Eche un vistazo antes de salir de mi habitación, mi ropa era la misma con la que había llegado hace seis meses y a pesar de que llevaba puesto mi labial rojo favorito ya no me sentía igual, todo había cambiado y lo peor del caso es que no quería que todo volviera a la normalidad.
– ¿Estas lista? – Pregunto Jeremy entrando a mi habitación, su mirada me recorrió desde mi cabello pelirrojo hasta mis tenis desgastados, le dirigí un asentamiento sin dejar de mirar mi reflejo– Todos te están esperando.
–Vamos entonces– trate de pasar por un lado de él pero Jeremy me tomo del brazo, nos quedamos viendo fijamente. – ¿sucede algo?
–trata de no ser tan dura con Richard.
–No prometo nada.
Eran las seis de la tarde de un domingo, el cielo estaba totalmente cerrado por las nubes y parecía que en cualquier momento comenzaría a llover. Solté un resoplido al ver el clima, que cliché parecía todo esto.
Afuera me esperaban mis padres, Richard, Milo, Henry, Sara, mis amigas, Edward y Emma. Nuestros invitados se habían ido desde hace dos días para preparar todo para la batalla y bueno yo aquí huyendo como siempre.
Sin hacerlo largo me comencé a despedir, odio las despedidas ya que empiezo a llorar, abrace a Milo, después a Sara, Henry me costó mucho soltarlo, se había convertido en parte fundamental… bueno todos ya eran parte de mí y me costaba mucho dejarlos.
–Cuídate mi niña– dijo mi madre cuando la abrace– haz caso a Edward y a Jeremy.
–Si mama– dije con un poco de burla. –nos vemos.
–Nada de fiestas, jovencita– fue el turno de mi padre– pase lo que pase siempre te querremos.
–y yo a ustedes.
Y bueno venia lo más difícil despedirme de Richard, si con los demás ya se me estaban saliendo las lágrimas. Me pare frente a él, sus ojos verdes me miraban con cierto pesar y sé que le dolía esto tanto como a mí o incluso más, haber hecho esto dos veces no creo que haya sido cosa fácil. Mis piernas se movieron inconscientes y sin poder evitarlo me cobije entre sus fuertes brazos, en los únicos donde me sentía protegida y querida.
–Nos veremos pronto pequeña– dijo sobre mi cabello– quisiera que hubiera otra manera.
–Todavía puedes arrepentirte– conteste alejándome– eres el Alfa puedes hacer lo quieras.
–En estos momentos es mejor que te vayas– dijo mirando hacia sus zapatos como si fuera lo más interesante que ver–Cuando termine todo esto iré por ti.
–si es que todo sale bien. – me aleje de él con cierta reticencia, trate de darme la vuelta pero él me detuvo agarrándome de la cintura, me acerco a él y nuestros labios se fundieron en un apasionado beso.
Nos alejamos y antes de irme les eche un último vistazo a los que se habían convertido en mi familia, trate de guardar el recuerdo de ellos luciendo sanos y salvos porque uno nunca sabe lo que pueda pasar y más en el campo de batalla.
– ¡Aurora! –demonios Vladimir, voltee a verlo y venia furioso parece que Richard no hablo con él– ¿A dónde carajos vas?
– ¿Richard no te lo dijo? –Vlad era mi último recurso de poder quedarme–me voy o me mandan al mundo humano.
– ¿pero qué haces estúpido cachorro? – El vampiro trato de acercarse a mí pero fue detenido por Richard. –sin ella la guerra está perdida.
–es lo mejor para todos–dijo Richard con tranquilidad–ahora deja que se vaya.
– ¿para todos o para ti? Dile la verdad de que por qué se va maldito egoísta.
–Mi hijo no le tiene que dar explicaciones a nadie, maldito chupasangre– dijo Robert saliendo de la mansión. –ahora dejen que la niña se vaya, es lo que debimos haber hecho desde que llego.
–Richard ¿de que hablan? – Pregunte confundida– ¿Qué está pasando?
– ¿acaso no te lo dijeron, bonita? – la burla en la voz de mi suegro era evidente y parecía que le complacía– Hace tres días el consejo mando una notificación a Richard y demandaba el encierro de su Luna en la torre o en la cripta.
– ¿Qué?
–Aurora es momento de irnos– dijo Edward jalándome del brazo– no lo escuches.
– ¡Es cierto Aurora! – Exclamo Vladimir con enojo– Sin ti todo el plan de ataque será saboteado.
–Aurora tienes que creer en mí, sabes que quiero lo mejor para ti– dijo Richard tomando mi cara con sus dos manos– Perdóname pero cuando regreses lo entenderás y bueno considera esto mi venganza de cuanto me llevaste con Celestia.
– ¿de qué hablas…
Lo último que sentí fue un fuerte golpe en la nuca y todo se volvió oscuro.
Desperté por la mañana, apague la alarma y cheque mis notificaciones, más en específico cheque el grupo de conversación con las locas de mis amigas, donde Farah se quejaba porque tenía anatomía a la primera hora mientras que yo tenía economía.