El Secreto del Alfa

Capítulo 36: Verdad

Es interesante saber cómo tu vida puede cambiar en un instante con solo imaginar que hay algo o alguien en tú camino que llegará a acabar con toda tu felicidad para hacerte dudar sobre lo que debes de hacer para no sólo salvar tu pellejo, sino que también, para evitar que la situación empeore cada vez más.

Cada decisión es para tomarla en cuenta y por supuesto, con mucha cautela si no deseas cometer otro error más; sin embargo, a veces las decisiones son tomadas por otras personas que no te queda de otra que analizar en que te llegarán a afectar o beneficiar, y si de estas podrás sacar algo bueno o malo al final.

Realmente quisiera pensar que todo lo que me está sucediendo es obra del destino, pero en sí, esto parece haber estado sujeto desde muchos años atrás que, en sí, no veo forma de salir adelante con ello si puedo empeorar mi situación huyendo de este lugar. Lo digo porque además de brindar sospechas, también, no sé cuánto tiempo tardarían en encontrarme cuando ya tienen mi aroma; esto no es como escapar de un asesino en serie o de un extorsionador que lleva tiempo vigilando cada uno de tus pasos hasta cumplir con su cometido, no. Más bien, aquí se trata de supervivencia y saber quién es el más fuerte para salir vivo de esta batalla, donde hasta el momento, sé que no soy yo.

Por la mañana, fui llamada por Cian para que conociera mis resultados sobre la razón por la que aún no soy completamente una mujer lobo; desde el inicio supe que algo no estaba bien conmigo, pero con el paso del tiempo y más por mi estancia en esta manada he empezado a descubrir cosas de mí, que además de aterrorizarme, cada vez más me ponen en un mayor peligro.

Fue así que, al llegar hasta Cian, él con un rostro neutro, pero con unos ojos llenos de preocupación, me empezó a dar todo tipo de noticias que unas me eran inesperadas mientras que otras, estaban llenas de sorpresas y desilusiones que no sabía que decisión podía tomar cuando él mismo ya me la estaba ofreciendo, pero me estaba tomando tiempo en aceptarla antes que alguien se diera cuenta quién y qué soy en verdad.

Quisiera poder decir que con su propia forma de demostrar angustia hubieran causado un efecto nulo en mí porque es muy malo demostrando sus emociones, pero siendo sincera, estoy cautivada por el terror de lo que he descubierto que ya no sé si huir sea la mejor idea para sobrevivir o simplemente, debería esperar a que Caden haga algo por mí si le cuento la verdad.

De todas formas, él tendría que hacer algo… Es estúpido decirlo cuando nunca he necesitado que alguien cuide de mis espaldas, pero a estas alturas, no puedo defenderme entre más de cincuenta hombres lobo que con solo tres o dos, pueden asesinarme. Sin embargo, a lo que voy es que soy la mate de Caden, sin mí, sus años de vida se llegarán a desequilibrar a punto de que cada día su muerte a pesar que sea lenta, le quitara años de los que podría mantenerse en pie; quizás suene muy egoísta porque estoy utilizando un arma letal en su caso para que siga vivó, pero en sí, sabemos que, si también me asesina sin motivo alguno, no sólo la diosa de la Luna, sino que Licaón lo castigará al romper una de sus leyes.

— ¿Cómo podrás confirmar lo que dices? —Le pregunté.

—Tendré que llevarte a Breckenridge, Colorado. —Anuncia de forma inesperada. —Ahí podré saber si estoy en lo cierto. —Respiré profundo.

—Y, ¿qué pasa si no? —Inhala suficiente aire para que su pecho se hinche.

—No sé… No quiero utilizar otro tipo de fuerzas contigo cuando no sé si tienes poderes sobrenaturales. —Suspira.

— ¿Cuándo nos iremos? —Vuelvo a preguntar.

—Mañana, es un viaje largo y por supuesto, tendremos que tomar precauciones por si alguien nos persigue. —Supongo que lo dice por si nos persigue algún assasin o científico.

— ¿Qué le diré a Caden? —Empecé a cuestionarme sobre ello. — ¿Le digo la razón por la que nos vamos a ausentar mañana? —Niega.

—No, hablare con él y le diré ciertas cosas, aunque conociéndolo se quedara inquieto. —Asiento porque esa es la verdad. —Es mejor que aún no lo sepa. —Cometa. —Además, no tienes pruebas que confirmen que lo eres, aunque tus sueños y recuerdos lo manifiesten. —Comprendo lo que dice.

—Tienes razón. —Digo un tanto preocupada al saber de ello.

—Mañana lleva a Samay contigo, nos servirá de ayuda. —Enarqué la ceja.

— ¿Solo ella? —Digo extrañada.

—Sí, otro lobo de esta manada no toleraría por mucho tiempo el frío y la nieve; en cambio Samay, nació dentro de ello, por lo que se le hará más fácil. —Parece conocer detalles de ella de los que desconozco.

—Bien. —Apruebo lo que dice sin poner alguna excusa.

—Y si quieres, llama a Kilian —engrandezco los ojos al escucharlo decir eso —. Quizás él también pueda contribuir en esto.

Es lo último que dice antes de ponerle atención a uno de los libros que ha estado leyendo continuamente desde que llegué. Así que, sin más que decir, simplemente me doy la vuelta para marcharme de su territorio, ya que lo único que necesito por el momento es poder analizar todo aquello que me comento, como también, en poder diseñar un plan en mi cabeza sobre cómo le diré a Caden la verdad si al final, termino por ser una loba del invierno.

Al salir del refugio en donde mayormente pasa Cian, decido ir a casa con la esperanza de poder hablar con Samay y hacerle la referencia de que mañana podemos encontrarnos con Kilian en Breckenridge; realmente es una buena oportunidad para que podamos discutir sobre lo que me ha sucedido últimamente, ya que necesito un consejo de su parte a fin de que me ayude a tener una escapatoria por si las cosas no marchan bien y lo digo, porque un lobo del invierno no podría pertenecer al clan de los lobos de clima tropical.




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