El Secreto del Alfa

Capítulo 23: Estoy muriendo

Caden me entrego una linterna que se encuentra en la guantera de su auto, sabe que la necesitare para poder caminar entre el bosque para que no me tropiece con una piedra o choque con un árbol; es imposible no sentir miedo cuando sé que conoceré a unas brujas y posiblemente a su aquelarre, no sé mucho como actuar o como ser ante ellas cuando no recibí muchas clases sobre otras criaturas o seres misteriosos en el tiempo que Kilian me enseño sobre los hombres lobo, posiblemente es porque nunca pensé que tendría que utilizar mis habilidades con un tipo de seres que usan la magia negra y es más fácil que puedan hacerme daño con un solo hechizo, maldición o el llamado de un demonio para que pueda poseerme y así asesinarme.

Esto es arriesgado y eso que aún no tengo idea que es lo que las brujas quieren de los hombres lobo, apenas unas cuantas veces llegue a escuchar de parte de Kilian que las brujas y los hechiceros tratan de engañar a las criaturas sobrenaturales para poder hacer lo que desean con ellas, desde ayudarlas hasta torturarlas al punto de no importarles el riesgo de sus vidas. Ellos tienen por privilegio y propósito entregar su vida a su aquelarre y hacer lo que tenga en sus manos para protegerlo sin importar el costo de que sus manos se llenen de sangre. Sin embargo, a veces cuidar de sí mismos no es lo suyo, si encuentran una traición entre ellos, siempre habrá un asesinato, un sacrificio o un castigo.

Las brujas pueden ser tanto buenas como malas pero todo dependerá de como juegues, manipules y te comuniques con ellas, porque un mal paso y puedes arriesgarte que ellas puedan volverte loco.

—Pensé que ya no eras humana—elevé la mirada al escuchar la voz de Caden.

— ¿Por?—lo miré.

—Hace tiempo que no escucho tu corazón latir tan rápido por miedo—suspiré.

Saber cómo poder controlar el ritmo cardíaco no fue fácil para mí en las primeras semanas que Kilian me enseño, mayormente la intención de conocer esa técnica fue para cubrir mis latidos del corazón cuando intentará ayudarlo con algunas de sus investigaciones con los próximos licántropos muertos que encontramos en mi estancia en Maryland. Aunque ahora, me ha llegado a servir más de lo que pude haber imaginado.

Caden estaciona su auto en una parte dentro del bosque, toma aire y deja ir un enorme suspiro hasta que al verme, me hizo entender que es hora de ir hasta las brujas.

Ambos salimos del auto y empezamos a caminar más adentro del bosque de Salem, no se escuchaba ni un otro sonido que no fuera el de nuestros pasos, los grillos y un par de búhos. Caden en todo momento se puso en alerta, observando a nuestro alrededor, poniendo sus oídos más agudos y olfateando como si tratará de encontrar algo sospechoso.

Alumbraba el camino con una pequeña lámpara, pero el problema empezó a centrarse cuando llegó una densa niebla que me rodeaba los tobillos, la sensación de que esto no es algo bueno cada vez se vuelve más presente y eso sin decir, que las últimas veces que estuve en el bosque no había niebla, por lo cual no sé si interpretarlo como un truco de parte de las brujas. La luna se encuentra en su esplendor dentro de su fase de cuarto creciente, hay viento pero no frío sino más bien cálido y pronto me detengo, al ver a lo lejos una línea gris de humo que va hacía el cielo.

Caden se pone tenso y no deja de ver a su lado derecho; mira hacia atrás encontrándose conmigo hasta que su dedo índice va directo a sus labios mostrándome una señal que guarde silencio. No da más pasos, pero su mirada sigue merodeando cada árbol que se encuentra a nuestro alrededor, intento ser la siguiente en poder poner mis oídos de una forma aguda, concentrándome en cada sonido y cerrando los ojos para poder mantener esa tranquilidad, toma aire y no percibo primero otros sonidos de los cuales ya he escuchado. Espero unos segundos más pero nada y pronto escucho unas risas, gritos y al parecer, unas alabanzas.

Y pronto un gruñido feroz que hizo que algo cayera en el suelo...

— ¡Cad...!

Algo me cubrió la boca pero no tarde mucho en morder la mano y golpear a la persona en su estómago haciendo que se alejara pero no tardará en sacar un cuchillo de remate que se encontraba escondido en mi bota.

—Baja el cuchillo, Gemma.

Dejo ir un suspiro molesto cuando me encuentro con uno de los cómplices de Caden, quien ha elevado sus manos para no herirlo con el cuchillo y dañarlo hasta donde más le duela.

—Deberían quitar esa costumbre de asustar a todos—digo enojada mientras guardo el arma blanca.

—Parece que te has olvidado de él. —Me anuncia Caden.

Miro al hombre lobo que cubrió mi boca para que no gritara el nombre de Caden, lo observé de forma detenida y cautelosa queriendo hacer memoria de algún recuerdo pasado que puede refrescarme la mente.




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