El Secreto del Mausoleo I I. Gina

Parte 2

Cada uno de los humanos se acurrucó en un sector del lugar pensando en lo que harían de ahora en adelante.

Jobek miraba el fuego y trataba de no llorar, Gina no le quitaba la vista desde el otro lado, en un momento se acercó y se sentó a su lado. Solo le tomó la mano, cuando él la miró le sonrió triste, luego volvió a mirar la llama y por fin pudo desahogarse, no en forma explosiva, fue un llanto suave, conformista.

Al otro día de nuevo los perseguidores llegaron para tratar de atraparlos, pusieron hogueras en las entradas y soplaban el humo para hacerlos salir, por suerte antes de la salida del sol, los cuatro sobrevivientes se habían ido a otro lado del lugar de piedra, muy arriba, desde allí vieron los intentos por atraparlos.

— Fue buena idea cambiarnos de lugar Luca.

El aludido de pelo celestre sonrió a Gina orgulloso por haber precavido lo que pasaría, éste llegó sólo unas horas antes de la fuga.

Por unos días todos estaban complicados, por fin eran libres pero ¿Ahora qué? ¿Seguirían viviendo así? ¿Buscarían irse a otro lado? ¿O qué? Cuando por fin se sentaron a conversar, Hernán comenzó.

— Yo quiero hacer una vida normal dentro de lo que se puede, quiero traer a mi lado a mi novia que quedó allá.

Pero lo primero que propuso Jobek fue limpiar y arreglar ese sector para que los gigantes no pudieran atraparlos, y que podría servir como guarida para todos. El grupo se miró, meditaron y aceptaron la idea.

Por suerte encontraron un lugar en lo alto, que les permitía tener una visual de todo el lugar y si alguno de los perseguidores los quería cazar tendrían donde esconderse seguros. Al fondo de una de las cavernas había un pequeño riachuelo que pasaba a las cavidades inferiores.

Tres meses pasaron y ya no los molestaban hacía tiempo, por suerte estaban pendientes, y cuando veían que aparecía algún humano nuevo en el sector, lo llevaban con ellos antes que los del lugar los vieran, extrañamente algunos parecían desaparecer tan rápido como llegaban, ahora habían 3 mujeres y 4 hombres en total, algunos sabían algo de herrería, y pudieron armar implementos para defenderse mejor, como balines de metal, que aprendieron a lanzar con hondas.

— Ahora iremos por tu novia amigo, y veremos si alguno más quiere seguirnos, pero no seremos tan tontos para que puedan atrapar a algunos como la primera vez — dijo Gina, quien había sido elegida por todos como la líder.

Tres se quedaron, dos mujeres y dos hombres fueron en la misión. Cuando llegaron esperaron escondidos y descansaron hasta que los gigantes se fueron a dormir.

— Hernán — dijo en un susurro Melina al ver a su amor.

— Vengo a buscarte — le respondió en la misma forma, abrió la reja tratando de mantener el silencio.

— Lo siento, pero no puedo irme, si lo hago matarán a quienes se queden, además tengo tres y medio meses de embarazo — tocó su vientre entre asustada y feliz.

— Entonces vengan todos — propuso la rubia.

— No — insistió de nuevo el anciano de siempre — este es nuestro destino — insistió.

Tuvieron que suspender su discusión, uno de sus captores se acercó a mirar las prisiones, por suerte luego se fue a dormir de nuevo.

— Vamos, no nos atraparán, se los aseguro. Solo confíen, no los llevaremos a la muerte.

— Nosotros los protegeremos, y podrán ser libres — dijo Jobek poniéndose al lado de la joven.

Al final decidieron irse, vieron que los que volvieron por ellos se veían fuertes y bien alimentados, por eso la mayoría decidió arriesgarse y dejar de vivir de migajas. Aunque a regañadientes el mayor de todos también los acompañó.

Al amanecer los gigantes descubrieron que ya no quedaba ningún humano, así que corrieron a los acantilados, pero no encontraron a nadie, no podían creer que con tantos viejos y mujeres con bebés y niños pequeños hayan logrado correr tan rápido.

Estuvieron tres días vigilando, como no vieron a nadie, ni huellas, se devolvieron a la aldea a tratar de buscar rastros. Apenas se perdieron en el horizonte, el grupo de escapados entraron a los acantilados, habían ido para el otro lado y al ver que no los seguían, recién se dirigieron a su escondite definitivo, esperaron que los gigantes se fueran para llegar a la base donde estaban sus compañeros, el lugar de piedra era como un hormiguero donde si no sabías por donde ir te podías perder.

Por varios días todos los fugados tuvieron una capacidad inmensa de dormir, y comer, por suerte los animales, también inmensos, daban mucha cantidad de comida.

— ¿Ahora qué harán con nosotros? Ellos nos descubrirán tarde o temprano — se quejó el anciano.

— Todavía no descubrimos como llegamos ni como volver a nuestros planetas, por mientras debemos cuidarnos entre todos, por ahora los gigantes nos han dejado en paz, pero volverán, son testarudos.

No muy convencidos los recién llegados empezaron a establecer más trampas y vigilantes.

Nuevamente vieron varios humanos llegar, cuando fueron a buscarlos para ayudarlos muchos ya no estaban, todos pensaban cuál sería la forma como funcionaban los túneles.

Gina siempre salía con los grupos de caza, se sentía responsable por los demás y quería asegurarse que nadie muriera.

En una de sus salidas, alrededor de una fogata ella y Jobak conversaban sobre sus vidas pasadas.

— ¿Crees que tus amigos escaparon con vida?

— Sí, ya no los culpo, si yo hubiera estado en su lugar habría hecho lo mismo, aunque para mi mala suerte fui yo a quien dejaron atrás, al principio los odie, ahora solo quisiera que hayan encontrado el camino a la Tierra.

— Yo quiero volver a casa con mi familia y mi prometida, ella debe pensar que morí.

— Al menos tienes con quienes volver, mis padres están separados, cada uno hizo su vida con otra pareja, desde los 12 vivo sola en un departamento, pagan todos mis gastos, nunca me faltó nada, solo era responsable de mí, iba a entrar a un pre universitario por segunda vez, si no me iba bien de nuevo me pagarían una universidad privada, así sus conciencias estaban tranquilas, yo no sabía qué hacer con mi vida ¿Diseño gráfico, periodismo? Incluso me propusieron ayudarme a abrir una escuela de modelaje, era lo único para lo que era buena me dijeron, solo sabía verme bien — sonrió irónica — y ahora todos dependen de mí, a veces me siento abrumada por eso.



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En el texto hay: lucha, esperanza, muerte

Editado: 27.01.2021

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