El Secreto del Héroe

19

Jack

Y ahí va Daniel, dejando el desastre que es esta ciudad; también quisiera abandonar esta ciudad y dejar a Mastermind en el pasado sino fuera porque tengo que enfrentarme con la verdad y las consecuencias, el complejo todavía arde en llamas y mi juicio me espera.

En cuanto desaparecen por el horizonte me doy la vuelta y regreso al complejo, dejando que algunos transeúntes me tomen fotos con el casco bien puesto y con la cara adolorida (fui demasiado piadoso con Daniel, por suerte no me rompió un diente). Es la última oportunidad que tendrán de ver a Mastermind en toda su vida, después de eso ya no habrá ningún Mastermind, ni un rebelde Elektro Shock; todo quedará en el pasado y viviré en el presente.

La situación se ha tornado muy diferente durante mi encuentro con Daniel y Eden, el complejo ha caído completamente, siendo una enorme pila de escombros; toda la batalla se ha trasladado a los alrededores de lo que antes era el complejo.

— Mastermind, necesito ayuda urgente —me grita Ice King a través del comunicador.

— Voy para allá —usar esta cosa se siente como haber salido de un largo exilio y volver a usar un celular.

Corro entre el montón de legendarios e Infames golpeándose entre todos, como si no tuviera poderes. Cerca de donde estoy veo a un infame enmascarado, con telequinesis como yo, torturando a Ice King, estirándolo en el aire. No lo hará mientras yo esté aquí. Levanto en el aire al no tan querido infame y le arranco la máscara, otro desconocido.

— ¿Estamos en juego de máscaras?

— ¿Y tú qué haces aquí? —me reclama el desconocido.

— Vine para el último baile.

El desconocido se estrella contra un árbol y dejo caer lentamente a Ice King, no sin antes golpear a distancia a otro infame, dejándolo inconsciente (sigo teniendo problemas con ese movimiento). Otro más corre hacia mí y hago de simples piedras unos poderosos proyectiles que lo dejan tirado por ahí; jamás pensé que esta enorme crisis sería tan fácil, casi tan… divertido. ¿Es así como se sentía el difunto Red?

— ¿Qué carajos le hiciste a Mastermind y quién eres tú? —Ice King está anonadado de verme otra vez, esto es divertido.

— El mismo Mastermind, pero con ganas de divertirme como el niño que soy.

Un grupo de infames más, esta vez con el sello de Arkom en sus trajes, nos intentan atacar y les respondo haciendo que el suelo bajo sus pies se levante, arranco el concreto y con mi mente lo deformo hasta encerrarlos dentro de una esfera de lozas sucias. Uno de ellos rompe la esfera con su superfuerza y…. Thunderstorm llega y lo aplasta, aunque lanzarles una gigante descarga eléctrica ya es pasarse la raya. Otro más de esas cucarachas (porque no parecen acabarse) y lo arrastro hacia sus demás hermanos caídos, desconectandolo de su cerebro por unos segundos para que no moleste.

— ¿Y porqué no nos dijiste antes, niño? —que estemos en el mismo equipo por ahora no significa que no tengo ganas de callarlo mandandolo a la montaña más lejos.

— Nos lo dijo, pero no le hicimos caso —Ice King lo hace entrar en razón.

— No saben la satisfacción que me da decir “¡Se los dije!” —desde que entré a la liga no han hecho más que tratarme como a un niño, si bien no soy un adulto eso no significa que lo que salga de mi boca sean incoherencias—. Prefirieron ignorarme antes que tomarme en serio.

— Niño, es que…

— Estamos en una pelea, dejen las disculpas para después —Thunderstorm se sorprende con mi respuesta, pero si quieren equilibrar el juego por mí estará bien.

Entre los diez legendarios que quedamos vamos eliminando cada vez a más infames, sus poderes son tan débiles que es fácil vencerlos; es cuestión de usar los objetos a mi alrededor para detenerlos, algunos son fáciles de derribar y otros tardan más.

Y luego está el señor Martin con su máscara dorada rota, él ignora a los otros legendarios y a una dañada capitana Ramirez para atentar contra mí, lo sé cuando golpe el pavimento bajo mis pies y me caigo al suelo.

— Ya estarás contento, Gomez —¿cómo sabe quien soy? los únicos infames que me han visto sin máscara son Red y Eden y ellos ya están saliendo de la ciudad—. O debería decir, Mastermind.

No me dejo derrotar y uso los mismos escombros de la acera para que salgan disparados hacia él, causándole heridas y cortes en su ingenioso traje salido de una película de superhéroes vieja. Él contesta con fuego, porque sí, tiene muchos poderes. Levanto el pavimento en modo de escudo, un escudo que se debilita muy rápido y me vuelve a tumbar.

— Debiste unirte a nosotros cuando te lo ofrecimos, muchacho malagradecido —sigue enojado por el gran rechazo hacia ellos, uno que seguirá hasta que Arkom caiga—. Pudiste cambiar la historia.

Me lanza cientos de proyectiles de hielo que hago cambiar de rumbo y con golpes invisibles lo hago retroceder cada vez más.

— No me importa el precio que ponga, la justicia no se compra.

Entra en mi mente y veo a sus copias rodeándome, son tantos que no podía derrotarlos. Ni siquiera sé si son alucinaciones que provoca él o tiene el poder de multiplicarse, a donde corra hay un Martin infame frente a mí. Todo para gracias a la capitana, quien está herida y sostiene una pistola, le ha disparado a Martin.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.