Comencemos con los cambios.
13 de Julio de 2019.
—Odio infinitamente empacar—dije aventando toda mi ropa a las cajas.
—Te dije que no lo dejaras para último momento—dijo Lia ayudándome a quitar cosas de mis muebles.
Mañana sería el día en que nos mudaríamos a la vieja casa de sus padres. Sé que llevamos planeando esto meses pero tuve que posponer el empacar mis cosas porque había estado ocupado buscando empleo, cosa que no logré pero estoy haciendo el intento, no me presionen.
El punto es que ahora Lia me está ayudando mientras me quejo cada que puedo, esa es la dinámica de casi todas mis responsabilidades, hago las cosas pero no puedo desaprovechar la oportunidad de quejarme en el proceso.
—¿En serio te gusta esta basura?—dijo Mía husmeando entre mis libros.
Mía es la mejor amiga de Lia y también es amiga mía puesto que los tres íbamos en el mismo curso de bachillerato; por eso siempre está por aquí fastidiando.
—Dame eso—le arrebaté la caja que me había encargado de ordenar perfectamente.
Mis libros son de las únicas pertenencias que cuido bien, por eso los acomodé de modo que no se maltrataran.
Algo que casi nadie sabe de mí es que disfruto de leer, me gustan mucho los libros, puedo leer cualquier cosa pero me inclino más por la ciencia ficción o suspenso, el único problema es que a la mayoría siempre los dejo a la mitad y los cambio en librerías de segunda mano para tener otros a cambio, son muy pocos los que conservo y vuelvo a releer. Y es que tengo un serio problema con lo rápido que pierdo el interés en algo.
Me aburren muchas cosas después de un tiempo, nunca termino series, películas o videojuegos, algunos libros son mi única excepción. Incluso pasar mucho tiempo con personas me llega a ser aburrido, por eso tengo un círculo de amigos muy reducido, el cual se basa en Lia, Mía y podría decir que Nataly. Hablo con alguno que otro compañero de la escuela y natación, solo que a ellos no los frecuento tanto.
—Mía, ¿solo viniste a vernos mover cajas o a ayudar?—dijo Lia.
—Oh, solo vine a verlos. No quería estar otro fin de semana en casa aburrida cuando sé que mueren por mi presencia aquí.
—¿No tienes más cosas que hacer?
—Hmm... no.
—Solo hay una persona que se muere por tu presencia y no está aquí—dije muy bajo pero aún así me alcanzó a escuchar.
Me aventó un cojín de mi cama. Tuve suerte de que era un cojín porque la vez pasada fue su zapato.
Ella se trae algo con mi hermano mayor, Luis desde hace algunos meses. Lia y yo hemos tratado de sacarles la verdad a ambos pero no lo hemos logrado así que nos rendimos y solo los fastidiamos cuando la ocasión lo amerita.
Sobre todo lo dejamos porque Mía da un poco de miedo y nos gritó sobre que no quería escuchar más del tema, no queremos ser víctimas de su odio.
—Ahora que recuerdo, ¿por qué no me pediste ayuda para llenar el carro de Ana de diamantina?
—Tuve que improvisar—dije tomando asiento, es hora de un descansito.
Mía comparte el mismo odio por Ana, tal vez en una escala menor pero si me ha ayudado en muchas bromas, sobre todo porque su mente retorcida es buena ideando eso.
—Tuvo que improvisar tanto que se fue a esconder al baño de niñas por miedo—Lia se burló tomando también un descanso.
—Fue una estrategia, así pude escuchar todo lo que planea ahora.
—¿En serio? ¿Qué es?
—Quiere que Bianca, su amiga, se acerque a mí.
—Uy, ¿para ilusionarte, dejarte y romperte el corazón?
Lo dijo con mucha emoción, como si no estuviéramos hablando de que alguien quisiera hacerme daño.
—Sí, algo así dijo.
—Claro que no sabe que se está metiendo con alguien muy inestable, vanidoso, promiscuo y con problemas de mal humor—la miré mal y Lia soltó una risa discreta—. Sin ofender, eh.
—Solo sé que es un pésimo plan.
—No lo sé, sabemos que es una maldita pero debo de admitir que es una maldita muy inteligente.
—¡Yo también soy inteligente!
—Meh, tus bromas bajaron de calidad.
—Lo de los brillos fue brillante... ¿Entendieron? Brillos, brillante...
—Y te atreves a decir que eres inteligente. Me falto agregar a la lista tu genial sentido del humor.
—Bueno, pero ahora voy un paso delante.
—Saber sus intenciones no es un paso delante, no haces nada y solo te quedas esperando a ver que hace. Eres presa fácil.
—No es como que no vaya a hacer algo, puedo poner a su amiga en su contra.
—Yo diría que dejen a esa chica en paz—Lia interrumpió nuestra conversación, hasta ahora había estado muy entretenida en su celular.
—En eso tienes razón, Iván—Mía ignoró a Lia—. Cuenta conmigo, suena atractivo cambiar de mejor amiga a Lia por Bianca.
—Te estás tardando.
Me levanté para seguir levantando todo, ahora Lia y Mía están en sus normales peleas de comentarios sarcásticos. Su relación es así, llena de diálogos de amor-odio pero todo es por diversión, en realidad se quieren. Creo.
—Me va a doler mucho dejar este balcón—dije cuando ya todo estaba empacado.
—A mí no, tengo malos recuerdos, lo odio.
La habitación de Lia está a lado de la mía y ambas tienen un balcón compartido. Era un gran lugar para hacerme de las mías.
—Adiós pequeño balcón, siempre serás mi rincón favorito de esta casa—dije exageradamente.
—Sobre todo porque era el lugar donde te escapabas y metías chicas cada que se te daba la gana—papá apareció detrás de nosotros.
—Como que huele a futuro muerto—Mía dijo burlándose.
—Creo que nos hablan en otro lado que no es aquí.
Huyeron de la escena. Cobardes.
—¿De qué hablas, papá?—jugar al cínico es la mejor carta en estos casos.