Agnes le apretó el corsé a Aitasis y ésta gimió.
—¿Más? —preguntó Agnes
—Mas
Agnes frunció el ceño y Aitasis le sonrió a través del espejo—¿Hasta cuándo va a durar tú enojo?
—¿Cómo pudiste hacerle eso a tú cabello Aitasis?
El cabello de Aitasis ahora tenía un tono castaño oscuro, su cabello liso estaba pulcramente rizado con la ayuda de Agnes. Llevaba un vestido rojo demasiado revelador, sus pechos amenazaban con salirse en cualquier momento y dejaba ver una buena porción de piel.
—Agnes no seas dramática es sólo un aceite ¿De acuerdo? Puede quitarse con agua, más bién aplícame más bálsamo para labios, no están tan rojos. Recuerda que tengo que parecer una prostituta
Agnes resopló—Pareces una cortesana
—¿Y cuál es la diferencia? ¿Que la una se revuelca en sábanas de seda por una fortuna y la otra en un callejón por monedas? Lo siento Agnes pero la meta es la misma, tanto la cortesana como la prostituta venden su cuerpo por dinero—Agnes negó con la cabeza y le aplicó el bálsamo—¿Qué tal estoy?
—Muy loca
Ésta se echó a reír—Lo sé
—Tú y el hermoso están completamente locos
—¡Aitasis! ¡¿Bajas o te voy a buscar?! —le gritó Uriel desde el primer piso
Aitasis lo ignoró y se acomodó los rizos. —¡Mejor venga a buscarla! —le gritó Agnes
Aitasis la miró a través del espejo—Me traicionaste
Agnes rodó los ojos—Sí claro
Se escucharon unos pasos en el pasillo y a continuación Uriel tocó la puerta.
—Pase milord—le dijo Agnes y este lo hizo. Uriel iba de negro como siempre de pies a cabeza, este se quitó el sombrero y Aitasis sonrió ante la expresión de asombro de este.
Aitasis se puso de pie y lo miró—¿Me veo delicioso hermoso?
Este tomó aire—Sólo dime que lo que sea que le hiciste a tú cabello tiene remedio
Aitasis le sonrió—No hermoso
Agnes suspiró—Si tiene remedio milord
Aitasis se cruzó de brazos—Agnes deja de traicionarme
—Más bien deja de comportarte como una niña—le dijo ésta—¿No se supone que es una misión seria?
—¿Y? me gusta divertirme en mi trabajo
Uriel se acercó a ella y le tiró una mirada asesina—Aitasis esta misión no puede fallar ¿Y sabes por qué? Porque se supone que yo estoy en la maldita Escocia, entonces... limítate a obedecerme. Uno solo Aitasis, un solo indicio de rebeldía y estás fuero de todo ¿He sido claro?
Aitasis se puso firme, lo miró seriamente y asintió—Si señor
Uriel asintió y luego miró a Agnes—Le mandé una nota a Lizzie, es alguien de mi entera confianza. Ella tocará tres veces la puerta y sólo así abrirás Agnes; ella te hará compañía aquí. No puedes salir bajo ninguna circunstancia ¿Quedó claro?
Agnes asintió—Si milord
Uriel suspiró—Muy bién, en marcha
Aitasis y Agnes salieron de la habitación; a continuación Uriel cerró la puerta.
—Supongo que conoces alguna ruta secreta para entrar a Newgate ¿No hermoso? Así me ahorras el tedio de tener que caminar tejados—le dijo Aitasis mientras bajaba las escaleras
—Hay varias, incluso conducen al mismo calabozo a dónde vamos. Lo que tengo que hacer es reforzar la seguridad, ya que ellos se darán cuenta de que hay uno
—Si es que no se dieron cuenta ya
Uriel abrió la puerta y la dejó salir. Luego miró a Agnes.
—Te encargo la casa Agnes y recuerda lo que te dije: tres golpes. Si dan más no abras
Ella asintió—Si milord, mucha suerte. Yo sé que... es estúpido puesto que Aitasis es muy fuerte pero... cuídela por favor.
Uriel asintió y le sonrió—Lo haré—y al decir esto cerró la puerta.
Aitasis ya se encontraba en el coche de postas, luego Uriel se sentó frente a ella y se pusieron en marcha.
—Nunca te he preguntado cómo fue el encuentro con la cazadora de marqueses aquella noche en la fiesta de St. John
Aitasis suspiró—Todo eso me dejó muy confundida ¿Sabes? Nunca pude verle el rostro, tenía una máscara de cuero horrible... pero hay algo que no...
—Cuéntame—le pidió Uriel
Aitasis lo miró—Logré rasgarle un poco el vestido y tenía marcas de kanjis japoneses y eso no es todo... por debajo de la máscara salía su cabello y este no era rubio sino negro
—¿Negro? ¿Estás segura? Mi hermano y mi cuñada la vieron cara a cara y afirmaron que es rubia
—Quizás le está dando color con aceites como el que utilizo
Uriel asintió—Puede ser
—Por un momento llegué a pensar que era japonesa
Uriel entrecerró los ojos—Cuando tuviste que dejar de ser una ninja del gobierno japonés, ¿Lo hiciste por la puerta de enfrente o por la de atrás?