El secreto del Alfa

Capítulo XXXV: De acuerdos y vestidos

–Espero que recuerdes nuestro acuerdo– dijo Richard a Vladimir antes de despedirnos.

No sabía de qué acuerdo hablaban estos dos y sinceramente no tengo ni una poquita de curiosidad por saber de qué iban.

–Un Enys siempre cumple con su palabra– respondió Vlad con burla y se giró hacia a mí– pajarito espero que hayas disfrutado de tu estadía aquí en mi nuevo palacio, espero que la próxima vez que me visites sea por una buena razón.

–Gracias por tu hospitalidad y sí espero venir para un evento de alta magnitud– nos abrazamos como si fuera a ser la última vez, que sé que no será así pero tardare en ver a este vampiro odioso. –cuídate Erick.

–Que tengan bonito viaje– fue el turno de Eleonora de despedirse, ella era una vampira bastante sexy, aunque ¿Qué vampiro no es sexy? Es como si esa cualidad viniera junto con la transformación; la vampiresa era alta, rubia, con unos labios rellenos y jugosos los cuales siempre estaban pintados de rojo, igual que los míos. –gracias por la ayuda, Aurora.

–Ya sabes, cuando quieran– respondí guiñando un ojo– espero pronto nos visiten.

Fuimos pocos los licántropos que nos quedamos después de la coronación, solo fuimos Richard, Liam, Henry, Milo y yo, aunque Richard y yo nos quedamos un poco más que lo demás, ya que tuvimos que firmar un tratado de paz y la verdad es que a pesar de que la arquitectura del palacio era especial para vampiros, tenía que admitir que me gustaba andar explorando, viendo la vida normal de los vampiros. Desafortunadamente todo tiene su fin y teníamos que volver y resolver algunos problemas con el consejo.

 Richard y yo caminamos por el bosque, mi mate afirmaba que me faltaba mucho para convertirme en una buena guerrera licantropa y que no siempre contaría con mis “dones” por lo que a partir de ahora me dedicaría más tiempo para afinar a mi loba interior y hoy era la primera tarea: irnos hasta Cuxem corriendo, me emocionaba y me aterraba pero creo que ya era necesario.

 

 

Meses después

– ¿sabes? Normalmente las novias van de blanco, no de dorado– Dijo Jaqueline observando mi vestido detenidamente– pero en fin, es tu boda lobuna, no es que pueda hacer mucho.

–De hecho, ya no puedes hacer nada–discutió Margot con mala cara– te ves preciosa, amiga y el vestido es bellísimo.

–Claro, si lo diseñaste tú– conteste riéndome, Margot estudiaba diseño de modas y aunque era principiante, sus diseños eran preciosos, cabe destacar que el vestido lo hicieron las costureras de Cuxem y los vestidos de las damas los consiguió Celestia.

Observe mi reflejo en el espejo, mi cabello pelirrojo estaba peinad en suaves ondas de sirena, denominó así Farah quien fue quien me peino, el vestido era otra cosa: tenía un escote de corazón, la parte del corsé era pegado al cuerpo y la falda caía hasta mis pies, parecía una princesa, además el vestido no era totalmente dorado pero si se perdía un poco el color blanco por los detalles de oro que pidieron exclusivamente Louisa y Catherine, mi madre y la de Richard.

–parece un vestido muy pesado– comento Farah viéndome desde atrás– pero vale la pena, no todos los días te casas.

–Falta un pequeño detalle– dijo mi Catherine acercándose a mí con una tiara – Richard la mando a hacer especialmente para ti.

Me incline para que mi suegra pudiera colocarme la tiara, la cual era sencilla, hecha de oro, formaba pequeñas flores y estaba decoradas con rubíes, mi piedra favorita.

–Señoritas y señoras– exclamo Milo entrando a mi recamara junto con Henry, ambos iban muy elegantes, vestidos con de traje, el de Milo era de color azul marino y el de Henry era gris. – se ven todas muy hermosas pero ya tiene que bajar la novia.

Mis amigas salieron primero, todas vestidas de color azul marino, después salió Catherine y mi madre. Di un último suspiro y también salí encontrándome con mi padre y Edward.

–No pareces princesa, pareces toda una reina– dijo Edward viéndome con cariño, a final de cuentas él fue mi figura paterna la mayor parte de mi vida y por eso el me acompañaría junto con mi padre hasta Richard.

–Gracias, papá– dije aguantándome las lágrimas, el maquillaje podía arruinarse.

–será mejor que bajemos o Richard se enojara.

 

Caminaba nerviosa, iba agarrada de dos de los hombres más importantes en mi vida, me temblaban las piernas y no paraba de sonreír tontamente. Richard me esperaba hasta delante, vestía un traje negro, como no, algo básico, pro aun así se veía tan guapo, nos mirábamos fijamente y sonreíamos como los dos tontos enamorados que somos.

–Si la haces llorar o la vuelves a encerrar en la torre, te juro que te mato– dijo Edward con severidad– hablo enserio Richard.

–Claro señor– dijo Richard sin dejar de sonreír.

–cuida a mi niña. – fue el turno de mi padre de decirle a mi mate.

Después de eso, Richard tomo mi mano, la beso y nos giramos hacia el hombre que iba a realizar la ceremonia, la cual era demasiado sencilla y corta.




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