El Secreto Entre Nosotros

Capítulo 3

💞Sofía💞

Mientras corría por Abby, sentía un miedo tan profundo e inexplicable, que solo podría comprenderlo una madre.

Mi mayor pesadilla se estaba haciendo realidad. Ese hombre nos había encontrado, y si él lo hacía, su madre se enteraría y no sé qué podría hacerle esa mujer a mi hija.

Creí que habíamos encontrado un hogar, pero este sitio ya no es seguro. Ningún lugar donde un Bennett esté, puede serlo. Ni James, ni su familia, se acercarán a mi Abby. Nunca permitiré que la dañen.

—¡Abby! —grité, al verla, tratando de controlar el llanto de miedo que tenía atorado en mi garganta.

Como una perseguida a la que acechan, observé todo en cuestión de segundos y respiré, de nuevo, cuando no lo vi. Ya no estaba por allí.

—¡Mami, ganamos! Las “Ardillitas Rebeldes” se quedaron sin nueces. —sonreí, al verla hacer lo mismo, y la abracé con fuerza entre mis brazos.

No estaba bien su forma disimulada de decir que las aplastó, pero eso, por ahora, pasaba a un segundo plano.

—Mi princesa, disculpa a mamá por no verte ganar; tuve que atender a mi jefe, y ya sabes como es. —la pequeña mano de mi hija, se posó en su cintura, y negó con visible molestia.

A ella tampoco le caía bien Charles, mi jefe, pero era el mejor trabajo que había encontrado en mucho tiempo. Podía llegar a fin de mes, sin sentirme tan apretada, aunque eso era a costa de mi tiempo y mi estabilidad emocional.

—Charles es un villano que merece que le patee el trasero como lo hice con el sujeto malo que quiere dejarnos sin cancha —masculló, abrazándome de golpe—. Yo ganaré mucho dinero cuando sea grande, mami, y nunca más trabajarás, lo prometo.

Estaba tan sensible que una lágrima resbaló por mi mejilla y con disimulo la quité.

—Cuéntame mejor qué fue lo que pasó, porque no entiendo. ¿De qué sujeto hablas?, ¿cómo es que sabes que es el dueño de los terrenos? —tomé su mano y comenzamos a caminar.

—Hablo de un hombre muy alto, con cara de príncipe y actitud de malvado. —no pude evitar pensar que si Ròs tenía razón, ella estaba hablando de su padre. Y lo describió a la perfección, aunque no sea lo correcto.

—Abby Cruz, estás muy pequeña para decir esas cosas.

Siempre había sido muy despierta y vivaz. A veces me culpaba de que fuera tan madura o adelantada, en algunos aspectos, porque por mí creció sola, sin hermanos, ni primos.

—Solo te explico, mami. Es más guapo que Callum —negué, pidiéndole ir al grano—. Lo escuché decirle a alguien que estaba con él, que la cancha era suya y debíamos irnos. Por eso apunté directo a su trasero y pateé con fuerza la pelota. Le dolió bastante, lo vi sobarse. —quise reír a mis anchas, pero me contuve.

Se lo mereciera o no, eso no estaba bien.

—Sí sabes que no se puede agredir a las personas, ¿verdad?

—Pero es un villano, mami. —se detuvo mirándome con esos ojitos y ese puchero que podían comprarme con facilidad.

Mientras yo pensaba que, el deber de una madre es guiar y criar hijos de bien, pero cómo le criticaba lo que hizo, si eso es lo menos que ese hombre se merece. A ella le bastó un segundo para darse cuenta del tipo de persona que es James; eso es motivo suficiente para que nunca sepa que ese ser es su padre. Él y su familia, no merecen saber de Abby, con esto lo comprobaba. Hice bien en callarme.

—¡Oigan! ¿A dónde van sin mí? —sonreí, al ver a Ròs, correr hacia nosotras—. Tenemos que celebrar este triunfo, vamos por unas ricas hamburguesas. —dijo casi sin aliento. Mi amiga no era la más atlética.

Estuve de acuerdo con ese plan, pero el entrenador Carissi comenzó a pitar, pidiéndonos acercar. Estaba reunido con los padres del comité de la liga.

—Sofi, queremos ponerte al tanto de lo que haremos. Necesitamos tu ayuda y la de todos para organizar las protestas.

—¿Protestas? —repetí, asustada.

No podía exponerme de esa forma. No podía dejar que James me viera o se enteraría de que tengo a Abby. Sin embargo, tampoco podía darle la espalda al entrenador y al equipo. Las niñas dependían de nuestras acciones.

Nuevamente, todo se repetía, y tantos años después me sentía, de nuevo, entre la espada y la pared.

—Sí, protestas. Él será el nuevo dueño, pero no nos iremos sin pelear. Haremos que nos escuche.

—Así es. Nos va a tener que indemnizar el doble si pretende sacarnos de aquí. —habló uno de los padres, apoyando al entrenador, y sentí más presión.

Todos parecían estar listos para ir a la guerra, menos yo.

—Esperamos contar con tu apoyo, Sofi. Eres la presidenta del comité. Las niñas merecen tener una cancha donde jugar.

Me limité a asentir, y a comprometerme con la causa, finalizando la reunión, aunque sintiera la necesidad de correr muy lejos.

La verdad es que no tengo el dinero suficiente para comenzar de nuevo en otro lugar. Lo único que podría hacer es volver a Sevilla con mi madre, lo que solo representaría problemas y una pelea eterna, cada vez que me eche en cara el haberla defraudado. Jamás me perdonará haber echado mi futuro al caño, el día que decidí tener a Abby.




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