Camine detrás de él mientras me refugio en mis brazos, siento una extraña incomodidad e inseguridad al estar en un lugar desconocido, pero no es de menos cuando estoy rodeada de hombres, mujeres y niños lobo que no dejan verme como un tipo de espécimen humana fuera de lo normal, de todas formas, he sido mordida y aunque los cambios que deberían estar en mi cuerpo no sean más que la sensación y cosquilleo en mi cuerpo, puedo decir que por todo lo demás es igual.
¿Cuál es la razón por la que digo eso? Quizás sea tonto cuando no he probado cualquier poder sobrenatural que tenga pero para ser realista, no siento que tenga algo peculiar en mi cuerpo que me haga sentir ser una mujer lobo, es como si la mordida no me hubiera funcionado pero en dado caso de no ser así, mi destino hubiera sido como el de Molly pero estoy aquí, viva y fuerte.
Es extraño, sumamente extraño. Quisiera encontrarle una respuesta a mi problema porque sé que ni Caden ni su druida consideraran en revelarme ese secreto que mantuvieron oculto antes de que terminara la supuesta sesión de terapia sensorial y motora para saber si soy una mujer lobo como las demás que han sido mordidas.
Lo que sí, es que me siento agotada como si fuesen de esas veces en las que me hubieran sacado sangre para hacer algún examen.
Esta vez no intento admirar el lugar donde me encuentro he preferido solo mantener la cabeza cabizbaja mirando mis zapatos, porque ya es suficiente que sea el objeto llamativo entre toda la manada de Caden para no sentirme acosada con todos esos miles de ojos que no dejan de evaluarme; además solo veo de reojo algunas cosas pero no se trata más de un simple ciudad en medio de un bosque, aún recuerdo como Caden me hizo saber que ellos viven como todos los humanos, lo único que cambia es que tienen costumbres diferentes y que se cuidan entre ellos.
— ¿Puedes seguir caminando? —me pregunta Caden al esperar que llegue a su lado.
—Sí, pero ¿ya llegaremos? Es que siento muchas miradas en mi espalda —veo un par de casas y cuando Caden me sigue la mirada, los dueños de ellas se esconden.
—Lo lamento, sé que está no es la bienvenida que esperabas —suspiro.
Quizás no, pero tampoco deseaba haber venido a este lugar de forma muy repentina. Necesitaba aún analizar varias cosas entre ellas, si tengo que dejar la mitad de mi vida para tener que vivir rodeada de hombres lobo. Sinceramente no culpo a Caden por traerme aquí con la situación que pude haber estado con la mordida pero lo que si no me gusta la alternativa fácil que tomó y aprovecho ahora que estamos en su manada. Es sencillo decir que podré acostumbrarme a esta vida, lo difícil es saber si seré aceptada al no ser una lobo de purasangre, cuando he llegado a saber que muchos lobos odian a los humanos por todo lo que les han hecho pasar durante años y eso sin decir que últimamente, Caden ha tenido que estar enviando más humanos a su manada luego de ser mordidos, lo cual no dudo que no hayan lobos que piensen que la idea de entrenarlos y controlar sus instintos solo sea una excusa más para integrarlos a su manada.
—Hey, ¿todo bien? —hago una mueca.
No, no estoy bien. Siento como si mi cuerpo ya no es mío, no siento que este sea mi hogar y por si fuera ya suficiente, tengo la sensación de que algo no equilibra este lugar.
—Solo… Quiero descansar.
No quiero parecer una niña llorona que acaban de alejarla de su ciudad favorita para mudarse a un mejor lugar; además, decirle algo así a Caden solo puede ser el detonante para que se decepcione y lo lastime.
Me pone una mano en mi espalda baja para así ayudarme a moverme más rápido para llegar a su casa, que es donde supongo que me llevará. Lo único que termino por hacer es caminar casi a trotes a su lado, no sé cuánto tiempo o cuánto pasos más damos hasta que nos adentramos a otra parte del bosque un tanto alejada que las demás casas, el sitio es muy silencio y húmedo, la mayor parte de las hojas de los árboles se pegan en mis zapatos y una parte de mi pantalón, sin decir que en algunos casos mis pies terminan por hundirse en la tierra mojada.
Por el clima y el ambiente del bosque puedo decir que hace poco llovió, pero lo que pronto llama mi atención es una casa de madera de dos pisos, es ese tipo de hogar que solo los encuentras en revistas o que son construidos en altas colinas o montañas para vivir alejado de la civilización; ni siquiera puedo decir que el lugar donde se encuentra ubicada la casa tipo cabaña, sea tenebrosa, es más, se puede distinguir un aura llena de paz y tranquilidad, algo que necesito por ahora.
Caden abre la puerta para hacerme entrar a mi primero, el olor a madera, humedad y tierra comienza a ser uno de mis olores preferidos, añadiendo que la casa tiene su ambiente cálido. Doy unos pasos hacia delante sin quitar la mirada de cada habitación, escucho un sonido y veo como Caden se quita sus zapatos para dejarlos a un lado de la puerta mientras se quita su chaqueta; al ver que he pasado a su casa ensuciando lo que es la alfombra y el piso de madera, no tardo en empezar a quitarme los zapatos para también dejarlos a un lado siendo así, que mi suéter sea el siguiente hasta que pronto visualizo la venda en donde se encuentra la mordida.
— ¿Es normal que no sané todavía? —le pregunto curiosa.
He estado inconsciente en el pueblo de Caden durante una semana, es difícil asimilar que el tiempo cuando uno se encuentra dormido sea corto pero al despertar parece como si hubieran pasado años, aunque para ser realista, el último sueño que tuve pareció tan real como si lo hubiera experimentado en carne viva, ya que el dolor por la muerte de los padres de Aneu fue tan intenso que aún siento un hueco en mi estómago y en mi corazón, añadiendo que aún aparento escuchar los gritos de toda la manada al ser asesinados y como si las llamas del fuego quemaran mi piel.