💞Sofía💞
Mi deber era ir al trabajo, pero no podía. No estaba bien, no dejaba de llorar porque acababa de descubrir que James aún me afectaba. Odiaba saber que me dolían sus palabras, y su cercanía, todavía me alteraba.
¿Por qué me trató así, como si fuese una cualquiera? ¿Por qué proponerme estar a su lado cuando es evidente que ambos nos hacemos daño porque nos odiamos? Hay demasiado rencor dentro de mí, y al estar mezclado con dolor, me quema por dentro.
Quise gritarle y decirle de todo, quise reclamarle, quise culparlo, pero de hacerlo habría sabido de la existencia de Abby y no pensaba hacer nada para que sospechara de ella. No puede relacionarnos jamás, eso es lo único que siempre me importará.
—¡Por Dios, nena!, ¿estás bien? Vine lo más pronto posible. —explicó, con voz cansada, al sentarse junto a mí.
De inmediato me abracé a ella, y le di rienda suelta a mi llanto. Por un segundo no era esta mujer de veintiséis años, sino aquella chica de diecinueve a quien habían humillado y le habían roto el corazón.
—Fue horrible. No entiendo qué pasó, pero él me odia. Me trató como a una cualquiera a la que puede comprar —sollocé, sobrepasada de emociones—. Por segunda vez, un Bennett me humilló. —expliqué, entre lágrimas, intentando controlarme.
Estábamos en un parque de la ciudad, y lo menos que deseaba era que algún conocido me viera en este estado, pero necesitaba sacar esto que sentía, y no podía ir a mi casa para hacerlo porque Abby estaba allí, y haría preguntas que no podría responder.
—¿Puedes explicarme bien, qué fue lo que pasó?
Asentí, tomé aire y le conté punto por punto, con lujo de detalle, cada cosa que viví y sentí en aquella oficina. Incluyendo lo inquieta que me puso su cercanía, de nada valía engañarme a mí misma.
—Lo primero es que debiste romperle las pelotas, una cachetada no fue suficiente —sonreí, aunque siguiera llorando—. Y lo otro te lo quita Callum si le das una oportunidad. Son muchos años de sequía, eso fue lo que pasó. —explicó con desparpajo, haciéndome dudar.
—¿Será? —me lo planteé de verdad, limpiando mi cara.
Después de todo, desde que nació Abby he sido solo mamá. Entre el trabajo y su crianza, no he tenido chance para más. Me costó mucho tiempo conseguir algo de estabilidad; no tenía espacio para enredarme la vida con un hombre. Además, no sé estar con alguien que no ame, y mi corazón permanece cerrado con varios candados para mi protección.
—¡Claro que sí!, te lo he dicho, necesitas un novio. —insistió y blanqueé los ojos.
—Ahora lo único que necesito es un boleto de avión para irme bien lejos del alcance de James. —confesé.
—Huir no es la solución. No le des el gusto a ese patán. James Bennett es un imbécil. ¿De dónde saca que eres una zorra con precio? Eso es lo que no entiendo.
Yo tampoco lo entendía; nada de lo que dijo, tenía sentido para mí.
—No lo sé. Yo tampoco entendí por qué me dijo así. Solo sé que no me sentía tan humillada desde que su madre me ofreció dinero.
Todavía podía escuchar el timbre de su voz en mi cabeza, y el olor de su perfume caro impregnando mi habitación estudiantil.
—Hablando de esa víbora, y jugando un poco al abogado del diablo. ¿No te parece extraño que ella te ofreciera dinero para irte lejos, y por otro lado, él crea que te vendes por unos cuantos billetes? —ladeó, un poco su cuerpo para verme de frente, y fruncí el ceño al ver la intención de su comentario.
—¿Qué intentas decir? —pregunté, queriendo que lo dijera completo.
Me costaba creer que mi amiga buscara justificarlo. James no tenía justificación, y lo mejor sería que nunca la tuviese, porque nada podía acercarnos, por el bien de Abby.
—Olvídalo, no me hagas caso. Él no tiene defensa alguna. —ahora sí, nos íbamos entendiendo.
—No, no la tiene —recalqué—. Recuerda que mientras me juraba amor, se comprometía con otra. Solo fui su diversión.
—Tienes razón, discúlpame. No debí pensar tonterías, pero, y ahora, ¿qué harás?, ¿cómo le dirás a todos que se quedaron sin campo de soccer y, probablemente, jamás encuentren otro?
—¡Ròs, no me estás ayudando! —me quejé, temblando de nuevo.
—No busco atormentarte, sino ayudarte. Esto es una realidad. La comunidad espera tu respuesta. —respiré, profundo, cruzándome de brazos.
—No puedo lidiar con esto ahora. Necesito un poco de tiempo para pensar qué decirles. Me iré a casa y apagaré mi teléfono hasta mañana.
—¿Irás a casa? ¿Y Charles? Si te desapareces y no vas a trabajar, se enojará.
—Que lo haga, no quiero ir, Ròs. Solo por hoy pensaré en mí, le diré que me enfermé y pasaré la tarde con mi hija. No tengo cabeza para más.
Mi amiga no estuvo de acuerdo, pero no insistió y lo agradecí. He dejado la piel en ese trabajo, jamás he faltado, ni estando enferma, así que Charles tendrá que sobrevivir a un día sin mí, mientras yo sobrevivo a mi encuentro con un pasado y un presente que solo supo y sabe lastimarme.
—¡Mami, llegaste! —Abby corrió a mi encuentro y me abrazó, mientras su cuidadora me sonreía como saludo—. ¿Ya salvaste nuestro campo de fútbol? ¿Venciste al villano, mami? Ya quiero decirle a todas mis amigas que mi mami nos salvó.