El Secreto del Alfa

Capítulo 3: Conversaciones ajenas.

— ¡Vamos Justin, corre!

Le grite a mi amigo quien se encontraba a una distancia de diez metros lejos de mí; ambos salimos por la mañana al correr al parque después de que la noche anterior apostáramos en una carrera desde su casa hasta mi apartamento, el ganador invitaría al otro a comer comida gratis en Piben's Restaurant, es rara la vez que ambos vamos junto con Elaine y Molly a comer en ese lugar, ya que la comida al ser costosa pero muy deliciosa, hay veces que no nos podemos dar el lujo de ir por el poco dinero que ganamos mayormente.

Lo que no sabía Justin es que yo seguía siendo la mejor corredora de todo Portland, por el hecho de que, desde pequeña he sido buena en las carreras y a su vez, he obtenido medallas de primer lugar al hacer carreras de un cierto número de metros. Eso sí, a mi adolescencia lo dejé de hacer, tuve demasiados problemas que hicieron que dejará a un lado mi deporte favorito para concentrarme en otras cosas que serían más importantes en mi vida pero eso sí, aún mi habilidad no ha desaparecido en mí, en vez de eso, veo como sigo siendo de ágil y rápida.

Dejó de correr al darme cuenta que he perdido de vista a Justin; me doy aire con la mano mientras me acercó a un árbol y tomó un poco de sombre debajo de él. Hace calor y la botella de agua que llevaba conmigo, ya no tiene agua, así que solo dejó que mi respiración se normalice para seguir con mi camino; espero varios minutos a Justin hasta que lo veo aparecer en el camino con muchas gotas de sudor en su frente y con la lengua afuera de su boca; me parto de la risa y caigo al suelo al ver que pronto él se tropieza y casi termina por caerse mientras maldice por sucederle tales cosas.

— ¡Bien! ¡Ríete! Que como dice la frase: “Quien ríe primero, ríe por último"—agregó con voz entrecortada por el poco aire que entraba en sus pulmones.

—Puedes rendirte si quieres—le sonreí victoriosa.

—Eres tramposa, ¿cuándo me ibas a decir que eres profesional en esto?—Encogí los hombros.

—Lo había olvidado, no quería presumir de lo buena que soy corriendo—Justin puso los ojos en blanco.

—No puedo más, me duelen las piernas y mi corazón está a punto de salirse de su lugar—se puso la mano en el pecho.

—Eres un exagerado—puse mis manos en mis caderas—. Vamos, te invitó a tomar agua en mi casa. —Él enarco su ceja.

—Por Dios, eso se llama pobreza. Por lo menos un café o un té hubiera llegado a convencerme más rápido—camino a mi lado.

—No te quejes. Me debes una invitación a Piben's Restaurant y si no me llevas cada día te molestaré para que lo recuerdes. —Musito una maldición.

—No queda de otra. —Suspiró.

Caminamos hasta mi casa con pasos más lentos y cortos, ya que a él se le dificultaba seguir caminando sin detenerse por el hecho que no descansó mucho sus pies cuando nos encontrábamos en el parque.

Empezamos a hablar sobre diversas que habían sucedido en la semana, las cuales yo preferí mejor escucharlo a él, en vez de comentarle que toda la semana he escuchado ciertos aullidos extraños por la madrugada cerca de los apartamentos como también un día que subí al sótano de arriba para traer una escalera y arreglar la pared, un ruido en el techo como si se trataba de las patas de un animal caminando fueron los que me llamaron la atención pero fue inevitable no haber agarrado ese mismo día una escoba y golpear la punta con el tapiz del techo haciendo que los pasos dejaran de escucharse hasta que un enorme golpe se escuchó; donde por la mañana en el techo encontraron los restos de un animal desangrado y muerto con varias mordidas en su cuerpo.

No le había tomado mucho interés a la situación por el hecho de que quizás alguno de mis extraños vecinos podrían ser los que estaban invocando algún espíritu maligno por medio de la magia negra y más porque el principal sospechoso para mí, es mi vecino de al lado, el cual sigue sin dejarse ver y pocos han visto su aparición, ya que se ha escuchado que mayormente por la noche suele salir y llega muy de mañana. Suponiendo que debe de tener un trabajo nocturno o pueda ser que su trabajo sea llamar demonios o hacer una especie de ritual para su beneficio.

No me gusta dudar de esa manera contra otras personas, pero si no puedo tolerarlo con su música infernal por las mañanas, seguiré dudando de él, hasta que alguien me diga que pueda haber sido una alimaña que haber asesinado a ese pobre animal.

— ¿Cuándo pensabas llevarme en tu motocicleta?—Arqueé la ceja a lo que me decía Justin.

—Yo no tengo ni una motocicleta. —Ni siquiera puedo manejar un auto, ya voy a poder andar en una motocicleta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.