El Secreto del Alfa

Capítulo 2: ¿Ojos Rojos?

Deje la bolsa del supermercado encima de la única mesa que tenía dentro de mi pequeño apartamento, apenas la cargue de tres bolsas que ni siquiera estaban llenas cuando empezó a tambalearse a los lados montando un show como si fuera una balanza; gruñí fastidiada para quitar las bolsas y tirarlos en el sofá café que por si fuera poco lo que ya tengo con la mesa, este mismo expulso una pequeña nube de polvo haciendo que tosiera al caerme en la cara. Agarre las cortinas azules para hacerlas a un lado y así poder abrir la ventana hacia arriba, saque mi cabeza por la pequeña ventana para ver cómo se encontraba el clima de hoy.

Pero al ver que seguía lloviendo y no había ni un rastro de sol; fui hacia la cocina y encendí la estufa para poner una olla de agua mientras guardaba las pocas cosas que había comprado del supermercado.

Puse mi peso en el respaldo del lavaplatos para esperar que el agua terminar por hervir; de la encimera, saque una caja y de ella, tome un pequeño sobre de té de frutos rojos, le quite el envoltorio y pronto lo deje en la taza azul.

Apague el fuego de la estufa y cuando iba a verter el agua en la taza para que el té despidiera su aroma y color; la olla de agua hirviendo se cayó de mis manos y casi me quema los pies cuando la música rock de mi vecino empezó a sonar.

Deje ir una maldición... Bueno, miles de ellas al ver que el idiota de mi vecino habían empezado a poner su música.

Y yo que deseaba sentarme en la ventana, ver la lluvia mientras tomaba un té y leía un libro; pero por suerte, mi vecino acaba de arruinar esa ilusión de mí.

Revolví mi cabello con mi mano para después recoger la olla y poner de nuevo otro poco más de agua.

Aunque la canción del grupo Kiss hizo que tarareara un par de veces su letra, después caí en la cuenta de que ya empezaba a aprenderme todas las canciones que aquel chico, hombre o viejo, o lo que fuese que sea; ponía seguido y no solo me dejaba a mí sino que también a mis vecinos vivir en paz.

He escuchado varias veces otros tipos de rock y si eso incluye los sucios pero ya estaba aburrida de los mismos grupos que sin querer comenzaba a cantar las frases de los coros.

Fui hasta la pared que nos dividía a ambos para empezar a golpear con mi mano aquella pared tapizada de gris, empecé a gritar a todo pulmón varias palabras entrelazadas de maldiciones para que se callará pero parecía que no entendía, no me escuchaba o solo me ignoraba como siempre.

Me mordí la lengua y contuve el aire por varios segundos para no ir a derribar su puerta y darle unos buenos golpes para que entendiera, gruñí y me aleje de la pared para ir a buscar algo con que taparme los oídos pero pensé que quizás debería comenzar a comprar unos tapones, quizás solo así deje de escuchar todo.

Cuando el agua ya había terminado por hervirse, la eché en la taza y le di unos giros al pequeño sobre de té para irme a mi habitación y darle un portazo a la puerta, solo así el ruido desaparecía un poco. De todas formas, no tenía mucho que hacer y a la vez, no podía hacer tanto además de ver el clima y leer o dormir.

(...)

A las cinco de la tarde, el sonido de la música termino por cesar, así que salí y me encamine por la sala para hacer una pequeña limpieza en aquella alfombra rasgada y sucia; me entretuve un buen tiempo recogiendo unas tiras de papel y unos envoltorios de papas mientras contaba los minutos para irme a trabajar.

No es que me emocionara, pero es lo único productivo que hago en el día. Antes de poder levantarme del suelo, me caigo de espaldas a escuchar un estruendoso golpe en la pared y seguido de ese, otro pero que posiblemente fue en el suelo, pensaba que todo había sido producto de mi imaginación pero no, a los minutos el sonido de una mesa al romperse fue lo que hizo que abriera los ojos y corriera a mi habitación para dejar lo que estaba haciendo, no es que tuviera miedo, sino que temía de que las paredes me cayeran encima y muriera enterrada en tanto yeso de la pared.

Espere unos minutos más para que el silencio llenará todo rincón del lugar para yo poder salir de mi estúpido escondite; aunque con puntillas me fui acercando a la pared donde ahora parecía tener una grieta por el golpe, solo farfulle molesta y puse mi oreja en la pared para poder escuchar algún que otro sonido, pero apenas alcancé a escuchar unos gruñidos, una respiración agitada y por supuesto unas cuantas palabras.

Al momento en que quite la oreja, un aullido fue el siguiente en dejarme asombrada hasta mis oídos empezaron a arder del dolor, me los tuve que cubrir ambos para dejar de escuchar ese aullido profundo, llenó de dolor y agonía, debía de dejar de sentir de alguna formar ese extraño sonido que provocaba en mí, muchas emociones.

A los minutos se dejó de escuchar, para ese entonces mis oídos zumbaban y por su fuera poco, pensaba que mi tímpano había explotado al no escuchar nada además de un sonidito incómodo. Me levante y decidí irme de mi apartamento, ya que si mi vecino continuaba con sus fechorías, sería la primera en poner una queja ante los dueños del condominio y decirles que revisaran el apartamento de aquella persona para que averiguaran que tipo de sacrificios hace dentro de su habitación con animales.




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