Se movieron por el lugar para tratar de orientarse hasta que las sombras de la noche los envolvieron, buscaron el mismo lugar del que salieron para esconderse del frío que empezaba a sentirse, se escucharon gruñidos extraños de animales, así que cada vez se adentraron más en la cueva de nuevo guiándose por la luz del último celular que tenía carga, durmieron unas horas.
— Ya debe estar amaneciendo — el hombre miró la hora en su teléfono.
— Tengo hambre — Nury dijo el pensamiento de todas.
— Tenemos que salir de nuevo para encontrar comida y agua — Luis caminó adelante de las mujeres.
Con mucha cautela miraron fuera, se sorprendieron que era un lugar totalmente distinto al otro, al salir de la caverna éste se convirtió en un hoyo en el piso, en el cielo habían dos soles más pequeños que el de la Tierra, en frente había una pradera, y animales parecidos a gacelas, pero mucho más grandes que un caballo.
— En dónde diablos estamos ¿Esos son dos soles? ¿Dónde llegamos? — él estaba seguro que no era la Tierra.
— ¿Qué tipo de animales son esos? — preguntó Gina al ver uno pasar a su lado.
Sintieron pequeños estruendos acercarse, de atrás de una colina aparecieron varios seres humanoides, de al menos 7 metros, que rodearon a los jóvenes.
— Miren, juguetes nuevos — los tomaron en sus manos y los llevaron a unas extrañas montañas cercanas.
Al acercarse se dieron cuenta que no eran formaciones naturales, eran las casas de esos seres, donde los encerraron en una celda que estaba excavada en la pared.
— ¡¡¡Esto es una pesadilla!!! — la menor de todas lloraba histérica hasta que su hermana le dio una cachetada.
— ¡¡¡Que te pongas así no ayuda a nadie!!! Cálmate — le terminó gritando Gina.
— Debemos volver al lugar de donde llegamos, y encontrar el camino a casa.
— ¿Cómo podemos salir? ¿Y qué lugar es este? — preguntó suave Nury.
— Lo único seguro es que no es la Tierra — le respondió Luis.
Todos asintieron en silencio dándose cuenta de la grave situación en que estaban. Uno de los seres que los encerraron les tiró un pedazo de pan tan grande como la mitad de un ser humano, y puso un tiesto con agua que más parecía un barril pequeño. Vieron en otra celda a más seres humanos, el que parece ser el líder de los gigantes sacó a una de allí, y le ordenó bailar, la pobre luego de una hora ya sin fuerza cayó al piso, lo que molestó al tipo que la empujó con la mano, lanzándola contra una de las paredes, la joven se levantó dificultosamente, con sangre en la boca, se tomaba las costillas.
— Cuidado, no la mates — lo retó una giganta que estaba a su lado.
— Solo está herida, siempre se me olvida que estos seres son muy delicados.
A la herida la puso con los otros humanos, que trataron de ayudarla. En medio de la noche los amigos usaron una navaja que llevaba Luis para cortar las cuerdas que cerraban la puerta, salieron silenciosamente ante la mirada que imploraba ayuda de los otros prisioneros, ya cuando iban llegando a donde estaban las cuevas sintieron el sonido de un cuerno, y la tierra se movió, era la señal que descubrieron su huida, con sus zancadas tan grandes los gigantes iban a darles alcance en unos minutos.
— Debemos llegar antes que nos atrapen de nuevo — Nury estaba muy cansada, pero ante la perspectiva de ser atrapada, tomó un nuevo aire.
Justo cuando saltaron al hoyo en el piso del que salieron a ese extraño lugar, la última de la fila fue atrapada en el aire, la hermana menor iba a salir para tratar de ayudarla, pero fue detenida por los demás, y solo los gritos de desesperación de su amiga que les suplicaba que no la abandonaran los acompañaron mientras corrían lo más al interior que pudieron, al ver que uno de ellos metió la mano en su busca, luego de nuevo todo fue obscuridad y silencio.
— ¿Por qué no me dejaron ir a salvarla? Ya vieron que hacen con sus prisioneros — lloraba impotente Ester.
— Si volvíamos nos hubieran atrapado a todos, así que cállate — le reclamó la hermana.
Caminaron sin poderse orientarse, cuando encontraron otra salida el lugar daba a unos acantilados.
— Cuidado, un paso en falso y será el último — Luis sujetó a la jovencita de cabello castaño.
— No entiendo esto, estoy cansada y con hambre — Ester empezó a sollozar de nuevo.
— Tranquila, todo irá bien — el hombre la abrazó para confortarla.
— No sabía que aparte de las viejas, te gustan los bebés también — le dijo su ex novia al verlo así.
— Ya te explique que fue por inseguridad lo que pasó, todo se acercaba tan rápido, el matrimonio, terminamos nuestras carreras, con mi profesora no fue una relación, fue solo algo de una noche, fue un error y siempre te lo he reconocido — miró a los ojos a Nury — ya no sé cómo pedirte perdón, nunca fue mi intención hacerte sufrir. Si tú quisieras volver a...
— Nunca más, no podría estar contigo sin acordarme de lo que hiciste, todavía te amo, pero no puedo ni quiero volver a estar contigo.
Luego de esta discusión todos se acomodaron a dormí, pasaron la noche en la entrada de la caverna, al otro día con el sol empezaron a moverse, pero todo era tan parecido, las nubes tapaban el suelo, a veces no sabían si había donde pisar, o era vacío con lo que se encontrarían. Tenían miedo de desorientarse y no dan con la misma entrada de antes, así que dejaron unas ramas marcando el lugar.
— Si seguimos así, nunca volveremos a casa — dijo mientras lloraba Ester de nuevo, muy suavemente.
— Lo haremos, deja de ser tan negativa — la retó su hermana mayor.
— Ojalá mamá y papá estuvieran acá.
— Pero no están, sé fuerte mujer.
Encontraron unas frutas como frutillas, pero lilas, que tenían buen sabor, miraron por donde seguir explorando, pero no encontraban un camino seguro que atravesará esas nubes.
Al otro día cuando estaban tratando de bajar por el otro lado de los acantilados, de lejos vieron acercarse lo que parecían ser águilas, pero cuando estuvieron cerca se dieron cuenta que eran hipogrifos (cuerpo de águilas, y cabeza y cola de león), quienes atacaron a los jóvenes.
Editado: 02.06.2020