El Secreto del Profesor

Enfermo de amor

- Jared -

 

Desde que me reconcilie con Violeta todo ha estado de  maravilla, no solo con ella, sino también en todos los aspectos de mi vida. No sé como lo ha hecho pero esa niña ha destruido todo lo que hay dentro de mi, como la fiera que es y lo ha reconstruido a su antojo. Y lo más curioso es que me encanta que lo haya hecho, aquel hombre serio y perfeccionista que entró como maestro a esa escuela, poco a poco se ha transformado en un joven alegre y atrevido. 

Y puedo decir que he conocido la felicidad detrás del amor, aun después del trauma que me provocó mi primera relación. Solo una cosa me falta para ser completamente feliz y es que mi pequeña flor deje de ser una pequeña, aunque es más que obvio que la mente, el actuar y el cuerpo de Violeta no es el de una niña sino el de una mujer, pero eso no quita el hecho de que es una menor de edad que aún no cumple ni 17 años y no puedo evitar sentirme como un pedófilo cada vez que deseo besarla cuando la veo entrar al salón de clases.

Sé que ella no se quedará así para siempre, que un día será mayor de edad y terminará la preparatoria, será una mujer con todas sus letras y ya no habrá nada que me impida estar con ella. Pero para que ese momento llegue aún faltan, como mínimo, 547 días, si llevó la cuenta, llamenme sicópata, masoquista, estúpido o todas las anteriores pero no puedo evitarlo, mi necedad de querer tener el control de todo lo que pasa a mi alrededor me hace actuar así. 

Aún así no me importa, lo que en verdad me afecta es que es demasiado tiempo, sin contar el que después ella aún tendrá que cursar la universidad y en ese lapso pueden pasar demasiadas casas, además que, como ella bien lo dijo no quiere ataduras que le impidan conocer el mundo y vivir la vida. Y no puedo ser yo quien le impida cumplir ese sueño solo por el egoísmo de querer tenerla a mi lado.

Toc toc toc ... 

Escucho que tocan a la puerta por lo que con toda la pereza del mundo me paro de la cama para ver de quién se trata. Olvide mencionar que estoy enfermo, razón por la cual no fui a trabajar. Normalmente no dejo que un catarro me impida ir a la escuela, o al menos así era cuando era estudiante, pero ahora las cosas han cambiado, aunque no sea ningún anciano tampoco soy un jovencito. 

 

Joder!! 

 

Otra razón por la cual preocuparme, Violeta está por iniciar la etapa de joven adulto y yo ya estoy por terminarla. 

- ¡¡Hola amor!! - me saluda Violeta con euforia en cuanto le abro la puerta provocandome un gran susto que casi me atraganto con mis mocos

 

¡Aaggg! Eso sonó asqueroso.

 

Lo que pasa es que estaba tan sumergido en mis pensamientos que ni siquiera me percaté de en qué momento bajé las escaleras y había abierto la puerta, obviamente sin preguntar quién era. Si sigo así un día de estos me van a secuestrar o entraran a robarme en mi departamento ante mis ojos. Otra cosa por la que me sorprendí tanto es que aún es temprano y se supone que Violeta debería estar en la escuela. 

- Hermoña ¿que añeñ aquí? - rayos! Odio estar mormado 

- La directora dijo que estabas enfermo y quise venir a ver como estabas - responde dándome un corto beso en los labios mientras entra al departamento

- ¿No deberiañ eñtar en la eñcuela? - cuestiono cómo puedo 

- Sip... pero no, prefiero estar contigo y cuidarte, además a la directora se le ocurrió la gran idea de que la zorra de Anabel te supliera mientras estabas enfermo y creeme cuando te digo que prefirió volver a cursar todos los grados desde preescolar antes de que esa tipa sea mi maestra. Estoy segura que lo único que esa tipa podría enseñar es a bailar con un tubo - explica con desagrado a lo que yo río por su comentario

 

"Yo no sé tú pero yo no me opondría a qué Violeta aprendiera a bailar con un tubo"

 

Obvio que yo tampoco me opondría, pero no creo que sea buena idea decírselo.

 

- No creo que Anabel ñea capañ de enñeñarleñ algo añí - comento con una sonrisa que de inmediato borro al ver la cara de reproche que pone Violeta

- Ah no, pues te aseguro que con la ropa que llevaba puesta bien podrá parecer sacada de un burdel, sin ofender a las que ahí trabajan. Y si no me crees ve tú mismo a comprobarlo ya que tanto te molestas en defenderla - suelta molesta 

Tiene los brazos cruzados mientras arruga los labios e infla sus cachetes yo por mi parte me muerdo la lengua en un intento de no sonreír ante su escena de celos. 

 

¡Es que se ve tan tierna con esa expresión!

 

- No lo deñia por eño. Lo que paña eñ que Anabel tiene doñ pieñ iñquierdoñ y creeme que como bailarina eñ peñima - le aclaro 

Mi comentario parece lograr tranquilizarla pero no lo suficiente y lo sé porque se mantiene en silencio con una expresión seria mientras se gira para sacar cosas de unas bolsas que no sabía que traía. Mi primer impulso es acercarme para abrazarla por la espalda pero de inmediato desecho la idea al recordar los golpes que me ha propinado las veces que la he hecho enojar estando tan cerca, que aunque solo ocurrió en dos ocasiones, fueron más que suficiente. Está claro que Violeta es de armas tomar, sobre todo cuando está callada y ya que está en la cocina, rodeada de todo tipo de cosas que podría utilizar para descuartizarme, prefiero no arriesgarme.

- Y... A todo eñto, ¿como lograñte ñalir de la eñcuela? - pregunto para tantear el terreno 

- Me las ingenié - habla con indiferencia 

 

Sip, esta molesta. 

 

- ¿Pero como lo hiñiñte? - insisto




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