El Secreto del Alfa

Capítulo 14: Trampa para un depredador

Mataré a Adrién.
Mataré a Vernon.
Y por supuesto, mataré a Caden.

¿Cómo se les ocurre a los tres que seré capaz de hacer una trampa para un depredador? Es decir, a Elaine ahora que es una mujer lobo.

Ni siquiera se me ocurrió al principio como salir de aquellos lujosos apartamentos cuando en la habitación de Adrién se encontraba un enorme agujero, hasta casi se me llega a salir el corazón del pecho cuando tocaron la puerta y abrieron con la llave de la recepción. Y las voces de los empleados y del gerente del hotel sonaron impresionadas y atónitas al ver el enorme agujero en la pared en donde Elaine había salido corriendo y eso sin decir que ninguno de los hombres se explicaba que objeto podría haber hecho el agujero que ahora presentaba una vista panorámica de otro edificio más pequeño.

Ahora no sé cómo saldré de esto sin que sospechen que he sido la única que he quedado en la habitación; empiezo a ahogarme al seguir en el ropero de Adrién cuando escuchó susurros de una posible investigación hacia aquella habitación nombrando el dueño y los visitantes que han llegado a verlo.

Casi maldigo porque seré investigada por agentes policiales mientras que Caden, Adrién y Vernon se saldrán con la suya porque son mitad lobo, haciendo que puedan escabullirse sin necesidad que alguien les siga las huellas. Mientras tanto yo, debo de buscar una manera para huir.

Cuando todos los hombres se marchan para dar paso a una llamada telefónica dirigida a los oficiales, salgo del armario para tomar una bocanada de aire intentando no seguirme ahogando en aquel espacio pequeño con varias prendas de Adrién que además de oler a hombre huelen a perro.

Observo de nuevo el tamaño del hueco de la pared y casi perfecciono la idea que parece como si una bola demoledora haya querido destruir parte de la habitación del mejor amigo de Caden, maldigo al saber que si Adrién hubiera mantenido su boca cerrada, Elaine no sé hubiera terminado en convertir en una bestia hasta salir huyendo molesta por la noticia que debía de irse de Portland debido a su nuevo cambio de vida humana.

Acarició mi cabeza y busco la manera de huir de aquel lugar, pero me es imposible al imaginarme que afuera del apartamento debe de estar un empleado cuidando e intentando capturar al dueño de dicha habitación, la posibilidad que salga sin que sospeche que estuve dentro es nula, por la sencilla razón que me fije que habían cámaras en los pasillos y eso es lo poco al saber que tienen mis documentos registrados por la visita que le he dado a Adrién.

Estoy a punto de gritar cuando alguien entra por el mismo hueco haciendo que retroceda pero pronto me caiga al tropezarme con un trozo de ladrillo; seguido de ello, abro mis ojos en grande y me encuentro a un lobo café con blanco que se me hace conocido y eso sin decir que antes de poder ignorar mi presencia, se marcha unos segundos a la sala hasta escuchar un ruido extraño donde en un aproximado de cinco minutos en frente de mí, aparece un chico, de la misma edad de Caden y Adrién.

— ¡Uf! Eso estuvo extraordinario—se rascó la parte de atrás de su oreja.

Enarque la ceja y pronto él fijo su mirada en mí, sus ojos chispeantes de alegría dieron una rápida evaluación a mi cuerpo haciendo que me sintiera incomoda, hasta el punto de levantarme y sacudir la parte de polvo y granito que se ha quedado pegada justo detrás de mis pantalones y bolsillos.

— ¿Gemma?—preguntó con voz inocente.

—Sí. —Respondí dudosa.

—Soy Baltazar Penfold, pero puedes decirme Balto. —Alargó su mano a la cual no dude en darle la mía para recibir su saludo. —Caden me llamó para ayudarte a escapar del lío que hizo tu amiga. —Él le dio una mirada a toda la habitación. —Y sí que es un gran lío. —Suspiró.

¿Caden me mando a una clase de perro guardián para que me ayude a escapar?

Lo que me faltaba en el día, tener que conocer a otro hombre lobo y esta vez tener que aceptar su ayuda debido que debo de seguir el plan de Caden para poder hacer que Elaine vuelva a su estado normal de humana antes que las cosas marchen de una peor manera.

— ¿Cómo saldremos?—pregunté.

—Sencillo. Subirás a mi lomo y evitaras gritar para no hacer una escena dramática y de película. —Sonrió.

De lejos se puede observar que Balto se encuentra más seguro de sí mismo que cualquiera persona con mucho optimismo; quisiera decir que confió en él pero con solo saber que saltara de un edificio de casi diez pisos y varios metros sobre el suelo me hace sentir insegura.

— ¿No hay otra opción?—sugerí.

—Si quieres salir por esa puerta y sospechen más que estabas presente en el momento que se dio este agujero, considéralo que para mí, no hay problema—rodé los ojos.




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