—¡Ay!
Por séptima vez vuelvo a caer de espaldas al intentar subir de un árbol, esto ya no suele ser gracioso como antes en donde bromeaba sobre mis habilidades lobunas, hoy más bien, comienzo a frustrarme más al darme cuenta que no soy una mujer lobo, por más que quiera ser optimista, los días transcurren y no veo una evolución en mi cuerpo. Lo único que he obtenido en los días anteriores son golpes, heridas y rasguños; debería ser tiempo que me rinda para serle sincera de una vez a Caden en decirle que no soy lo que él piensa, o al menos, lo que toda su manada cree, aunque la opinión de los demás hombres y mujeres lobo deben de haber cambiado ya al enterarse que, en sí, no tengo un oído agudo, un súper olfato, una extraordinaria fuerza y una increíble velocidad. Ni siquiera mis heridas o contusiones sanan, más bien, termine siendo siempre una humana ordinaria.
Dejo caer mi cabeza hacia atrás para sentir como al final de nuevo mi cuerpo se embarra de tierra mojada, últimamente, todo me ha dejado de importar cuando todos los días no hago más que terminaran rendida y sucia por los entrenamientos que las hermanas de Caden me han ofrecido, lo peor de ello, es que ellas siguen teniendo esa esperanza que pronto mis habilidades cobraran vida por su cuenta cuando menos lo espere, pero siendo sincera, ya no quiero seguir esperando cuando mi cuerpo está más que adolorido y cansado.
Ni siquiera de esta forma me sentía cuando Kilian me entrenaba, al menos en esa situación puedo decir que aprendí más rápido de lo esperado y por supuesto, no obtenía tanto golpes como los que he recolectado hasta el momento. Lo único que deseo es que esto se detenga, no puedo exigirle a mi cuerpo que dejé brotar aquello que quizás no tengo, pero el problema es que mi testarudez no logra entender que esto solo logrará que termine en un hospital, ya que aún dentro de mí, hay una parte en la que desea que siga intentándolo y aunque suena estúpido es la razón por la que sigo con los entrenamientos.
Dejo salir un bufido para mirar hacia la copa de los árboles en donde varios rayos de sol sobresalen de ellos, la voz de Halia es la única que hace que me levante al saber que viene corriendo hacia a mí para ayudarme, eso sin decir, que apenas al ponerme de pie, me sostengo del árbol del que me he caído para darles una mirada a las tres hermanas que tienen un rostro preocupado al ver que mi intento de sostenerme y llegar hasta la copa de los árboles con mis garras no ha funcionado.
Y la verdad, es que... ¿cómo funcionará si no tengo garras solo uñas?
— ¿Te encuentras bien? —Pregunta Valquiria.
—Sí, de todas formas, no alcance a llegar a la mitad del árbol —dije quitando varias hojas que se encuentran pegadas en mi ropa.
— ¿Segura que no te hiciste daño? —Repite Malika.
—Muy segura —suelto una leve sonrisa.
—Pues eso no es cierto, tu codo está sangrando. —Señala Halia.
Me miro el codo para darme cuenta que esté se encuentra sangrando al haber obtenido un buen rasguño que probablemente me lo hice mientras me deslice en el árbol y busque una forma para agarrarme, la cual termino por ser inútil.
— ¿Quieres dejarlo hasta acá? —Valquiria habla del entrenamiento.
En realidad, quiero que esto termine para que todos se den cuenta de una sola vez que no soy una mujer lobo, porque por más que quiera sacar esos poderes que los licántropos tienen, en sí, yo no los suelo tener.
—Sí, necesito un descanso… —Empiezo a caminar, pero está vez casi cojeando.
—Apóyate de nosotras. —Menciona Malika.
Pongo mis brazos encima de los hombros de Valquiria y Malika para darme esa pequeña ayuda de caminar hasta la casa, al parecer también me termine torciendo el tobillo, si no termine desnucada es porque Dios todavía desea que siga viva, porque con los golpes que he obtenido hoy de las caídas, es de menos que ya no quiera seguir intentando escalar árboles hasta que pueda ser suficientemente consciente de que tendré garras para agarrarme del tronco.
Samay suelta un suspiro en donde toma el lugar de Malika para ayudarme también a caminar hacia la casa, sinceramente, con las últimas tres semanas, ha sido imposible poder tener una conversación privada con ella cuando hemos llegado a tener todo tipo de interferencias, entre ellas fuera y dentro de casa. Lo único que puedo decir que últimamente parece no querer dejarme sola ni con las hermanas de Caden; esto es por lo mismo de que debe ser al tener desconfianza entre toda la familia Dankworth; sinceramente como guardiana, su papel solo es de cuidarme las espaldas, pero realmente también ha terminado por ser mi enfermera y consejera, en ciertos momentos en los que Valquiria o Malika no pueden encargarse totalmente de mí o de mis heridas.
Terminamos por llegar a la casa para ver cómo Malika abre la puerta mientras que Halia es la primera en entrar, apenas subo los primeros escalones cuando dejo salir un gruñido de dolor al saber que lo único que requiero ahora es una ducha, un descanso y tiempo para analizar que yo misma estoy arriesgando mi vida, tan así, que me veo como una masoquista en seguir con este entrenamiento cuando constantemente veo que no obtengo los resultados que todos esperarían de mí.
— ¿Qué te paso? —Llega Caden a la entrada de su casa.
Ni siquiera me animo en responder cuando busco la forma de que las chicas me lleven a mi habitación, pero en vez de que ellas me ayuden, Caden termina por agarrarme para llevarme pronto al segundo piso en donde le pide a Samay que me prepare la bañera.