El secreto del sueño

Introducción

Ya estoy listo… nada puede salir mal… llevo la mejor espada del pueblo Cristal y la defensa más costosa de ciudad Cajón; además, me siguen todos los arqueros con suficiente técnica del continente. Nada puede salir mal, es momento de matar al dragón del monte Oslaf. Solo de imaginar todas las riquezas que esperan después de matarlo, el valor de su cabeza, las recompensas de los otros pueblos, todos mis seguidores. Nada puede salir mal, nada saldrá mal.

Arquero: Estamos listos para avanzar caballero Mike.

Mike: Avancemos entonces ¡Todos listos!

Arqueros: ¡Si señor!

Comenzamos a caminar a paso decidido monte arriba, nunca lo había subido y todos los que lo habían escalado no habían vivido para contarlo. Dicen los rumores que la cueva donde habita el dragón es gigante y se puede observar llegando a la cima.

Arquero: Señor ¿cómo sabemos que es un dragón a lo que nos enfrentamos?

Mike: La verdad no sabemos a qué nos enfrentamos, estén preparados para cualquier cosa, nunca nadie ha logrado ver al dragón y seguir con vida para contarlo.

Logré sentir el temor en el ambiente. No importa, al final yo me llevaré todo el crédito, si quedo solo con el dragón mucho mejor para mí, no quiero que nadie estorbe o interfiera conmigo.

Después de media hora caminando se lograba ver a penas la cima, pero no se miraba ninguna cueva, como siempre contaban los campesinos cercanos. Al llegar a la cima logré ver una pequeña cueva en la que, a duras penas cabía de cuclillas, imagine que matar al dragón sería más sencillo si tiene un tamaño pequeño. Ordené a mi tropa de arqueros esperar alejados con flecha en mano, pero al acercarme comenzó a anochecer rápidamente a pesar de ser medio día y con los tonos anaranjados y amarillos de un hermoso atardecer, caí en el abismo… fue como si la tierra me hubiera tragado antes de entrar a la cueva.

Todo comenzó a oscurecerse mientras seguía cayendo con gritos mudos y un nudo en la garganta, fue entonces cuando desperté. Eran las cuatro de la tarde y tenía hambre, me di la vuelta sobre la cama y estiré mi mano para coger un paquete de galletas de la alacena que había en mi habitación, me senté a como pude en el lugar donde estaba y comencé a comer.

Vivía solo en un pequeño apartamento en donde solo había espacio para una cama de mi tamaño, un pequeño pero espacioso lugar para almacenar comida y bebidas que no se descompondrían tan rápido, un escritorio con su silla y computador y un baño con ducha. Tenía todo lo necesario para vivir feliz, apenas salía de mi pequeña cueva de hibernación infinita, mi papá me pagaba todos mis gastos y no debía preocuparme por nada. Era una persona muy feliz que gozaba de lo que la vida le daba.

Espera… ¿en verdad estaba disfrutando? ¿soy una persona feliz estando aquí todo el día sin hacer nada?

Terminé mis galletas, me tomé un vaso de doce onzas de gaseosa sabor naranja y me volví a dormir, olvidándome de la pregunta anterior y generando una nueva.

¿Qué había soñado? Mi sueño habría tenido sentido; ¿por qué los sueños sin sentido (mis favoritos) siempre los recuerdo? bueno también recuerdo las pesadillas que tienen sentido, pero hace mucho tiempo que no tengo un mal sueño, el ultimo mal sueño que recuerdo…

Me dormí de nuevo, a pesar de haber dormido desde las tres del medio día, del día anterior.




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