El Segundo Idiota.

Capítulo 4.

Vayamos a una fiesta.

 

19 de Julio de 2019.

 

 

Bianca.

—¿Me podrías decir por qué de la nada tengo agregado a Iván en Facebook?—dije entrando a la habitación de Ana.

No era necesario llamar a la puerta, con ella podía tomarme la libertad de entrar cuando sea. Siempre y cuando esté sola, no quiero traumas si la llegara a encontrar con los novios que luego tiene.

—Ah sí, el otro día tomé tu celular y lo agregué.

No me hizo mucho caso, estaba escribiéndose con alguien en el celular desde la silla de su escritorio. No tenía nada más que hacer así que fui hacía su cama y me acosté.

—Me invitó a una fiesta.

Había pensado no decirle nada, pero es Ana, se hubiera enterado de la fiesta y me hubiera obligado a ir. Además necesitaba hablar con alguien sobre esto.

—¿Quién?

—Iván.

Finalmente despegó la vista de su celular y me miró incrédula.

—Ves, te dije que él te hablaría primero.

—Y yo te dije que no iba a participar en esto.

—Hiciste un gran progreso, no puedes rendirte ahora.

—No hice nada.

Mi único esfuerzo fue entablar una conversación con él el otro día y no lo había hecho con la intención de ayudar a Ana.

—¿Cuándo es la fiesta?—me ignoró.

—Hoy, en su casa.

Se levantó de su lugar y caminó a su armario buscando ropa.

—Mándale un mensaje preguntándole la dirección.

—Pero tu ya sabes donde vive, además, no he dicho que voy a ir.

—Sí, pero es una excusa para hablarle. No te preocupes yo te llevaré y te recogeré.

Al parecer va a seguir ignorando mi negativa a ir.

—¿No irás conmigo?

—Eh, no. Ya tenía planes además de que no soy muy bienvenida ahí.

—No entiendo como yo fui invitada.

—Te dije que él fija su atención en cualquier chica bonita, tú tienes eso y encanto natural.

Llevamos años siendo compañeros de natación y nos veíamos en la escuela. Se me hace muy raro que de la nada me haya invitado a mí.

—Ana, sabes que haría lo que sea, pero esto es demasiado—dije después de que aventara tres vestidos a la cama.

—Solo llega hasta donde te sientas cómoda, ¿si? Esto solo me dará tiempo para pensar en otra cosa, es un pequeño favor. No te pediré nunca jamás otra cosa—me miró juntando ambas manos sobre su pecho y haciendo un puchero.

Tomé mi celular y rápidamente le escribí a Iván.

No puedo negarle la ayuda a Ana, ha hecho muchas cosas por mí y, aunque no sea para algo bueno, siempre que pueda estaré para ella. Admito que no es de las mejores personas que puedan haber pero es como mi hermana.

—Toma, te verás bien con esto—me extendió un vestido azul marino de tirantes y una chamarra de mezclilla clara.

—Tengo ropa.

—Sí, pero yo quiero prestarte—me dio una sonrisa inocente.

Odio no poderle decirle que no. 

(...)

—Pasaré por ti a las diez—dijo Ana desde el auto y se fue.

Caminé la cuadra faltante hacia la puerta de la casa donde se oía ya la música y gritos de adolescentes alcoholizados. No he ido a muchas fiestas a lo largo de mis dieciocho años, pero nunca he venido a una sola así que tengo un poco de miedo.

En serio que estaba a punto de irme pero ya era muy tarde para ser cobarde. Además, ¿qué haría de aquí a que Ana me recogiera? Estar sola en la calle no suena muy tentador.

—Bien, puedo hacer esto. Por Ana.

Tengo la mala costumbre de hablar sola.

Me adentré a la casa y traté de pasar entre todas las personas bailando. Solo estaba recorriendo el lugar tratando de perder el tiempo, algunos chicos se me acercaban a ofrecerme bebidas de extraña procedencia las cuales rechazaba y me iba rápidamente. No bebo alcohol y no me gustaría empezar a hacerlo ahora.

Seguí caminando por un rato más, iba pasando por lo que parecía la sala de estar cuando sentí que alguien me jaló del brazo dejándome a lado suyo.

—Yo estaba con ella—dijo el que me jaló.

Tuve muy pocos segundos para reaccionar, Iván estaba a lado mío, fue él quién me trajo a su lado y en frente de nosotros estaba una chica mirándome con una ceja levantada. Se veía de mal humor.

—Así es—fue lo único que se me ocurrió decir al ver que esperaban que hablara.

—¿Y qué haces con ella qué es tan importante como para dejarme sola?—la chica le reclamó.

—Es que le iba a decir donde estaba el baño.

O Iván está tratando de escapar de esta chica o quiere causarle celos, no lo sé, pero no debería de meterme en esto, lo mejor será que me vaya lentamente...

—¿Y no puede ir sola? ¿Te vas a perder en el camino o qué?

No me gustó el tono que usó. No la conozco y ya me cayó mal, si no me quiere aquí entonces no le daré el placer.

—Es que no conozco la casa, no quisiera entrar a un lugar que no es—me encogí de hombros.

Soy la mejor amiga de una chica que muchas veces puede ser cruel con las personas, no me dejo intimidar por nadie, ni siquiera por ella que me está mirando muy mal.

—Lo siento, Tania, te veré después—Iván le dijo y al fin se fue.

Los dos soltamos un suspiro.

—Gracias, me salvaste.

Y no sé porque lo hice. Me gustaría tener el contexto de todo esto pero creo que no pasará.

—En realidad—dije antes de que se fuera—, si necesito ayuda a encontrar el baño.

Prometí que trataría de ayudar a Ana y esta puede ser una buena oportunidad. He recorrido la casa, sé que solo hay un baño en este piso y si está ocupado entonces tal vez pueda ir a la parte de arriba donde probablemente esté su habitación y encontrar algo que Ana pueda usar.

Esa sería toda mi participación y estaré libre de todo esto.

—Sígueme.

Comenzó a caminar y fuimos al baño, para mi buena suerte estaba ocupado, decidí esperar un poco y al parecer él también a mi lado hasta que notamos que el que o los que estuvieran ahí adentro no saldrían en un buen tiempo.



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Editado: 28.01.2023

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