El Secreto del Profesor

El alcohol cura el dolor

- Violeta -

 

¡Último día de clases! Siiiiiiii 

Por fin terminé el semestre y para mi sorpresa, mi promedio final fue mayor del que imaginaba, ¡Saqué casi 9.0! Bueno llegue al rango de 8.0, ok no, en realidad saqué 7.6. Pero ya saben lo que dicen, 7.0 sube a 8.0, 8.0 sube a 9.0 y así sucesivamente. Es como esa frase popular que dice que una no es ninguna, dos es la mitad de una y tres apenas es una, pero como una no es ninguna, volvemos a empezar. Bueno, quizá no tenga nada que ver, pero nadie peca por fantasear un poco. 

Aunque hoy vine a la escuela, básicamente solo es para hacer acto de presencia y recoger las calificaciones. Muchos otros alumnos no han venido, así que los salones y pasillos están casi vacíos, lo cual hace el día más tranquilo y hasta cierto punto aburrido. Y hablando de aburrimiento, en las últimas dos semanas Jared se ha comportado de una manera extraña, él insiste en que es por el estrés del trabajo, además de los nervios por el cambio de escuela. Pero no sé si creerle, se ha comportado distante, ya casi no nos vemos a solas y sus besos son... inseguros, carentes y fríos. O al menos eso es lo que he notado las pocas veces que me ha besado, realmente no sé qué le estará pasando. 

Y hablando del rey de Roma, justamente me encuentro con él que se supone que es mi novio caminando por uno de los pasillos. Se ve muy apuesto con su traje negro satinado y su camisa gris oxford, pero su expresión denota cansancio y tristeza, sus manos están metidas en sus bolsillos, tiene los labios resecos, la mirada perdida y ojeras muy pronunciadas. 

 

¿Qué te está pasando mi amor?

 

- ¡Holaaa! - saludo eufórica, brincando frente a él

Jared salta en su sitio y abre los ojos como platos, ya que estaba tan concentrado en sus pensamientos, que ni siquiera se había percatado de mi presencia. 

- ¡Violeta! Dios, que susto me has dado, no te había visto - si no me dices ni me entero 

- ¿Y se puede saber en qué tanto piensas, que ni siquiera notas a tu querida novia? - pregunto coqueta 

- No digas eso a mitad de escuela - me regaña con susurros 

Dirige su mirada a todos lados con temor de que alguien me hubiera escuchado, ¿Pero quién me va a escuchar? Si este pasillo está más desierto que el panteón de la llorona. 

- Relájate si, no hay nadie alrededor, es el último día de clases, todo el mundo está perdiendo el tiempo en la cafetería o el jardín - le explico con desesperación 

- Si, bueno, como sea, ya debo irme - se despide incómodo 

- Oye espera, ¿Qué pasa contigo Jared? te has estado comportando muy extraño últimamente - cuestiono preocupada 

- ¿Otra vez con eso? Ya te dije que no tengo nada, deja de ver cosas donde no las hay - expresa a la defensiva 

- No me trates de a loca Jared, sé que algo te pasa y no quieres decirme - le reclamo molesta 

- Ok, ¿Quieres hablar?, bien, hablemos, te espero en el almacén al terminar las clases, no tardes - demanda exaltado 

Y sin siquiera despedirse, se va, dejándome sola a mitad del pasillo, con una extraña sensación en el pecho. Ya hemos estado muchas veces en el almacén, pero esta es la primera vez que sus palabras, el tono de voz que uso y la forma en la que me miro, me hacen desear no ir allá. Sé que hoy no será igual a las otras veces y algo dentro de mi me hace creer que no me va a gustar lo que va a suceder. 

 

Al finalizar las clases, me dirigí lo más rápido que pude al almacén, lo cual me fue difícil, ya que al ser el último día de clases, todos quieren despedirse, tomarse fotografías y cosas como esas. Así que prácticamente tuve que esperar a que todos se fueran para que pudiera subir sin ningún problema o riesgo a que alguien me viera. 

Cuando llego a la puerta del almacén, una extraña sensación recorre mi cuerpo, lo que solo me confirma que no quiero estar aquí. Sé que sonara estúpido, pero tengo miedo y no del miedo a que algún fantasma quiera arrancarme el corazón. Por extraño que parezca, le tengo miedo a mi novio, a lo que vaya a decirme. 

Aun así junto todo el valor que no tengo y entro al almacén, el lugar está parcialmente oscuro, igual que siempre, pero a pesar de ello, puedo ver a Jared recargado en una de las paredes laterales, tiene los brazos cruzados y la mirada en el piso. Respiro profundo, después de cerrar la puerta y me dispongo a hablar. 

- Ya estoy aquí amor - informo con falsa alegría 

- Llegas tarde - me reclama sin mirarme 

Sus palabras me recordaron a la primera vez que estuvimos aquí, pero esta ocasión es totalmente distinta, no hay ese ambiente juguetón y excitante de aquella vez, en vez de eso hay mucha tensión y el tono áspero, con el que me habla, no ayuda en nada a aligerarlo. 

- Lo siento, me distrajeron mucho allá abajo - me disculpo incómoda - pero ya estoy aquí, eso es lo que importa ¿No? - 

- Supongo que sí - contesta, alzando los hombros restándole importancia 

Nuestras miradas se cruzan y nos mantenemos callados por segundos que me parecen eternos. 

Hasta que decido hablar de nuevo. 

- ¿Y de qué quieres hablar? - pregunto acercándome un poco 

Jared se mantiene en silencio con una expresión fría. 

- ¿Me amas? - pregunta de la nada, sin un deje de sentimiento 

Su pregunta me descoloca por completo, al grado de hacerme parar en seco. ¿Es que acaso duda de mi amor?

- Claro que te amo - le aseguro caminando un poco más hacia él 

- ¿Cuánto? - vuelve a preguntar de la misma manera 

- ¡¿Cuánto?! Te amo tanto que no me importaría perder hasta la vida misma, con tal de pasar hasta el último momento de ella a tu lado - le aseguro acariciando sus mejillas 

Jared cierra los ojos ante mi tacto y deja salir un suspiro, al abrir los ojos, su mirada ya no es fría ni distante, ahora está llena de tristeza y agonía. Siento sus manos acariciar las mías y su frente roza con la mía, la cercanía me permite sentir su respiración agitada. Poco a poco nuestros rostros se acercan, hasta nos fusionamos en un beso. 




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