—¿Qué te parece si le cortamos la oreja?
Ivette respiro profundo, puso los ojos en blanco y se volvió a apoyar en la pared. Estaba cansada de dar vueltas por todo aquel maldito espacio. Se sentía como gato atrapado, por momentos su vida pasaba delante de ella en cuestión de segundos. Y gran parte de todo ese futuro que le esperaba dependía del hombre esposado, golpeado y semi inconsciente amarrado en la silla. No le causaba ninguna pena y menos pensaba detener aquella masacre, por el momento.
—No, no sé nada... —gimoteo el prisionero.
Sus rodillas estaban destrozadas, los dedos de sus pies habían sido amputado, su nariz rota y repuesta a la fuerza más de una vez y ya llevaban mas de tres horas de tortura. Los dedos de las manos estaban rotos y distorsionados de manera inimaginable.
—Yo sé que sabes más de lo que dices —Dominic se acerco, levanto el bastón y se lo pego en las rodillas los hundió con todas sus fuerzas —¿Quién se esta metiendo en nuestro territorio? —Seguía presionando hasta que el bastón rompió el ultimo hueso, los gritos seguían.
—No sé, se los juro... —Juraba a voz quebrada, sus ojos estaban hinchados y era muy dudoso que pudiera ver algo, estaban totalmente llenos de sangre.
—Eres duro de pelar ¡Por Dios!
Dominico miraba sentado en una silla alejada de los demás, nunca hacia los trabajos manuales. en eso Dominic era diferente a él. Dominico mandaba, Dominic le gustaba hacer y en cierto punto eso era mucho. Porque siempre pondría en duda todo lo que él no hiciera.
—Paciencia, hijo, recuerda que la paciencia hace al maestro. —Ya se estaba recuperando y lo veía cada día mas fuerte y mas decidido a seguir adelante y olvidarse de la tonta niña por la que había abandonado todo.
—No sé nada, nada... —La voz del hombre sonaba más rota a cada instante, cada segundo lo sentía como una tortura. Estaba seguro que ni siquiera en el infierno sufriría tanto como en esos momentos.
Ivette contó en su mente noventa segundos, miro su reloj cada segundo de ellos, cuando acabo el tiempo, saco su arma y fue al lado de la silla. Un solo disparo en su cien. La bala reboto fuera del cuerpo.
—Se acabo el espectáculo.
—¿Qué has hecho? ¿Qué demonios has hecho? —Dominic sintió como le quitaban el poder y algo dentro de él se agito muy fuerte.
—No sabía nada, se los dijo. —Ivette no se inmuto ni un poco por la desesperación latente que empezaba a crecer por él.
—¡Dios! ¡Dios! ¡Dios! —Dominic cojeaba por todo el espacio en círculos intentando controlarse. —Te voy a matar.
—Hazlo, Dominic, hazlo —Sacó un paquete de su chaqueta y metió un chicle a su boca —. Llévense el cadaver. —Ordeno sin perder el frío en la voz.
No tenía muy claro como, pero había aprendido a controlar su voz. Había aprendido a mandar y a ser obedecida sin el más mínimo rechiste, también había aprendido a ser flexible y amorosa. Cada parte de su vida la había enseñado a reflejar en su voz y sin titubear o fallar.
—Calma chicos —Dominico se puso de pie y camino hacia ellos. Conocía el poder y la cólera de su hijo, pero empezaba a conocer la calma y la sangre fría que corría por las venas de Ivette y en un confrontamiento no estaba muy seguro que Dominic sobreviviría —, es solo un cadaver que ya desapareció. Ven —Señalo la silla vacía —, ya no hay nada. No sé puede perder la calma Dominic, y se tiene que trabajar en equipo Ivette.
—Esto no es un equipo Dominico, recordemos eso.
—Tú lo arruinas todo. Estaba por sacarle algo más.
—¡Ja! ¿Sacarle qué? ¿Los dientes? —Ivette se empezaba a llenar de cólera —Madura Dominic, deja de ser tan ciego. No le ibas a sacar nada más que beneficios para tu estúpido sadismo.
—No soy un sádico.—Dominic agarro con más fuerza el bastón.
Sabía cada uno de sus defectos y adicciones, y estaba muy seguro que el sadismo nunca había formado parte de él. Le gustaba ser amado y sentirse con poder, ¿Qué había de malo en ello?
—Lo que tú digas.
—Déjenlo estar, son unos malcriados sin arreglo, los dos.
Cesare padre tomo a los mas jóvenes de la mano y los llevo con él por todo el pasillo hasta la ultima puerta a la derecha, el segundo comedor de la casa y el que por norma general se utilizaba. Abrió una de la sillas a su derecha y permitió que Dominic se sentara y luego fue al otro lado y le abrió la silla a Ivette. Un minuto después estaba sentado en la cabera mas cercana a ellos dos.
—Estoy muy orgullos de ambos, han sido unos verdaderos ángeles, los dos a su manera pero y sé aprecia esas cosas. —Volvió a tomar las manos de los dos, se comportaba como un verdadero padre —Sus diferencias y las pocas cosas que tienen en común. Y me encantaría verlos juntos sin pelearse —Hizo una pausa —, como un matrimonio.
—No. —La respuesta de Ivette fue rápida, concisa y precisa.
—Podrías darme una oportunidad —Dominic nunca se había hecho la idea de ellos juntos, pero eso si podría ser una opción.
—¿Oportunidad Dominic? ¿Para qué?
—Podría hacerte feliz...
—No, no, no —Negaba repetidas veces —, no Dominic por Dios. ¿Qué tienen ustedes en la cabeza? Les aseguro que están muy enfermos, muy enfermos.
»No se puede quitar todo y luego intentar dar. La sustitución no es una buena técnica.
No estaba muy segura de entender lo que pasaba allí, su vida era extremadamente rara, pero aquello se estaba saliendo de todo el renglón. Simplemente no se podía ni siquiera imaginar una vida junto él. No importaba lo que pasará en el futuro, ella nunca estaría con Dominic.
—Un viaje a España me espera —. Ella se puso de pie y camino directamente hasta la cochera, no tenia fuerzas de verle un segundo más la cara a esas personas.
-----------------
Perdón por durar tanto tiempo sin actualizar, de ahora en adelante lo hare todos los días.