El Secreto Del Guardaespaldas

CAPÍTULO 2

★━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━★

Mary estaba en el sótano, doblando unas sábanas que sacaba de la secadora, cuando bajó Rafael al gimnasio. Al verla, dudó por un momento y se dio la vuelta para regresar a la cocina.

— ¡Rafa! — Gritó la joven, haciéndolo detenerse, pero sin volverse a mirarla.

Ella soltó un bufido de frustración.

— ¿Sabes una cosa? Estoy harta, más que harta que me trates de esa manera. Que cada que me ves salgas huyendo como si yo apestara. Que me niegues siquiera el saludo. ¿Qué carajos te hice para que me humilles así? ¿Por qué me odias tanto?

Él se giró lentamente hacia ella, manteniendo la mirada baja y negó con un gesto.

— No te odio. — Dijo simplemente.

— ¿Entonces? — Demandó ella con un ademán de impotencia. — ¡Ni siquiera toleras mirarme a la cara cuando estás frente a mí! ¿Qué diablos te hice?

Rafael levantó el rostro y la miró fijamente. Mary se sorprendió al ver tanto dolor y tristeza en su mirada.

— Me gustas... — Dijo él en voz baja, empezando a caminar hacia la joven. — Me gustas muchísimo. Desde el primer día que llegaste a esta casa me gustaste y no puedo dejar de pensar en ti. Pero eres alguien a quien no puedo aspirar. Tú eres una buena persona, eres honesta, eres decente y yo... Yo no tengo nada bueno qué ofrecerte.

— ¿Por qué? — Musitó ella, sin poder evitar que una lágrima escurriera por su mejilla. — ¿Porque mataste a tu papá y estuviste en la cárcel por eso?

Rafael la miró profundamente sorprendido.

— ¿Desde cuándo lo sabes? — Demandó.

— Desde siempre...

— ¿Y no te importa? — Preguntó él, extrañado.

— Nunca me ha importado. — Negó Mary, llorando abiertamente. — Sobre el corazón no se manda. El cerebro puede decir una cosa, pero el corazón siempre dice otra. Y el mío dice que te amo, y que te amará siempre, no importa qué.

Rafael sintió como si un rayo lo atravesara al escuchar eso, cerró los ojos y dejó escapar un profundo suspiro. Inesperadamente, se abalanzó sobre Mary, abrazándola y la besó vaciando todos los sentimientos largamente reprimidos en ese beso.

Cuando terminó de besarla, permanecieron abrazados, Mary se apoyó en su pecho y soltó una breve risa.

— Eres un idiota. — Murmuró.

— Lo soy. — Admitió él con los ojos cerrados. — Me conformaba con admirarte de lejos, porque temía que me rechazaras al saber lo que hice.

— No sé los detalles, pero no me importan. — Negó ella, encogiéndose de hombros. — Los patrones te adoran y no reniegan de ti. Eso, para mí, es más importante que cualquier otra cosa, porque habla muy bien de ti.

— Gracias. — Musitó él, besando su cabello y manteniéndola abrazada. — Te lo voy a contar todo. Creo que es necesario que lo sepas, para ver si en realidad quieres estar conmigo sabiendo la verdad. Pero no ahora. Déjame seguirte abrazando. No quiero soltarte todavía. ¡No tienes idea de cuánto soñaba con hacer esto!

Mary volvió a reír suavemente, y siguió apoyada en el pecho de él, disfrutando también de ese momento.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.