El Secreto del Alfa

Capítulo 15: Confesiones

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«Es una niña»

«Algún día, ella tomará mi lugar»

«Huye...»

«Corre... No mires atrás... Sigue corriendo...»

«Adiós, familia Hewlett»

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Abro los ojos de repente sin darme cuenta que ya es de día; un dolor empieza a aproximarse en mi cabeza haciendo que gruña del dolor y tenga que levantarme despacio antes que se vuelva más grande; miro a mi alrededor y veo que las cosas siguen igual, además de ello, sigo con la ropa del día anterior.

Apenas recuerdo que mi cansancio fue por toda la adrenalina que descargue para que Caden, Adrién y Vernon atraparan a Elaine.

Pronto abro más los ojos y el nombre de mi amiga circula en mi mente al solo pensar que hoy se tendrá que ir de Portland para marcharse a la manada de Caden, dejo ir un suspiro al no saber cuánto tiempo no podré verla y no solo eso, ahora a quién tendré además de Justin para contarle mis sucesos tontos del día.

El tema me pone tan sentimental que me dejo caer en la cama e intento no llorar al pensar la razón por la cual tuvo que haber sido Elaine la elegida para ser mordida en vez de haber sido otra persona. No me quiero imaginarme a ella, sola y en un lugar desconocido en donde solo habitan bestias que se comportan como animales salvajes, cazando conejos y ciervos para alimentarse, beber de riachuelos y correr por los bosques intentando proteger su territorio de otra manada que quiera conquistarla... No Gemma, no debería describir de esa forma a los hombres y mujeres lobo, ellos y ellas también forman parte de la sociedad e intentan llevar una vida ordinaria como nosotros.

De todas formas, tampoco debería referirme a ellos como animales salvajes porque pronto Elaine será una lobo, lo cual, ella también se adaptara a esa vida y si es posible, en algún momento la vea con su transformación así como lo hace Caden, Adrién y Vernon.

Me levanto de la cama y pronto camino a la ducha, me quito la ropa del día anterior y la pongo en una canasta con otras ropas en donde tendré que llevarlas luego a la lavandería; cuando giro el grifo, este mismo hace un ruido chirriante que pronto me hace entender que necesitara aceite para moverse, el agua cae en mi rostro y dejo ir un grito al sentirla fría.

Quito todo rastro de sudor y tierra para quedar muy limpia, desenredo mi cabello y luego cierro el grifo para tomar dos toallas, una para cubrir mi cuerpo y la otra más pequeña para secar mi cabello.

Camine y busque una ropa adecuada de la cual ponerme, tuve que apresurarme en todo para llegar a tiempo, por lo que escuché, Adrién se marchará pronto con Elaine, ya que necesitara de la transformación para aligerar el paso antes del atardecer.

Escuchó como tocan la puerta de mi apartamento y apenas me queda tiempo de gritar cuando doy unos saltos mientras intento meter mis pies en mi botines y luego en subir el zipper; cada vez siguen tocando más fuerte la puerta hasta que una voz hace que dé un grito y ponga la mano en mi pecho al ver a Caden detrás de mí y con una sonrisa en su rostro.

—Tonto, casi me matas del susto—dije cabizbaja.

—Me preocupe, no contestabas la puerta—rodé los ojos.

—Se supone que tienes un buen sentido auditivo... ¡Grite que ya iba de camino!—intenté normalizar mi respiración.

Se mantuvo callado, observando cada uno de mis movimientos sin decir nada, eso me da a entender que si había escuchado pero siempre tuvo la intención de entrar a mi apartamento. Giro mi rostro y veo la puerta intacta pero detrás de Caden se encuentra la ventana de la cocina abierta, y conociendo la distancia entre su apartamento y el mío, más la agilidad con la que puede saltar y la rapidez de entrar y llegar hasta donde está ahora donde me provoco un enorme susto, es más que suficiente para confirmar que así se dio el hecho de como Caden se encuentra hoy en mi hogar.

—Tengo curiosidad de saber qué piensas—le di una mirada corta.

—Que bien que los lobos no tengan un poder de telepatía—dije con burla.

—Mmm, graciosa—dijo irónico.

Antes de poder seguir con mi camino, sentí como atrapo mi cintura e hizo que diera unos pasos hacia atrás, en donde casi caigo encima del sillón viejo y polvoso. Quedamos a unos centímetros de distancia y antes de poder seguirme moviendo aparto un mechón de mi cabello que estorbaba mi vista, en donde al dejarlo detrás de mi oreja, este volvió a deslizarse hasta de nuevo posicionarse en su lugar haciendo que dejará salir una risa y más al sentir como los dedos de Caden, rozaban con delicadeza la piel de mi rostro.

— ¿No me tienes miedo?—preguntó con un tono preocupado.




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