Jack
Mi última misión por hoy es atrapar a un grupo de revoltosos que causan estragos en la muralla que protege a la ciudad de Alhamia. no tardo en encontrarlos y ellos a mí. Se han traído a un grupo de practicantes de enfermería y las están amenazando con dagas pequeñas. Su reacción cuando ven al superhéroe Mastermind no tiene precio, algunos se asustan y otros se enojan y tratan de correr hacia mí, como si fuera cosa de todos los días (y lo es), los esquivo, golpeo algunos, recibo un golpe con una varilla de hierro y, ya enojado, hago que sus dagas salgan volando y aterricen suavemente hacia mi mano.
— ¿No tienen nada que hacer un jueves en la noche? —les digo con una voz más grave que la mía (para que no me reconozcan en mi forma de civil).
Presiono un botón en la manga de mi traje que alerta a la policía y me animo a dar una pelea contra esos revoltosos, se nota que no tienen experiencia peleando porque no me tardo tanto tiempo en dejarlos tirados en el suelo y proteger a las practicantes en lo que llega la policía, lo que para mi suerte no tarda en pasar, tengo un examen mañana y ya he perdido mucho tiempo con estos chicos.
— Gracias, Mastermind, ¿quieres unirte al interrogatorio? —me agradece uno de los oficiales.
— Me gustaría, pero tengo un compromiso que atender —un examen de Economía, apenas he estudiado—. Los dejo, oficiales, gracias por su ayuda.
Se despiden mientras floto por los aires intentando llegar a mi casa, esta vez tendré que llegar con mi traje para no perder el tiempo en el complejo de Legendarios, donde mis compañeros y yo nos organizamos para salvar al mundo y esas cosas. Después de recibir el permiso de la capitana de llevarme el traje a casa, entro por mi ventana y aviso formalmente a mis padres que ya llegué.
— ¡Ya llegué!
Al ver que ya casi es media noche me quito el traje, aventándolo donde nadie pueda verlo, y me duermo, esperando tener suerte en ese examen y que los golpes de esos revoltosos dejen de doler.
Me despierto un poco adolorido por la pelea de noche, jamás pensé que tendría que pelear con tanta gente, pero lo logré y Daniel tendrá toda una historia para contarme todo el día, si no es que toda la semana, él es fanático de estas cosas. Pero no tengo que ir a una pelea o a un edificio a punto de derrumbarse, hoy solo tengo que ir a la escuela y a la casa de Daniel para seguirle el cuento con todas sus fantasías. Afortunadamente es otoño y tengo el lujo de poder usar camisetas de manga larga para tapar mis pequeñas heridas sin morir por un golpe de calor, el año pasado sudé como nunca en mi vida por otra pelea estúpida que alguien más pudo haber resuelto rápidamente, pero siendo yo el más cercano no me quedó de otra.
Al bajar las escaleras veo a mis padres desayunando y hablando de mí seguramente, regresé un poco tarde. Mamá ya está lista para ir a su empleo como publicista de Arkom, es una de las empresas más importantes que hay en todo el continente y pocos pueden obtener el trabajo de mamá, es una empresa de tecnología que ha hecho que la ciudad deje de parecer un vertedero. Al bajar, mi presencia los molesta, ser responsable debe ser un crímen para mí porque me impiden ir a la escuela.
— Hijo, ya hablamos de esto, debes quedarte en casa —me reclama mamá antes de darle un mordisco al tocino que preparó papá—. Hablaremos con el director luego.
— Estoy cubierto, no se ve nada y no quiero repetir lo del semestre pasado —falté demasiado por tener que recuperarme de peleas leves y por suerte no reprobé porque me maté estudiando toda una semana para ponerme al corriente—. Además, no fue tan grande, he estado peor.
— Jonathan, ¿podrías decirle a tu hijo que se está arriesgando demasiado?
— Papá, ¿podrías decirle a mamá que estoy siendo un alumno responsable y no estoy haciendo nada malo?
Él está en la cocina lavando los trastes usando su delantal morado y guantes azules, él se queda a hacer el quehacer mientras mamá va a trabajar; muchas veces no está enterado de lo que pasa y por eso mamá lo tiene que mantener informado muchas veces.
— Hijo, tal vez deberías quedarte en casa, no queremos que Daniel termine por saberlo y regar todo.
— Tengo un examen de Economía, si no lo hago reprobaré —estando en el último año de preparatoria tengo que preocuparme más que nunca por mis calificaciones, no quiero ver cómo todos se gradúan y yo me quedó aquí y todo por culpa de algo que no quiero y no pedí.
— Pero no saldrás con tus amigos en la tarde, ¿Y si los asaltan y tienes que intervenir?
— No creo que eso pase, y si pasa que alguien más se encargue.
— De todos modos, ven a casa en cuanto salgas, ¿Entendido?
— Claro, les aviso cuando llegue a la escuela.
Salgo de mi casa intentando no azotar la puerta de felicidad, con el dinero de la escuela en mi bolsillo voy a la estación del tren intentando disimular el dolor que tengo en la pantorrilla derecha, sigo sin saber de dónde sacaron eso, ni siquiera estábamos en una zona en construcción. En el camino me encuentro con el enérgico Daniel, un chico con cabello oscuro, piel blanca de vampiro, sudadera negra llena de pins de los legendarios y que también es mi amigo. Él se acerca a mí y habla sobre lo que hizo el poderoso Mastermind, un superhéroe de los tantos que hay en esta ciudad y cuya persona bajo la máscara se encuentra a su lado.