Lilith era una joven nacida en el seno de una familia de espías, especialmente entrenados para servir al rey de su reino natal. A los pocos días de su nacimiento, sus padres fueron enviados a investigar al reino enemigo. Allí, descubrieron un secreto tan peligroso que ponía en riesgo sus propias vidas.
Su padre, decidido a llegar al fondo del asunto, optó por quedarse en ese territorio para continuar investigando y enviar información confidencial al rey. Algo que había escuchado lo dejó inquieto: rumores sobre marcas de nacimiento especiales. Como Lilith poseía una de esas marcas, decidió seguir indagando. Sin embargo, al descubrir la verdad, fue atacado y asesinado.
Lilith y su madre lograron infiltrarse en una región cercana para no ser descubiertas. Tiempo después, ya ocultas en un país vecino, se enteraron de que su padre había sido ejecutado para silenciar aquello que había descubierto.
Cuando su madre recibió la noticia, sufrió tal impacto que se desmayó en la escalera. La caída le provocó una pérdida de memoria severa. Al despertar, solo recordaba que tenía una hija y un esposo. Lilith le explicó todo lo ocurrido, y finalmente su madre logró calmarse.
Tras aquello, Lilith decidió entrenarse aún más. Su mente, su cuerpo y sus habilidades en artes marciales fueron perfeccionadas. El rey, al tanto de su talento y de la misteriosa marca que tenía en el brazo, sabía que ella era una de las pocas personas con la posibilidad de despertar un poder mágico. Sin embargo, por su seguridad, jamás se lo dijo. Muy pocos habían logrado despertar dicha magia, y si el reino enemigo descubría que existían más personas con marcas, los asesinarían antes de que sus poderes emergieran.
Al cumplir dieciséis años, Lilith pidió al rey ser admitida en la Asociación de Espías. Por ser hija de los mejores agentes del reino, no tuvo problemas para ingresar. Su primera misión: infiltrarse en el reino enemigo, el mismo lugar donde su padre había muerto. Allí, el rey de ese país estaba por casar a su hijo. La orden era clara: interceptar la carroza de la prometida y hacerse pasar por ella.
-Rey: Lilith, confío en que podrás hacerlo. No dudo de tus habilidades. Sé que estarás a la altura.
-Lilith: Tranquilo, Su Majestad. Confíe en mí, lo haré tal y como usted lo pide.
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INFILTRACIÓN...
Luego del exitoso ataque a la carroza real, Lilith llegó al palacio suplantando a la princesa Sofía. Su entrada fue impecable. Vestida como una auténtica heredera, fue escoltada hasta el salón del trono, donde la esperaba el rey. Al verlo, su mirada se llenó de odio... pero debía contenerse. Su misión era lo primero: actuar como una princesa, pensar como una espía.
-Estoy feliz de que seas la elegida para sellar la paz entre nuestros reinos -dijo el rey con solemnidad-. Que todos en el castillo la traten como merece.
(Para este momento, ningún reino sabía que la carroza real había sido atacada)Lilith fue conducida a la habitación que habían preparado para ella. Allí comenzó a alistarse para la cena de presentación, en la que conocería al hijo del rey: su prometido.
Horas después, fue llamada al comedor. Llegó antes que el príncipe. El rey ya se encontraba allí. Lilith hizo una reverencia perfecta y tomó asiento. Minutos después, se escucharon pasos firmes bajando las escaleras.
El príncipe Tiago Vanderbich caminaba con seguridad. Su mente, su cuerpo y sus habilidades habían sido entrenadas para el combate. Su actitud arrogante lo hacía parecer dueño del mundo.
En la mente de Lilith resonó un pensamiento cargado de rabia y sarcasmo:
"¿En serio con este tipo se iba a casar? Debería agradecerme la princesa por salvarla de este patán egoísta. Aunque... no niego que es guapo. Pero no importa. Mi deber es conseguir información antes de que se sepa que la verdadera princesa fue secuestrada."
El rey sonrió, ignorando la tensión.
-Princesa Sofía, le presento a mi hijo, el príncipe Tiago Vanderbich.
-Un gusto -respondió Lilith con elegancia-. Aunque esta unión sea solo una alianza, espero que podamos llevarnos bien.
-Estoy feliz de que seas la elegida para sellar la paz entre nuestros reinos -dijo el rey- Que todos en el castillo la traten como merece.
Tiago se acomodó en su silla y habló sin mirarla:
-Desde ahora, estas son las reglas. Uno: dormiremos en habitaciones separadas. Dos: actuaremos como esposos solo frente a los ciudadanos y sirvientes. Y tres: mi padre quiere un heredero, pero ya le dije que no. Cuatro -agregó, girando por fin hacia ella-: no intentes controlarme ni atarme. No lo lograrás.
Lilith se quedó en silencio unos instantes. Luego, con voz firme, respondió:
-Me parecen bien tus condiciones. Solo tengo una: así como tú deseas ser libre... yo también lo seré.
-Me da igual -respondió Tiago, apartando la mirada y mirando al rey-. Padre, todo está planeado. En dos días será la boda. Hasta entonces, no me molesten.
-No seas grosero con la princesa. Compórtate como el príncipe que eres -ordenó el rey.
Tiago sonrió levemente.
-Ella está de acuerdo. Así que no creo que haya problemas... ¿o sí? -preguntó, mirando a Lilith por primera vez a los ojos.
"Su mirada..." -pensó Tiago, sorprendido por lo que vio en ella.
-No tengo problemas, su majestad -dijo Lilith-. Igualmente, esto será un matrimonio sin amor.
-Tal vez, con el tiempo, logren llevarse mejor -sugirió el rey.
EN LA NOCHE...
Lilith bajó a cenar. Deseaba evitar a Tiago, pero, apenas lo pensó, lo vio entrar.
-Buenos noches, Sofía. ¿Cómo has estado?
La pregunta la tomó por sorpresa. Dudando, respondió:
-Bien, gracias por preguntar.
Tiago sonrió levemente.
La cena fue silenciosa, luego cada uno se retiró a su habitación, y ya estando en ella salió discretamente de su cuarto. Caminaba por los pasillos como una princesa curiosa, pero con la astucia de una espía entrenada. Habló con sirvientas, el cocinero, incluso con el jardinero, pero no obtuvo nada útil. Decepcionada, salió al jardín y se detuvo al ver la luna.
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Editado: 23.12.2025