuro y mi entrenamiento con Rowina comenzaba a las diez por lo que todavía podía dormir seis horas.

– ¿Dónde estabas? –pregunta Richard en cuanto me ve llegar, froto mis manos con nerviosismo y trato de no mirarlo a los ojos– Aurora…

–Fui a tomar agua, tenía sed– respondí rápidamente mientras me cambiaba la pijama.

–No quieras ver la cara– dijo poniendo sus ojos en blanco– se cuándo mientes y a demás tu nunca bajas por agua y no te hubieras puesto sostén solo para ir a la cocina.

Me conoce demasiado bien.

–Estuve entrenando con Erick– susurre acostándome a su lado dándole la espalda.

–entrenas todos los días con Rowina y usar tus poderes te debilita deberías ser más precavida– dijo acercándose a mi mientras pasaba un brazo por mi cintura.

–No eres mi padre, Richard.

–no, soy tu mate y tu Alfa– y ahí va otra vez, siempre se justifica con eso–  eres lo más importante para mí, Aurora, eres mi felicidad, mi fortaleza, mi amiga, mi pareja y sin ti no soy nada y por más reinos y riqueza que tenga sin ti nada vale la pena.




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