El Secreto Del Guardaespaldas

CAPÍTULO 1

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Mary se encontraba en la cocina, picando verduras en silencio, mientras meditaba en los acontecimientos de las últimas semanas. Don Alonso, su patrón, quien había permanecido como un viudo solitario desde, al parecer, mucho antes que ella entrara a trabajar a esa casa, se había vuelto a casar con una joven muy agradable y los cambios que trajo a la rutina de la casa fueron muchos y muy notables. Para empezar, habían despedido a Rosaura, la antigua cocinera, porque había tratado muy mal a la nueva señora de la casa desde el momento en que esta llegó. Para reemplazarla, habían contratado a la mamá de Rafael, la señora Aurora, quien resultó increíblemente amable y eficiente. Todos estaban muy a gusto con ella, tanto los trabajadores como los patrones. Mary mucho más, pues la anterior cocinera siempre había sido una auténtica tirana que trataba a todos con la punta del pie.

Aunque no todo había sido miel sobre hojuelas con estos cambios. Desafortunadamente, a raíz de la boda de los patrones, ellos habían vivido situaciones bastante difíciles y peligrosas que habían puesto en riesgo su vida, incluso la de Rafael, quien había salido herido durante un atentado perpetrado contra don Alonso.

Mary soltó un suspiro pesaroso pensando en el joven chofer y guardaespaldas de don Alonso. ¡Cómo le gustaba Rafita! A pesar de ser un hombre tan serio y callado, ella estaba enamorada de él en secreto, casi desde el mismo día que llegó a trabajar ahí. Pero él la ignoraba por completo y casi nunca le dirigía la palabra, lo cual a ella la frustraba muchísimo.

Sabía que él tenía un pasado difícil. Rosaura, antes de que la corrieran, se había encargado de advertirla cuando llegó a esa casa. Le decía que Rafael era un asesino despiadado, que había matado a su propio padre, que era peligroso, que no entendía cómo es que don Alonso lo mantenía en esa casa, que no se le acercara. Pero Mary no pensaba igual, porque el patrón y su actual esposa se notaba que le tenían genuino aprecio a Rafa, que confiaban plenamente en él y no le tenían ningún recelo. Además, doña Aurora era una mujer muy noble, muy amable y generosa. Ella había educado a su hijo como un caballero, se notaba. Y Mary suponía que, si Rafael había cometido ese crimen, sus razones muy poderosas tendría. Aunque nunca se había atrevido a cuestionarlos, ni a él ni a su mamá. Ella sabía que era una imprudencia muy grande hacer algo así y, por lo mismo, se había resignado a mantener sus sentimientos en silencio consciente de que jamás sería correspondida.

— Estás muy callada, Mary. — Le dijo doña Aurora desde la estufa, donde revolvía el contenido de una olla. — Y muy seria... ¿Te sientes bien?

— Sólo pensaba. — Respondió la joven, soltando un profundo suspiro, tratando de disimular. — En lo difíciles que fueron los últimos meses para los patrones. Bendito Dios que ya terminó esta pesadilla.

— Sí, gracias a Dios volvió la paz a esta casa y ya terminó todo eso. — Asintió la mujer. — Me alegra mucho que doña Sofía y don Alonso puedan estar tranquilos y ser felices. Se lo merecen.

— Yo creo que todos. — Asintió Mary con una sonrisa genuina. — Incluso usted y su hijo. También les tocaron parte de los trancazos. ¿No? En serio me alegra mucho que ya todo se haya solucionado para bien.

— Tienes razón. Yo también estoy muy agradecida de que ya todo haya terminado.

Aurora sonrió discretamente y siguió moviendo la olla en silencio.




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