El Secuestro de Ivette

Capítulo 23

Dejó caer la mochila sobre el suelo haciendo todo el ruido que pudo. Quería y necesitaba que se escuchará su vuelta, que se notara su presencia. Sonreía, la sonrisa le llegaba hasta los ojos y posiblemente daba miedo.

—No hay fiesta de bienvenida para mi, que pena —Se sentó en la silla más alejada de la mesa, ahí estaban ellos, sentados tomando el sol como si nunca hubieran roto si quiera un plato.

Sin embargo habían matado y hecho  matar a todo un ejercito y sin que le temblara ni una sola vez el pulso. Tal vez ni siquiera sintieran el remordimiento de un alma torturada y hambrienta de paz.

Esperaba que ellos nunca recibieran el perdón de Dios porque sin duda alguna no se lo merecían.

—Hola Ivette, ¿Bienvenida? —Dominic soltó su mejor oración bañada de toda la ironía que pudo sacar de si mismo.

—¿Cómo estuvieron tus vacaciones? —Doménico sin embargo fue mas agradable y una parte muy dentro de si agradecía verla, una parte que temía el desquicio de su hijo. Que aunque siendo su sangre cometía mas errores que cualquiera.

—Muy bien, gracias —. Decidió ignorar al hijo y responderle al padre.

Siempre es mejor ignorar a los idiotas.

—Me alegro que volvieras, tenemos mucho trabajo pendiente —El señor Cesare quería atar unos cuantos cabos que empezaban a darle dolor de cabeza.

Su territorio se estaba viendo afectado por un nuevo contrincante y tenía que acabar con él más rápido que tarde.

—Al parecer Dominic sigue siendo tan inútil que cuando me fui —¿Herir o no herir? Siempre era mejor herir.

—Deberías darle gracias a Edna que sigues  viva.

Ivette apretó las manos sobre su pierna, mantuvo su respiración y permitió que todo el veneno que sentía saliera por sus ojos, su mirada, por sus poros.

—Y tu agradecer que no me gusta ensuciar mis manos con mas mierda de la necesaria.

—Pueden estar tranquilos por un momento. —Doménico iba subiendo un poco mas la voz —. Arréglalo. -Lanzo una carpeta a través de la mesa.

 

 

Ironía de la vida que quita sin quiera avisar y  muchas veces nos ayuda a construir nuestra propia caída. 

—Tin marin de don pin güe —Arrastro la boca del cañón por toda la pared, el silencio hacía retumbar sus pasos, sus palabras y el miedo. Un olor putrefacto pero muy simbólico.

Siempre había soñado con ese momento y finalmente llego, la paz se asentó en sus muñecas, su oído se agudizo y su mirada se centro en un único objeto que se arrastraba por el suelo, tenía la pierna derecha herida, del pie izquierdo se vislumbra la luz atravesar el agujero muy cerca de sus dedos.

Gritaba, lo hacía muy alto mientras seguía intentado sobrevivir.

—¿Crees que si te sigues arrastrando vas a escapar? —Su voz fue suave, casi como de ángel —Piensas que me voy a conmover ¿Podrás escapar? —Seguía caminando sin prisas, no había nada mas que ellos dos en aquella casucha abandonada.

Miraba el sucio suelo, las paredes manchadas de cada gota de sudor, sangre e inocencia que perdió cada mujer por la trata de blanca. Sintió pesar por cada una de ellas y les pidió perdón desde lo mas profundo de su corazón momentos antes de  mandarlas en una furgoneta lejos de aquel lugar media hora antes.

—Yo también he sentido esa sensación —El sujeto en el suelo se había quedado tirado, no sabía si era la falta de sangre, de aire o tal vez solo que la muerte lo estaba llamando —, me sentí perdida, asustada y pedí mucho a Dios que me ayudara y me diera fuerzas, también le pedí fe para superar aquello. Es difícil ser arrebatada de todo lo que conoces y darte cuenta que acabas de llegar al infierno.

»No tienes culpa de nada sin embargo pagas todos los pecados que jamás vas a cometer —Se agacho a su lado —Y lo peor de todo es que nunca volverás a lo que una vez tuviste y que nunca se vuelve a ser quien se era.

»Pero no sé porque hablo asuntos tan complejas con mentes tan pobres y almas tan vacía. Podría dispararte ―Se puso de pie y camino unos cuantos pasos —, pero no —Fue cerca de su espalda, puso su pie derecho sobre ella y presiono hasta que sintió como se quebraba debajo de su peso —, dejaré que el destino haga lo suyo mientras te duele cada célula de tu piel, tal vez te desmayes una o dos veces antes de morir. Y vas a sufrir, sufrirás mucho aunque no todo de lo que te mereces.

Guardo el arma en su lugar y salió de aquel vertedero, en unas horas sería demolido junto con el cuerpo que había dentro.  

Se hizo en el pelo una cola y se pinto los labios, era un día soleado con buen clima y extrañamente Ivette se sentía excesivamente feliz. Aun sentía en sus labios el tacto de Alessio. No estaba segura de si lo que sentía era amor, lo que si sabía era que necesitaba ser protegida por él. Que la abrazará por las noches y sentir su peso por la mañanas, su respiración por las tardes.

Lo necesitaba a él.

Su plan ya había empezado, así que era momento de ir paso por paso.

 

 



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En el texto hay: secuestro, escapes, amor pasion

Editado: 16.04.2024

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