Hablemos de venganzas.
11 de Julio de 2019.
Estaba parado frente al espejo arreglando un poco mi cabello y tratando de controlar mi respiración. El entrenamiento había sido duro, pero no como lo que había terminado de hacer con Nataly en el cubículo del baño.
Fue un lugar un poco asqueroso y pequeño pero no pudimos resistir más. Valió la pena si me lo preguntan.
Nataly estaba a lado de mí tratando de arreglar su ropa y ocultar las marcas que había dejado a lo largo de su cuello.
—Saldré primero, Iván—me dio un beso en la mejilla, tomó sus cosas y salió.
No es la primera vez que hacemos esto, ya conocemos la rutina y es algo bueno porque hace las cosas menos complicadas. Entrenamos juntos natación y después de salir de los vestidores cuando terminó la práctica, decidí venir a esconderme al baño de chicas de fuera sabiendo que es una zona casi desierta ya que ellas prefieren asistir al que está dentro de los vestidores. Casi nadie ocupa este, principalmente porque son para los visitantes y no es como que a mucha gente le apasione venir a ver a personas nadar por casi dos horas.
El punto es que vine a esconderme, me encontré con Nataly y bueno, el resto es historia. Una muy buena historia.
Me escondí porque le había hecho una broma a una chica y conociendo su carácter debe de estar buscándome en los vestidores de hombres. Pobre ilusa, hice un tiempo record en cambiarme y me fui a esconder porque tenía que esperar a que mi prima pasara por mí y estar esperando en la entrada hubiera sido un blanco fácil. No fui al baño de hombres porque probablemente sería algo obvio.
Seguía concentrado en verme decente hasta que escuché como forcejeaban con la puerta. Rápidamente tomé mi mochila y me escondí en un cubículo. Si era Ana, que es la chica a la que le jugué la broma, sería mejor que no me encontrara.
Escuché pasos y luego noté que el cubículo de al lado se ocupó, era una chica cualquiera y eso me daba la oportunidad perfecta para huir mientras ella estaba adentro.
—Me tienes esperando como tonta afuera.
Volteé a ver hacia arriba y mi prima, Lia, estaba recargada en la separación de los cubículos. De seguro estaba parada en el retrete.
—Cada quien espera como quiere.
—Te irás a pie si sigues de idiota.
—¿Cómo supiste que estaba aquí?
—Vi a una de tus amiguitas salir satisfecha.
Lia me conoce bien. Prácticamente es mi hermana y ha estado viviendo conmigo desde hace muchos años ya que sus papás y sus hermanos se fueron a vivir a Houston. Incluso este fin de semana, con mis hermanos y ella, trataremos de independizarnos. Nos mudaremos a su antigua casa que está vacía y la próxima semana llegará su hermana gemela para sumarse a la manada.
Todo esto surgió ya que ambas empezarán la universidad, mi hermano mayor Luis está a punto de terminar su carrera y Jorge, mi hermano menor, entrará a su último semestre de bachillerato.
Estoy seguro de que será un caos, pero a estas alturas no debería de asustarme.
Todos hará algo importante con sus vidas y yo decidí tomarme un semestre sabático. No tenía bien definido que carrera universitaria estudiar así que tomaré un descanso de los estudios, buscaré un empleo y analizaré las diferentes ofertas de las universidades, no me preocupo, tengo tiempo de sobra.
—Satisfecha es poco—me reí y se estiró para darme un golpe en la cabeza.
—Si quieres esconderte bien deberías subir los pies, genio.
—¿Cómo sabes que me escondo?
—No saliste quitado de la pena cuando tu amiga se fue—se encogió de hombros—, era eso o estabas demasiado ocupado acomodando tu cabello.
Odio que me conozca. Es una suerte que nuestra diferencia de edad sea muy poca, unos meses prácticamente. Este año cumplí 19 años y ella en unos meses más también.
—Un poco de las dos. ¿Podemos dejar de hablar aquí?
—Estoy de acuerdo, huele a...—se calló en cuanto escuchamos que habrían la puerta de un fuerte golpe.
Lia dejó de asomarse y yo subí los pies como ella dijo, era un poco obvio que la persona de la que me estaba escondiendo estaba a punto de descubrir donde estaba.
Estaré muerto pronto.
Hasta ahora solo escuchaba quejidos y el sonido del agua correr.
—¿Ya te calmaste?—escuché una voz tranquila, sé que la he escuchado antes.
—No—y ahí estaba la voz de Ana cargada de odio.
—Si lo vemos del lado amable, te gustan las cosas brillantes.
—No cuando están en toda mi cara.
—Pero te ves bien de verde.
—Voy a hacer de cuenta que no dijiste eso.
La verdad no le tenía mucha fe a mi plan, llegué tarde a mi entrenamiento a propósito para llenar la ventilación del carro de Ana de diamantina verde para que a la hora de encenderlo saliera volando por todos lados. No me pregunten de donde obtuve la copia de su llave porque no creo que sea muy legal que digamos.
Ana no entrena conmigo natación pero sé que vendría a dejar y esperar a su mejor amiga Bianca. Siempre lo hace.
Ahora supongo que están tratando de quitar todos los brillos de su cara y tal vez cabello. No diré que me pasé de la raya porque ella me ha hecho cosas peores.
—Cuando vea a ese maldito me las pagará.
—¿No crees que ya es hora de una tregua?
No.
—No.
Ana y yo hemos tenido una seria rivalidad por varios años. Cuando estábamos en secundaria ella me hacía bullying porque a decir verdad era un preadolescente pasado de peso, eso no le daba poder de burlarse de mí pero yo lo permitía por mis inseguridades. Luego mamá me metió a clases de natación y mi era como chico sumiso terminó, decidí cuidarme un poco más y sobre todo aumentar mi autoestima.
Le regresé cada una de las bromas que me hizo para que sintiera lo mínimo que yo sentí. Claro que no se dejó y también me la regresó, peleamos constantemente y no toleramos encontrarnos en el mismo lugar. No puedo decir que la odio pero sí que es el ser más despreciable sobre la tierra.