El Segundo Acto

CAFÉ, CICATRICES Y SECRETOS

Desperté en el sofá de Percy. Había una manta sobre mí y el sonido lejano de alguien revolviendo tazas. Me dolía hasta el alma, pero al menos no estaba muerta. Punto para mí.
"Si el precio por pelear contra cosas turbias es dormir como tronco en la sala de un glotón, lo pago. Aunque, ¿dónde está mi desayuno, Percy?"

—Buenos días, durmiente de Nazaret —bromeó Natali, con una taza de chocolate caliente.

—Buenos días, profetiza de los memes. ¿Dónde están los demás? —dije, aún medio dormida.

—Percy está preparando waffles. Steve está con David en el patio, y Sara está en la sala hablando con Alberto sobre lo que vio anoche.

Me incorporé.
—¿Y Javier?

—En la cocina... ayudando a Percy a no quemar la casa. Spoiler: no lo está logrando.

Me levanté rápido. Tenía que ver a Steve.

Salí al patio, y ahí estaba él, con su cabello algo despeinado, su camisa blanca abierta en las mangas, y esa mirada que decía “soy tu protector enviado por Dios pero también tengo cara de chico de película romántica”. Estaba sentado con David, quien hablaba en voz baja.

Me acerqué y me senté a su lado. Steve me miró y sonrió, tomándome la mano de inmediato.

—¿Dormiste bien? —me preguntó, suave.
—Más o menos. Soñé que Percy era un waffle gigante y me perseguía por el circo.

David soltó una risita.
—Honestamente, tiene sentido.

—¿Qué hablaban? —pregunté, viendo a David.
—Sobre el símbolo. David cree que Sara puede ayudar a descifrarlo más… profundamente.

David asintió.
—Sara no es cristiana, pero tiene sensibilidad espiritual. Ve cosas. Ayer sintió una presencia... no humana. Y no fue una alucinación.

—Ah, perfecto. Entonces ¿qué sigue? ¿Nos enfrentamos a eso con Biblias, sarcasmo y Percy comiendo donuts?

—Y oración —agregó Steve.
"Este hombre, Señor… lo hiciste tan perfecto que si me pide casarnos en medio del apocalipsis, digo que sí. Con velo, cruz y vestido de batalla."

Steve me miró con ternura.
—No quiero que te pongas en riesgo, Mari.

—¿Y me vas a encerrar en un frasco de cristal? Olvídalo. Además, si muero, quiero que sea peleando contigo, no viendo Netflix mientras ustedes enfrentan a 'El titiritero'.

—Te amo, ¿sabes?

Y ahí. BAAAAM.
Él se inclinó y me besó despacio, sin prisa. De esos besos que no se dan por impulso, sino por convicción.
Un beso con fe.

"Mi corazón: reproduce música cristiana romántica."

Más tarde, en la sala, Sara sostenía su péndulo sobre un mapa. Tenía el cabello en dos trenzas sueltas y sus ojos verdes brillaban como si supieran más de lo que decían.

—Aquí. Este punto —dijo señalando una zona boscosa—. El símbolo se activó en esa área también. Ahí desaparecieron tres personas hace cuatro años.

—¿Qué personas? —preguntó Percy, metiendo un pedazo de pan en su boca.

—Gente del primer grupo que investigó el circo —explicó David—. Nadie los volvió a ver.

Alberto, sentado en un rincón, observaba mucho a… mí. Y yo hacía como que no me daba cuenta, pero Steve lo notó. Lo sé. Porque sus dedos se aferraron a los míos más fuerte.

—Vamos a necesitar entrar a ese bosque —dijo Javier, serio—. Aunque sea con linternas, fe y unas Biblias de repuesto.

—¿Y si es una trampa? —preguntó Natali.

—Entonces caemos en ella… juntos —dijo Steve, firme.

"Y aquí voy yo, a buscar sombras en el bosque con mi equipo cristiano–edición Scooby-Doo, mientras un pretendiente nuevo me mira como si fuera Ruth versión actualizada. Señor, toma el control. Literal."



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En el texto hay: 31 capítulos

Editado: 24.05.2025

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