– ¡mami! ¡Atrápame! – la niña de hermosos ojos verdes corría libremente por el bosque.
– ¡Anastasia no te alejes demasiado! – grito la pelirroja persiguiendo a su hija, tratando de evitar que su hija saliera hacia el bosque.
La niña apenas tenía seis años, pero ya les sacaba canas verdes tanto a su madre como a su padre, aunque claro este último la tenía más consentida.
Anastasia se tuvo que detener gracias al gran hombre o más bien vampiro, Ana sabía que los vampiros tenían los ojos rojos pero la niña sabía que la mayoría eran inofensivos aunque no supo porque le dedico una sonrisa al vampiro frente a ella.
–No deberías estar aquí– dijo la niña viendo fijamente aquellos ojos rojos que la veían con ternura– mi papi dice que aquí es solo territorio de licántropos y tú no eres uno.
–Tu papi es muy insoportable– respondió el vampiro fascinado– a veces ¿Cómo te llamas?
–mama dice que no tengo que hablar con extraños.
–pero tú y yo no somos extraños, me llamo Erick Vladimir Enys, Erick para los amigos, mucho gusto– Erick le tendió la mano a la niña quien, con desconfianza la estrecho.
–me llamo Anastasia Ross.
– ¡Anastasia! – grito Aurora a su hija, la pelirroja quedo sorprendida ante lo que estaba viendo, Enys al fin se dignaba a visitarla o más bien se dignaba a conocer a su pareja. – ¡Erick! ¿Qué haces aquí?
–Han pasado que ¿diez años? Y ¿así es como me recibes? – Pregunto el vampiro indignado– te ves muy bien, por cierto.
–pensé que seguirías cumpliendo el trato con Richard– respondió Aurora con simpleza.
–así que ya lo sabes…
–claro que lo sé, no pudo ocultármelo por mucho tiempo y más cuando rechazaste mis invitaciones.
–lo siento, pajarito pero no quiero tener problemas con tu mate. – respondió el vampiro sin dejar de observar a la niña.
La mirada verde y la roja chocaban y la niña no sabía porque no podía apartar su vista de aquel ser. Tenía sentimientos que nunca había conocido.
–La quiere mandar a un internado– dijo Aurora observando como el choque de miradas entre su niña y el vampiro– He tratado de convencerlo de que no lo haga pero es terco.
Vladimir volteo a ver a la licantropa con enojo e indignación, un internado, era de los peores lugares para una niña. Al parecer Richard tenía una extraña tendencia a alejar a las mujeres de su vida pero no lo permitiría.
–Usa tu poder de convencimiento– dijo el vampiro con enojo– siempre funciona.
–Perdí mis poderes ¿recuerdas? – Aurora hizo un ademan señalando a su hija– ella se los llevo… casi todos.
–Tantas leyes que pudiste anular y no puedes convencer a tu pareja de que no envié lejos a su hija.
–como bien dices es su hija también.
–tienes que evitarlo a toda costa.
–veré que puedo hacer, patrón– respondió Aurora con sarcasmo– ¿alguna otra petición?
–así es querida, quiero verla.
–Sabes que no puedes hacer eso, Vladimir– discutió Aurora tomando a su hija– Prometiste que te alejarías de nosotros.
–no, pajarito prometí que me alejaría de ti, mas no de Anastasia. – Aurora dio un resoplido mientras cargaba a su hija– llámale manipulación, pero con ella todo será diferente.
–Ana despídete de Erick– pidió Aurora a su hija.
–adiós.
–adiós cariño, nos estaremos viendo pronto.
FIN