En algunas ocasiones la terrestre miraba a la cara a Josh al pasar cerca de él, pero nunca le dirigió la palabra.
Pasado un mes, se celebró el Festival de la Primavera con música, baile y comida, mientras iba a los festejos, Josh escuchó el rumor de que Xerab aprovecharía de pedirle su mano a la futura Reina. Todo iba bien para el regente, las batallas habían sido favorables para sus hombres, se decía que la coronación y el matrimonio podrían hacerse juntos.
"Ahora entiendo porque tanta frialdad conmigo, que idiota fui, yo pensando día y noche en Ester y ella preparando su matrimonio".
A pesar de todo, se dio ánimo y fue a ver la ceremonia lo más cerca que pudo, cuando iba a terminar la actividad, el noble Xerab le pidió frente a todos su mano a Ester, quien indicó que le contestará al otro día. Josh no logró saber si estaba contenta con esta proposición, desde que lo vio con la pelirroja siempre estaba seria, hacía tanto que no la escuchaba reír, la última vez fue cuando bailaron en el campamento antes de la aparición de Mary, parecía que habían pasado siglos desde ese día.
Esa noche, luego de que todos se fueron a sus hogares, él se quedó en las tinieblas en uno de los jardines, a la espera para poder hablar con Ester, no podía más con la duda ¿Aceptaría la proposición? Unas horas después vio movimientos en un sector alejado de la entrada del palacio, alcanzó a ver como alguien sacaba un cuerpo que entró en un carro, que salió por una especie de muro corredizo que había por ese sector, un segundo carromato lo iba siguiendo, así que Josh se tomó de atrás de éste, y se fue colgando. Un poco antes del amanecer, el grupo llegó a una cueva enorme, bajaron los guardias, Lord Xerab llevó el cuerpo en sus brazos, les ordenó a sus hombres ir al camino y vigilar que nadie lo molestará. Se encaminó al fondo del lugar, Josh lo siguió de cerca, sigiloso, vio como depositó en el suelo a la persona, era Ester, estaba con las manos atadas a la espalda, en ese momento ella empezó a despertar.
— ¿Dónde estoy?
— En nuestra Luna de Miel, cariño — el Regente le sonrió irónico.
— Suéltame — gritó desesperada la muchacha, trató de usar su poder para soltar sus manos, pero no lo logró.
— Por ahora no cariño, al menos hasta que no me seas totalmente obediente.
— Fui una tonta, me confié demasiado, debí desenmascararte frente a todos ayer, no pensé estar rodeada de traidores. Tú eres quien orquestó todo esto, querías ser el gobernante, pero al llegar arruine tus planes, los rebeldes luchaban contra tu dictadura, no para separarse del Reino.
— Por eso tuve que traerte, me di cuenta que ya habías averiguado todo y que pretendías apresarme cuando supuestamente respondieras a mi propuesta — se sacó la chaqueta lentamente — pero es muy tarde para ti, ahora seré el Rey, y tú mi amada Reina.
— No me casaré contigo, aunque me mates.
— No es necesario ser tan dramáticos, amorcito. Nunca creí en la profecía, estaba listo para ganar la guerra y reinar, pero tuviste que aparecer, mi pequeña — le tomó la barbilla — primero quería matarte, pero los idiotas que mande no pudieron contigo, hicieron lo que les ordene, tu vida o la suya, sino su familia pagaría su incompetencia. Como no pude deshacerme de ti lo pensé mejor, por eso te convencí de ser la Reina, al casarnos legitimaría mi ascensión al trono — la miró lascivamente — quiero que nuestra primera vez seas consiente de todo, luego tomarás una pócima que preparó mi hermana, y me obedecerás para siempre — sonrió malignamente — así fue como ella obligó a tu acompañante para que le hiciera el amor, pensando que eras tú, en su caso solo duro unas horas, en el tuyo con que lo tomes una vez al día siempre me obedecerás.
Josh trató de ubicarse atrás de Xerab, pero le costaba contenerse y no tirarse a golpearlo, sobre todo al ver la cara de terror de la mujer, pero debía mantener la sangre fría.
— Sé que amas a ese idiota, hasta un ciego se daría cuenta, vi como lo mirabas a escondidas desde la habitación del Palacio que da justo frente a su puesto de guardia, por horas — mientras hablaba se quedó con el torso desnudo — pero pronto dejará de ser una molestia, cuando nos casemos, lo expulsaré del Reino.
— SUÉLTAME... ERES UN COBARDE... — Ester trato de no sollozar, de buscar una salida, pero no podría hacer nada.
— No te asustes mi amor, sabrás lo que es sentir un hombre de verdad, estoy seguro que lo disfrutarás tanto como yo — se acomodó para recostarse sobre ella.
En ese momento Josh lo atacó, pero Xerab no estaba tan distraído como pensó, al final el joven de orejas en punta terminó inconsciente y amarrado a una estalagmita, despertó a los gritos de la muchacha, desesperada porque el Regente estaba sobre ella, besándola.
—DÉJALA TRANQUILA... TE MATARÉ — forcejeó para soltarse.
— Jajaja, ahora verás cómo consumamos nuestra unión, luego que tenga su voluntad, le ordenaré matarte, lo haremos pasar por un accidente — dirigiéndose a la mujer — seremos tan felices juntos, amor mío
— SI NO LA DEJAS EN PAZ, TE JURO QUE TE DESTROZARÉ CON MIS PROPIAS MANOS — las cuerdas se le enterraron en los brazos al joven por los forcejeos, pero ni así logro liberarse.
— Si tú quisieras podrías destruir esta montaña — le dijo Xerab a la terrícola — tienes poderes inmensos, pero no sabes utilizarlos... tranquila, tenemos toda una vida para que aprendas a usarlos.
La futura gobernante sintió asco cuando el tipo la empezó a acariciar lujuriosamente, en ese momento los ojos de la muchacha se iluminaron con un brillo suave, que se incrementó rápidamente, el regente no lo notó ensimismado como estaba en abusar de la mujer, solo se dio cuenta cuando comenzó a elevarse, Josh vio como el quedó pegado al techo y una luz comenzó a salir de la boca, ojos, oídos y nariz del tirano, que terminó cuando explotó con un grito, pero eso hizo que colapsará parte de la cueva.
Editado: 02.06.2020