El Secreto del Profesor

Mi propia jaula

- Violeta -

 

Veo a Jared salir de la habitación, aunque no estoy segura de que ese hombre que acaba de salir sea del que yo me enamoré. No tengo idea de que pasó, todo estaba perfecto, estaba decidida a entregarme a él y no porque hubiera tomado de más, sino porque lo amo y estaba segura de que él también me amaba a mi, aunque ahora ya no sé qué creer. Empiezo a vestirme con lentitud y tranquilidad, cualquiera diría que no me ha afectado lo que acaba de pasar si no fuera por las lágrimas que caen sin control.

Al bajar logro ver a Jared caminando de un lado a otro, se ve frustrado, molesto y decepcionado, es probable que ya se haya arrepentido de sus palabras, pero sus lamentos personales no me harán perdonarlo. Tampoco voy a pedirle que se disculpe, todo esto ha pasado demasiado rápido, necesito tiempo, corrección, lo necesito lejos. No puedo estar con alguien que en un momento dice que me ama y a los 15 segundos no quiere volver a verme, no sé que pase por su cabeza, pero definitivamente no sabe lo que quiere.

Muy por el contrario, yo sí sé que es lo que quiero, lo quiero a él, es decir lo amo, pero no lo quiero cerca, tengo la suficiente dignidad como para saber que estar con él solo me va a lastimar. También estoy consciente de que sus ojos, su aroma y su sola presencia, son mi debilidad y si me quedo más del tiempo debido o siquiera lo miro a los ojos me voy a derrumbar y no seré capaz de alejarme de él. Por eso prefiero ignorar que está aquí y retirarme lo más pronto posible.

Cuando estoy por salir, veo que Jared se acerca con la intención de acompañarme, pero claramente no lo voy a permitir, lo que menos necesito en estos momentos es tenerlo cerca y mucho menos estar encerrados en el elevador o su auto. Así que decido detenerlo antes de que intente acercarse más.

- Pediré un taxi, no hay necesidad de que me acompañes - le digo con la mayor seriedad posible

- Ya es tarde Violeta, no puedo dejarte ir sola, te llevaré - insiste

- ¡Entiende que no te necesito! - le grito perdiendo la poca paciencia que me quedaba

Sin poder evitarlo me giro para poder verlo, grave error, ver su expresión de pena y falso arrepentimiento, me destroza aún más. Y digo falso porque después de lo que pasó, me cuesta creer que en verdad lamenta todo esto. Aún así no puedo evitar que un nudo se pose en mi garganta, pero me obligo a actuar lo más indiferente que puedo y me trago las lágrimas que amenazan con salir.

- Comprende de una buena vez que no soy una niña, tal vez no sea la mujer indicada para complacer tus deseos, pero eso no significa que no sea capaz de hacer algo por mi misma - no puedo evitar decirle algunas de las tantas cosas que siento en estos momentos - si lo que querías era alejarme de ti, lo conseguiste, no quiero volver a verte. Busca a una mujer que sea adecuada para ti, alguien como Anabel, me parece que las zorras como ella si son tu tipo -

No puedo soportar estar un segundo más cerca de él, así que sin esperar a que dijera algo o siquiera que asimilara lo que le acababa de decir, salí del departamento. Decido bajar por las escaleras, sabía que eran 14 pisos pero necesitaba estar un momento a solas para pensar, respirar profundo y de a paso darle tiempo de llegar al taxi que había pedido. Además no creía que podría soportar estar encerrada en el mismo ascensor que tantas veces compartí con Jared y en el que incluso, estuve a nada de perder mi virginidad, igual que hoy. Y creo que caminar me ayudará a bajar la poca borrachera que me queda, al final de cuentas no puedo llegar ebria a mi casa.

Tampoco puedo hacerme la santa y culpar a Jared de todo lo que ha pasado, yo también tengo gran parte de culpa. A decir verdad, creo que fui yo quien lo provocó y no me refiero al hecho de que le hice a la stripper frente a Jared, bueno también. Pero si no le hubiera marcado, nada de esto hubiera pasado, aunque pensándolo bien, si no lo hubiera hecho el idiota de Ryan se habría aprovechado de mi.

Maldito Ryan, llegó a fastidiarme tanto con sus coqueteos y ofrecimientos sexuales que terminé diciéndole que tenía novio, claro que él no me creyó, pues no me vio llegar con ningún hombre a la fiesta. Y como en ese momento estaba más estúpida que de costumbre, se me ocurrió llamarle a Jared para demostrarle al inepto que mi corazón le pertenecía a otro. Definitivamente no debí beber tanto, en realidad ni siquiera debí haber ido a la fiesta.

 

No fue fácil bajar 14 pisos a mitad de la noche, con tacones, medio borracha y con el corazón roto. Pero aún así lo logré, aunque ahora ya no se que me duele más, si la cabeza, los pies o el alma, en general me duela la vida misma. Por suerte no tuve que esperar a que el taxi llegara, básicamente porque ya estaba ahí, de hecho me parece que me va a cobrar extra por hacerlo esperar, pero no me preocupa. Debo decir que la ciudad se ve hermosa durante la madrugada, pero no soy capaz de apreciarlo como desearía, el vacío que siento en mi pecho no me lo permite.

Llegué a casa afortunadamente rápido y después de pagar una fortuna por el servicio, bajé del taxi y entré a mi hogar. Trate de ser lo más silenciosa posible en todo el camino hasta mi habitación, lo que menos quiero es que mis padres se den cuenta de que acabo de llegar y en el estado en el que estoy. Pero tal parece que el universo está conspirando en mi contra, porque apenas cierro la puerta de mi cuarto, la luz de la lámpara que tengo junto a mi cama se enciende al igual que todas mis alarmas. Me quedo estática, con las manos aún en la puerta, no me atrevo a girar para ver quien esta detrás, sin embargo la voz demandante que escucho me obliga a voltear.

- ¿Se puede saber porque carajos llegas a esta hora? - escucho a Miguel

Aunque preguntó entre susurros no me paso desapercibido la mezcla de molestia y decepción con la que habló.

- Miguel ¿Qué haces en mi cuarto? - cuestiono obviando su pregunta




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