El Segundo Acto

HASTA QUE VOLVAMOS A VERNOS

Todo estaba tan... silencioso.
Ni siquiera el viento se atrevía a soplar.
El aire estaba detenido, como si el universo supiera que un alma buena se había ido.
Una que no debía. Una que nos dejó demasiado pronto.

Y no había calcetín de versículo, ni chiste tonto, ni chocolate caliente que me preparara para esto.
“Señor... no sé qué decir. Y eso que siempre hablo hasta por los codos. Pero ahora... ahora solo me duele.”

El funeral fue dos días después.
Nos reunimos en la pequeña iglesia del pueblo. Vestidos de negro. Con ojos hinchados. Con corazones rotos.

La mamá de Javier, una mujer de voz dulce y siempre alegre, no podía levantarse del banco. No lloraba fuerte. Lloraba bajito. Esa clase de llanto que te rompe más porque sabes que es de los que no tienen fin.

Su papá tenía los ojos rojos y la boca apretada. Mantenía la postura... por su esposa, por la pequeña hija de seis años que no paraba de preguntar:

—¿Y por qué Javi está dormido?

Sara le puso una flor en la mano. Yo le hubiera abrazado, pero... no podía moverme.

“¿Por qué él? ¿Por qué no un monstruo? ¿Por qué alguien que solo sabía amar, proteger, servir?”

Natali no hablaba.
No lloraba.
No comía.

Solo tenía los ojos vacíos, perdidos. Como si ya no estuviera con nosotros.

Se sentó frente al ataúd. Lo acariciaba con los dedos como si con eso pudiera despertarlo.

—¿Me prometiste que bailaríamos en nuestra boda, idiota... —susurró—. ¿Y ahora quién me va a decir que me veo bonita hasta cuando tengo ojeras?”

Su voz se quebró. Y con ella, todos nos quebramos.
Hasta Percy, el más fuerte, se arrodilló y lloró en silencio.

Steve me abrazó.
Y yo me aferré a él. Como si fuera lo único que me mantenía viva.

Durante el servicio, cada uno pasó a decir unas palabras.

Yo no quería hacerlo.

Pero cuando miré a su hermanita, con una flor en la mano y una sonrisa inocente porque no entendía, me levanté.

—Javier... era mi amigo —empecé, la voz temblando—. Pero no cualquier amigo. Era ese tipo de persona que te dice que todo estará bien... y tú le crees. Porque cuando él lo decía, era real.

Me miré las manos. Estaban frías.

—Amaba sin miedo. Y protegía sin esperar nada a cambio. Incluso... cuando sabía que podía perderlo todo. Él no fue solo un amigo. Fue un héroe. Y sé que hoy... aunque nos duele, aunque gritemos, aunque no entendamos... está con Jesús. Sonriendo. Contando chistes malos. Esperándonos.

La mamá de Steve me sujetó la espalda. Mi mamá, sentada atrás, lloraba en silencio.

Y entonces… ocurrió.

Alberto.

Ese insoportable intento de galán, apareció como si el funeral fuera su oportunidad de brillar.

Se me acercó, con una rosa en la mano.

—Lo siento mucho, Mariana. Si necesitas a alguien que te abrace…

“Señor, detén mis manos o le meto la rosa por la nariz.”

Lo fulminé con la mirada. Steve dio un paso adelante. Yo me adelanté antes de que pasara a mayores.

—No es el momento, Alberto. Ni lo será. Ni ahora, ni nunca. Vete.

Y por un segundo, hasta los ángeles deben haber dicho “¡Eso, hija!” desde el cielo.

Después del entierro, nos reunimos en casa de Javier. Comimos. Recordamos. Reímos entre lágrimas.

Sara leyó un salmo. Percy lloró cuando encontró una carta que Javier le había escrito hace meses por si algo le pasaba.

Steve y yo salimos a la terraza. Miramos el cielo.

—¿Crees que nos escuche?

—Sí —dije—. Y está molesto porque lloramos tanto. Seguro diría: “Ya pues, no hagan drama, que yo estoy mejor que ustedes”.

Steve sonrió triste.

Y entonces me abrazó por la cintura.

—Te amo, Mariana. Más que nunca. Porque ahora sé lo frágil que es la vida. No quiero pasar un día más sin recordártelo.

Mis ojos se llenaron de lágrimas.

—Y yo te amo a ti. Con todas mis fuerzas.

Nos besamos. Lento. Profundo. Lleno de tristeza, pero también de amor real. De ese que no se rinde.

“Javi… no prometo no llorarte. Pero prometo vivir como tú viviste. Con fe, con gozo… y con chistes malos.”



#733 en Thriller
#292 en Suspenso
#5596 en Novela romántica

En el texto hay: 31 capítulos

Editado: 24.05.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.