El Secuestro de Ivette

Capítulo 27

Admiro la pintura lo más cerca que pudo, estaba segura que en cualquier momento algún empleado de la galería de arte iría hasta ella y le pediría mantener la distancia, pero mientras tanto disfrutaría de la vista. Era una especie de arte abstracto al oleo que reflejaba dos rostros, se les podía distinguir la frente, la nariz, los labios entreabiertos, la mandíbula y luego se iba difuminando, sus rostro tallados con ramas de arboles, tal vez venas. No lo supo definir con exactitud.

Sin embargo la pintura le provocaba, según se pusiera la pintura podría quedar él arriba o ella, los labios de ambos estaban entreabiertos y se rozaban sutilmente. Lo hacían de manera invertida. La barbilla del uno descansaba cerca de la nariz del otro.

Estaban juntos pero no en la misma posiciono. 

Tal vez de una manera artística y sensual su vida estaba plasmada allí. ¿Qué abra pensando el autor cuando lo pinto?, ¿En qué o quién se inspiro?

Se quedo mucho tiempo frente a aquella pintura visualizando a través de esta mucho mas de lo que quería, también pudo percibir su propio miedo. Miedo a que fallara, a que un solo movimiento mandara a la mierda todo aquello por lo que estaba luchando.

Últimamente estaba perdiendo la paciencia, otras veces solo perdía la esperanza y algunas noches mientras soñaba con Edna, perdía las ganas de vivir. Ese sentimiento de incompetencia la albergaba y controlaba todos sus movimientos.

Hacia solo unas noches había soñado con ella. Estaban de nuevo en París, en el piso más alto de la torre Eiffel, todo por debajo de ellas parecía minúsculo, sin importancia. Se habían sentado agarradas de manos y se pasaron horas hablando sobre los que se les ocurriera: actores, sexo, política, deportes, novelas...

Susurraban sobre todo y de pronto veía a Edna aun lado tirándose desde lo más alto. Ivette volvía a despertar asustada, con el corazón latiéndole tan fuerte que estaba segura de que se le saldría del corazón, todo su cuerpo estaba sudando frío. Al día siguiente paso todo el día en cama, se había enfermado. Sus emociones la habían enfermado.

¿Por qué tuvo que ir donde Alessio?

Ante él era débil, todo su sistema se debilitaba. Sus emociones de convertían en su peor enemigo y la debilitaban. Y aun así quería volver a verlo, se había arriesgado dos veces y no la habían descubierto, tal vez la tercera sería la mortal. Así que ya no lo volvería a hacer.

Se alejo de la pintura y fue al mostrador. Salió con una sonrisa triunfante de allí, la había comprado.

Encendió la radio, el piano empezó a sonar. Ivette volvió a sonreír mientras escuchaba el entoné a tango de transfondo. Mientras paraba en el semáforo en rojo subió el volumen.

"Nunca pensé que doliera el amor así", empezó a cantar Shakira por la radio .

—Sé qué olvidarte no es asunto sencillo, te me clavaste en el cuerpo como un cuchillo —tarareaba Ivette, en esos precisos momento estaba siendo recorrida por un olvidado sentimiento de plenitud.

—Ay te aviso, te anuncio que hoy renuncio a tus negocios sucios...—cantó Edna en su cabeza, aun la recordaba con el pelo suelto, descalza y con un cepillo en la mano y la televisión invadida por la imagen de Shakira.

Con esa imagen llego a la casa, para su sorpresa todo estaba tranquilo. Muy tranquilo para su gusto. Aparco su coche y se metió la llave en el bolsillo trasero del pantalón. Las puertas seguían custodiadas por los mismos hombres que siempre.

Todo parecía estar igual, pero no se sentía igual. Descubrió lo diferente mientras se acercaba a la sala de comedor. Todas las luces estaban apagadas y en cambio había un montón de velas encendidas, la mesa estaba preparada para una cena romántica, parecía que la casa estaba preparada para una cita romántica.

Mientras mas entraba mas asustada se sentía, en su campo de visión aparecieron los Cesare, Dominic iba en traje muy elegante. Si no le tuviera tanta indiferencia probablemente habría admitido que estaba impresionantemente bien.

—¿Quién se murió? —Las palabras salieron de la boca de ella sin querer queriendo. No sabía que decir.

—Nadie por lo pronto —Dominic parecía todo un caballero de los pies a la cabeza.

Ya veo lo que viste, querida Edna, murmuro dentro de sí Ivette, ya lo veo.

—Bueno que pasen buenas noches —Ivette intento dar media vuelta y salir. La puerta por la que había entrado estaba cerrada.

—Esta cena es para ustedes —Dominico se acerco a Ivette y puso la mano de ella entre las de él arrugadas, la llevo a una de las cabeceras, saco la silla y espero hasta que estuvo sentada para volver a hablarle —. Sé que no se conocieron en las mejores condiciones y todos tenemos culpa de ello —Ivette levanto su ceja derecha preguntando que culpa tenia ella y Dominico decidió ignorarla y seguir hablando —, sin embargo Dios pone y nosotros proponemos. Ya es hora de que ustedes se conozcan un poco mejor y nadie sabe lo que pueda surgir entre ustedes.

Ivette presiono sus labios en una leve línea, lo único que podría surgir entre ellos eran balas y nada mas que eso.

Dominico camino fuera de la sala, Dominic estaba al otro lado. Una de las sirvientas entro y sirvió la cena. 

Ambos empezaron a comer,  Dominic se sentía nervioso. Aquello era lo más próximo que tenía a una cita desde... Aparto aquellos pensamientos. Su padre tenía razón: 

Dios ponía y ellos disponían.

 



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En el texto hay: secuestro, escapes, amor pasion

Editado: 16.04.2024

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