Dicen que el tiempo lo cura todo.
Pero el tiempo no borra los gritos que escuchaste en la oscuridad.
Ni las miradas vacías de quienes ya no volvieron.
Ni ese sobre negro que aparece cuando menos lo esperas.
Desde aquella noche, Mariana ya no duerme igual.
Steve aún revisa cada sombra como si esperara ver a los encapuchados.
Y la chica que rescataron…
ella tampoco está en paz.
Hay algo que oculta. Algo que le pesa.
El circo maldito no terminó con ellos. Solo empezó un nuevo acto.
Ahora no son los buscadores. Son los perseguidos.
Y esta vez, el miedo tiene nombre.
Y rostro.