Había pasado una semana, la luz empezaba a entrar por la ventana de la habitación de Domenico, él abrio los ojos sintiendo que un gran camión le habia pasado por encima mientras estaba tirado boca abajo sobre el duro asfalto. Todo le dolía más de lo que podía expresar con palabras.
Parpadeó repetidas veces hasta acostumbrarse a la luz, movio la cabeza de lado a lado y luego se quedo mirando a James durmiendo en el sillón del tamaño de una cama.
—¿Sigues sintiendote tan mierda como ayer? —James estiro todo su cuerpo mientras bostezaba.
—Sigue siendo una mierda —respondio sintiendo cada palabra —, ¿cuándo vendrá Ivette a vernos o estamos desterrados?, ¿estoy desterrado yo? —Tomo el control remoto y pulso el mando para cambiar la posicion de la parte superior de la cama —Estoy seguro que nunca podría dejarte atrás.
—Esta esperando que decida —respondio el más pequeño a regañadientes, la carta había llegado un día despues de ellos llegar a los estados unidos y no tenía respuesta.
Lo seguía pensando, incluso tenía pesadillas recurrentes algunas noches.
—No sé que tienes que decidir, pero tienes todo mi apoyo y todo mi tiempo —Dominico hizo una muesca —, lo ultimo en contra de mi voluntad.
—¿Pides el desayuno? —James se levanto camino al baño, literalmente vivía en aquella clínica que tenía una gran semejanza a una hotel cinco estrellas.
Se miro al espejo recubierto de vapor y solo miró su sombra, había crecido tanto en los ultimos años.
Había reforzado su cuerpo, su mente y su espíritu.
Estaba muy orgulloso de si mismo y de haber sobrevivido para contarlo. Nada de eso lo había preparado para darle la posibilidad de ser libre. Limpio con una de sus manos el espejo, se miro a los ojos y miro muy profundo en si mismo.
No quería ser libre, porque no estaba preso. Ivette le había salvado del cautiverio.
Ella le habia salvado la vida y ahora se la estaba devolviendo, él no sabía que hacer con ello.
—¿Alguna vez lo has tenido todo? —James llevaba una toalla en la cabeza.
—Depende —Giro la cabeza para mirarle —¿a qué llamas todo? —Frunce el ceño —¿y porque tienes esa toalla en la cabeza?
—Cuando Ivette me rescato estaba muy desnutrido y débil como para secarme o bañarme correctamente —Sonríe de solo recordar —, no sabía que las personas normales se bañaban más de una vez al mes, o que no se usaba el mismo jabón para el pelo y el cuerpo.
>>Así que cuando me ayudaba, al finalizar, siempre dejaba una toalla sobre mi cabeza y me secaba el pelo muy suavemente. Cada vez que necesito relajarme vuelvo a ser ese ñiño desnutrido y a falta de que alguien lo cuide.
—Vaya —Dominico ya estaba desayunando la comida de su plato. Él no podía recordar esa etapa de James, Ivette no permitio que ninguna persona se le acercará.
—Mala etapa, supongo. —James tomo su desayuno, permanecieron en silencio un buen rato —No has preguntado ni una sola vez por tu padre.
—No necesito preguntar, para imaginarme su final —Destapa el pequeño yogurt —, ella tenía mucho de lo que vengarse y él tenía mucho que pagar. Supongo que ya deben de estar a mano, para ser sincero conmigo mismo,tampoco me importa.
>>Yo tambien tenía que cobrarle unas cuantas cosas, no pude hacerlo. Es...era mi padre.
—Ya —James se limpia las manos en la servilleta de papel —, no te puedo entender, aun así, haré como que si.
—Eres gilipollas —Una enfermera entro para llevarse los utensilios y revisarle el suero —¿Qué opciones tienes?
—Quedarme e intentar llevar una vida normal o volver a lo que ya conozco —James se dejo caer hacía atrás en el sillón, miraba el techo blanco.
—No se puede llevar una vida normal con el alma tan rota y la mente tan cargada de recuerdos absurdos que no te hacen bien.
—¿Eso pensabas cuando conociste a Edna?
—Nah, cuando la vi —suspiro con emoción —, se me olvido todo, absolutamente todo no debí quedarme en España y embarcarme en esa torrida aventura, pero lo hice.
>>No estoy seguro de que el precio que pague sea el justo, fue muy alto —La voz se le corto —. Y yo solo me he quedado con los recuerdos y medio cuerpo no me sirve al cien por ciento, así que no creo que sea el mejor para aconsejar sobre esas cosas.
—No hay consejo que sirva.