El Secreto del Mausoleo

Hevi Kirin (La Esperada)

Un sacerdote que estaba al lado de la estatua no podía quitarse la cara de sorprendido al ver a la pareja que apareció. Se les acercó, y le pidió de la forma más respetuosa a la terrícola verle el cuello, algo nerviosa miró a Josh, quien le hizo una señal para que accediera, luego le solicitó verle el hombro izquierdo, donde la mujer tenía una mancha en forma de cabeza de león, el viejo se volvió y levantó las manos, contento.

— HA LLEGADO HEVI KIRIN — gritó el hombre santo, todos se arrodillaron frente a ella.

— ¿Qué pasa? — la joven miraba a todos lados, complicada.

— Querida Hevi — se les acercó un hombre delgado, pelo y ojos claros, con mirada penetrante — llegas justo para la preparación del asalto y la destrucción de los insurrectos.

— Disculpe ¿Puede explicarnos que sucede? — pidió la terrestre muy confundida.

— Hevi, la leyenda dice que vendrías sola ¿Quién es tu acompañante?

— El príncipe Josh, un amigo ¿Por qué me dice Heverin?

— Hevi Kirin. Vengan a palacio, allí podremos hablar en paz.

El Palacio era como el que Ester había visto de los reyes de Francia, altos techos, cortinaje, jardines interiores inmensos, los que los veían pasar le hacían una reverencia a la jovencita.

Al llegar a la oficina del hombre, este fue a cerrar la puerta para dejar afuera a Josh, pero éste con la vista lo apartó, entró y se quedó de pie atrás de la silla donde estaba la mujer, el regente se sentó tras su aparatoso escritorio, muy decorado.

— Hay una leyenda en nuestro pueblo, dice que cuando no tengamos un soberano legítimo, vendrá a ayudarnos Hevi Kirin o sea La Esperada, que será nuestra nueva Reina. Ahora estamos justamente en ese problema, el anterior Rey murió sin descendencia ni familia, aprovechando eso un grupo de las montañas se levantó en armas contra mí, que fui designado por el Consejo como Regente, y pretenden separarse del Reino.

— Pero yo no soy ella, sólo somos viajeros.

— Pero aprovechando que llegaron — habló luego de un momento de meditación — podría seguir haciéndose pasar por Hevi, así los insurrectos pensarán que la profecía se cumplió, y no habrá un derramamiento de sangre innecesario.

Ester miró a Josh, y luego al hombre que tenía enfrente.

— Está bien, si es por evitar que haya más muertos.

— ¿Cómo se llama?

— Ester.

— Yo soy Xerab, el sacerdote mayor la confundió porque el mito dice que la nueva soberana tendrá un lunar en medio del cuello, y una mancha en forma de la cabeza de un león en el hombro izquierdo.

— Qué gran casualidad. Yo las tengo — dijo sorprendida.

— Por favor, deje que la llame Hevi, así será más creíble todo, ahora le daremos una habitación para usted — miró al Príncipe Josh — y una para su acompañante.

— ¿Podríamos comer algo primero? Tengo hambre.

Apenas termino de hablar, una fruta que había en un árbol del jardín llegó volando a su mano.

— Pero... — el hombre de las orejas puntiagudas no podía creer que lo que ocurrió.

La muchacha miró al hombre que tenía enfrente, confundida.

— ¿Usted lo hizo?

— No, creo que fue usted, algunos de los sacerdotes pueden hacer cosas así — la miró sonriendo — se supone que los poderes mentales de La Esperada serán muy grandes.

— Yo no puedo hacer esas cosas, no pude ser yo — estaba asombrada — y si fue así no sé cómo lo hice.

— Para salir de dudas, buscaré a alguien que le ayude, si es como supongo, pronto podrá controlar su poder — sonrió con suficiencia — porque estoy seguro que fue usted, Hevi.

Solo luego que les dieron una cena digna de un rey, literalmente, los recién llegados pudieron conversar tranquilos en uno de los jardines.

— ¿De verdad lo hiciste tú? — Josh todavía estaba asombrado por lo de la manzana.

— Eso creo, pero ahora que lo intento no ocurre nada — puso su mano como los Jedi para mover una hoja de un árbol.

— Es muy extraño este lugar.

— Y qué lo digas.

A partir del siguiente día, la terrestre empezó a practicar, efectivamente tenía ese poder, pero era muy básico todavía. En las tardes, por sugerencia del Regente salía a conocer los alrededores, durante varios de estos paseos sufrió intentos de asesinato, por fortuna, al haber desarrollado su habilidad de luchadora, y a la ayuda de Josh, logró defenderse, los atacantes nunca eran apresados vivos, si veían que serían atrapados, se suicidaban.

— Cómo ve esos renegados no quieren paz, son unos desalmados — le explicó Xerab, cuando le pidió que no saliera más del castillo.

— ¿Está seguro que ellos son los atacantes? —le rebatió Josh.

— Obviamente que sí ¿Quién más tendría interés en matar a Hevi?

— Hummm...

A los meses Ester ya podía mover cosas pequeñas por unos centímetros con su mente, estaba muy entusiasmada con hacer cosas más poderosas. El regente siempre se las arreglaba para estar cerca de ella, apoyándola, lo que molestaba sobre manera a Josh.

— Ese tipo no me gusta, su sonrisa es cínica — le dijo el joven de las orejas puntiagudas a la terrestre cuando caminaban por un jardín interior, luego que ella termino su entrenamiento diario.

— Ha sido muy amable, y gracias a él pronto todo el reino volverá a estar en paz.

— ¿Estás segura de que lo que dice es verdad? Si hubieras llegado donde Xilas primero, su versión hubiera sido muy distinta a la de nosotros — se fue a su cuarto, molesto.

La mujer quedó pensativa, por un segundo el consejo de su hermana pasó por su mente. Lamentablemente está conversación la escuchó también el Regente del lugar, que decidió que había llegado el momento de separar a los extranjeros para que el Príncipe no arruinará los planes que tenía para la futura gobernante.

Unos días después se organizó una fiesta para celebrar "como correspondía" la llegada de la Esperada, dijo Xerab. Esa noche había una bella mujer de pelo rojo, y ojos violetas que no dejaba de mirar al joven de las orejas puntiagudas. Josh estaba muy molesto porque el gobernante no se despegaba de Ester, y ésta no parecía incomodarse con su cercanía, cuando se dio cuenta de que la pelirroja no le quitaba los ojos de encima, la sacó a bailar para darle celos a la terrícola.



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En el texto hay: esperanza, aventura, muerte

Editado: 02.06.2020

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