Estaba tan cansada de la vida de ciudad, obsesionados lectores que no dejaban respirar y me acechaban para continuar una novela que decidí cancelar. El aire helado con olor a sal y pescado golpea mi cara poniéndola roja, el aire entra inmediatamente por mis pulmones con facilidad, por primera vez en mucho tiempo no me hacía falta mi inhalador. Reviso la dirección que me mando mi agente, la nota estaba arrugada y apenas era legible, me había conseguido una pequeña casa cerca del mar y de un muelle, donde rara vez había personas, eso último siendo sentado por varias críticas de antiguos inquilinos, no había mucha información ni nada que destacar, lo cual era bastante interesante.
Al caminar entre el pueblo, noto como soy señalada por las personas que ya vivían allí, a lo lejos veo el muelle y no obstante la casa. Paredes color verde menta, con madera blanca que no combinaban para nada con lo nublado que se estaba poniendo el clima, de oler a sal pasa a oler a humedad. Trato de usar mi celular, pero no había señal, ni Internet, arrojo este, por un lado, mientras me siento en el sillón que se encontraba en la sala sin importarme realmente que aún tuviera el plástico.
El camión de la mudanza no se hace esperar y salgo a explorar un poco, mientras algunos transeúntes saludan felizmente, estaba demasiado frío para ser Julio, considerando que de dónde venía el calor era extremo. Un viejo faro llama mi atención a la lejanía, decido caminar hacia esa dirección, viendo al joven más de cerca. Pelo negro, ojos café intenso que miraba el mar con demasiada intensidad.
Este se voltea directamente a verme, no había notado mi presencia a pesar de dirigirme hacia él.
La lluvia comienza a hacerse más fuerte, trato de regresar, pero él llama de nuevo mi atención.
Si un chico guapo me hubiera invitado a su casa a entrar en la ciudad, sin duda hubiera aceptado, pero él tenía una vibra que me hacía dudar. Sonríe amablemente, le doy la espalda. Me sentía extraña, tras esa visita al regresar a casa y ver la nota que decía que mañana regresaban, hace que la calma vuelva a mí, subo a la habitación, abro las cortinas y entro a las cobijas para dormir con la vista hacia el mar picado, el chico era extraño, pero era lo suficientemente apuesto.
El sonido de algo quebrándose combinado con gritos me hace despertar abruptamente bajo sin ponerme las pantuflas para darme cuenta de que un árbol había atravesado mi ventana, el agua se estaba colando por la ventana quebrada haciendo que entre el agua.
Trato de tapar con sábanas en lo que espero que el clima pase enciendo mi computadora, ya nada me iba a dejar dormir, agua proveniente del segundo piso hace que deje mi computadora resguardada en un cajón para darme cuenta de la gran gotera que se colaba, la casa era hermosa, pero estaba hecha mierda por dentro.
Tendría que buscar otro lugar para vivir, no quiero pensar en cuanto me costaría arreglar todo este daño.
Guardo mis cosas rápidamente cuando el viento empuja más fuerte la rama haciendo que me golpee, estaba aturdida y solo miraba luces sin ver realmente. Gracias a eso la ventana termina de romperse completamente, pedazos de vidrio se esparcen mientras a gatas camino hacia arriba, el grito se escucha más fuerte y por alguna razón el sonido de un barco hace que retumbe mi cabeza.
Sin darme cuenta un vidrio se entierra en mi mano, el dolor hace que sueño se aleje.
Camino más rápido para refugiarme escondiéndome debajo de la cama, sostengo mi mano mientras trato de localizar mi celular, pues esperaba tener un poco de señal tan siquiera para llamar a emergencia, el viento era tan fuerte que ni siquiera me dejaba salir.
Estaba asustada porque sabía si salía de este posible lugar seguro acabaría como un personaje de la saga de ‘Destino Final’.
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Editado: 30.03.2023