El Secreto Del Conde

Capítulo 7

Aitasis escupió a un lado y vio su saliva mezclada con sangre.

Sus manos estaban atadas en dos extremos como si fuese a ser crucificada, su vestido de seda estaba lleno de sangre por los fuertes latigazos que le habían dado.

<<Esto no es nada comparado con lo que me hacía pasar el Sensei>> pensó.

—¡Habla de una buena vez Aitasis! —exclamó uno de los hombres que estaban en el sótano. Había siete en total sin contar al jefe, el cual se había mantenido callado mientras tomaba sentado una copa de whiskey.

Uno de sus hombres alzó el látigo y Aitasis contrajo los músculos para recibir el golpe.

—Detente—ordenó el jefe. Aitasis abrió los ojos y vio como este se acercaba a ella.

—Aitasis Wallase—comenzó a decir mientras se colocaba las manos atrás. Aitasis nunca había podido deducir la edad del jefe, ya que el rostro de este se encontraba lleno de cicatrices. Siempre vestía de negro y sombrero de ala.

—Siempre pensé que eras una mujer distinta a las demás—continuó este—desde el día en que burlaste mis hombres y saboteaste mis peleas callejeras ilegales ¿lo recuerdas? Fue hace seis años, tenías tan solo dieciocho. En ese momento pensé en adoptarte, porque creía que eras como yo. Pero resultaste ser de la clase alta ¡Hija del magistrado! Aitasis yo veo en ti lo que tu padre nunca verá, únete a mí.

Aitasis sonrió—Estaba cien por ciento segura que decidiste traerme aquí para eso y no porque te importara la maldita mercancía de opio que dejé caer “por accidente” al mar

El silencio se hizo patente. Los hombres del jefe habían estado intentando sacarle esa información a la fuerza.

—¡Jefe! —Exclamó el que tenía el látigo—déjeme a…

—¡Silencio! —exclamó el jefe y luego la miró. Aitasis le sonrió con descaro—Aitasis sé perfectamente que piensas igual que yo. La justicia en este país es una completa farsa, cobija demasiado a la aristocracia en general. Tu muy bien sabes tú padre es un perro faldero de la cámara de lores

—Al igual que tus hombres son tus perros falderos y tú eres perro faldero del contrabando—le dijo ésta—Inglaterra está llena de malditos perros falderos

El jefe se acercó a ella  y le tomó el rostro bruscamente.

—Eres la cazadora de marqueses, lo descubrí hace poco. Y también sé porque los estás asesinando

—Me muero por escuchar tu teoría

—Al igual que yo quieres acabar con la aristocracia y en estos momentos el número de marqueses en mínimo. Estás sembrando terror en los demás títulos nobiliarios

—Felicito a tu fuente de información. Si la hubiésemos tenido para rastrear a los franceses, sin duda hubiésemos ganado la guerra más rápido

— ¡Señor! ¡Señor! —Exclamó un hombre al entrar al sótano—tenemos que salir de aquí

—¿Qué sucede? —preguntó el jefe

—los diez hombres que estaban en la entrada han sido asesinados. Ahora que venía para acá sentí algo señor. Hay alguien aquí aparte de nosotros

Todos miraron a Aitasis. El hombre del látigo fue el primero en hablar.

—señor ¿será posible que esta mujer…?

—No—lo interrumpió el jefe—ella trabaja sola

—¿Entonces?

—No tengo la menor idea, pero será mejor que no nos arriesguemos—el jefe la miró—mi propuesta seguirá en pie Aitasis, pero si te vuelves a meter con algunas de mis mercancías lo pagarás caro

—Señor ¿Qué hacemos con ella?

En ese momento Aitasis escuchó un ruido. Sabía perfectamente que ella había sido la única que lo había escuchado, había desarrollado todos sus sentidos a lo largo de su entrenamiento. Miró hacia arriba y vio una sombra.

El jefe se estaba marchando con sus hombres y la había dejado con el del látigo y otro más.

—Me ordenaron retenerte aquí por una hora más—le informó

Aitasis vio la sombra una vez más.

—Nunca he podido entender el interés que tiene el jefe en esta perra, Frank—le dijo el otro



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En el texto hay: espias, nobleza, detectives

Editado: 07.06.2020

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