Conozcamos a la familia.
20 de Julio de 2019.
Desperté con una chica a lado mío, estaba totalmente dormida así que me levanté tratando de huir de la posible incómoda escena que se formaría cuando tratara de insinuarle que ya era hora de irse, así que es mejor que ella lo asuma sola. Tomé mi ropa y bajé a acostarme un rato en el sofá.
No recuerdo mucho de anoche después de que dejé a Bianca en la entrada, solo sé que regresé, evadí a Tania, tomé bastante alcohol, una chica me habló y... está bien, ya me acordé. Fue una buena noche.
Estaba tratando de conciliar el sueño cuando la puerta de la entrada se abrió, Lia entró muy enojada al ver todo el desastre que era la casa.
—Buenos días, primita—le sonreí.
—¿Hicieron una fiesta?
—Es muy descortés no regresarme los buenos días.
—Iván.
—Fue más como una reunión de conocidos.
—No sé por qué confié en ustedes—negó con la cabeza y subió las escaleras—. ¡Tenemos que dejar todo en orden antes de que lleguen nuestros padres!
Tenemos me suena a manada.
Bueno no, sí tenemos que hacerlo porque mis tíos y mis padres vendrán a supervisar todo y debemos de demostrar que podemos vivir solos. No es momento de evadir responsabilidades, después sí.
Me levanté y escombré un poco, pero el dolor de cabeza por tanto alcohol de anoche estaba empezando, así que decidí subir a tomar primero un baño y luego seguiría limpiando... o no.
Entré a mi habitación y la chica de ayer ya se estaba vistiendo.
—Gracias por todo—dijo recogiendo sus cosas y salió.
Adoro cuando las personas entienden que este tipo de cosas son solo espontáneas y no tratan de dar paso a algo más. No tenía mucho humor para lidiar con una chica que quisiera pasar el día conmigo y afortunadamente eso no pasó.
Con la chica fuera ahora sí podía proceder a bañarme.
(...)
Tal vez y solo tal vez me quedé dormido. Pero es que la ducha me había relajado y solo quería recostarme pero caí rendido, a pesar de que Lia me estaba gritando que bajara a limpiar. Sé que va a golpearme, pero al menos si limpié una parte.
No sabía ni que hora era pero la casa ya estaba en silencio. Bajé a la sala y mis dos hermanos estaban ahí, no me miraban muy felices pero realmente no me importó mucho.
Me robé las frituras de Jorge y me senté en el sofá, los dos seguían mirándome con el ceño fruncido.
—¿Y ahora qué les pasa?
—Tuvimos que escuchar el sermón de Lia por cuarenta minutos por tu culpa—Luis me aventó el cojín del sofá.
—¿Mi culpa?
—Tú hiciste la fiesta.
—Ustedes también estuvieron ahí y no los vi quejarse a la hora de que llegó el alcohol. Mucho menos a ti Luis, que misteriosamente desapareciste con Mía.
—Cállate—me aventó otro cojín.
—Ese no es el problema, nosotros aceptamos la responsabilidad de la fiesta y tú te fuiste a dormir—y otro cojín más.
Tal vez esas cosas desaparezcan en la noche.
—Por tontos.
Ambos me miraron con odio y sí, me aventaron otro cojín. ¿Por qué tenemos tantos?
—¡Dejen de aventarme co...—no había terminado la oración y Jorge ya me había aventado otro, solo que esta vez a la cara.
Ya estaba fastidiado así que tomé todos los cojines que pude y se los aventé, claro que él se enojó y se aventó contra mí. Caímos a lado del sillón a los pies de Luis y solo nos estaba mirando con diversión.
Jorge estaba tratando de quitarme de encima de él a base de empujones y yo solo le estaba pegando en la cara con uno de los cojines.
Me gustaría decir que esto no ha pasado antes pero todos sabemos que no es así.
—Quítate, parásito—me dijo en medio de los golpes.
—No, bicho.
—Si mamá viera esto los llevaría de vuelta a casa—Luis dijo tomando una foto con su teléfono.
Me estiré y se lo arrebaté así que tomó otro cojín y se unió a la pelea. Luis me golpeaba a mí en la espalda mientras yo seguía golpeando a Jorge y el pobrecito solo quería que nos quitáramos de encima.
De repente escuchamos el timbre de la casa y por fuera las voces de nuestros familiares. Luis se levantó de golpe y Jorge y yo acomodamos todos los cojines sentándonos como personas decentes en el sofá. Nada pasó aquí.
—¿Por qué hay tanto silencio?—mi tía pregunto observando todo.
—Lia está dormida y nosotros acabamos de bajar—dijo Jorge con una sonrisa inocente.
Nuestros tíos pasaron después de saludarnos y solo se escuchó como Lia bajó corriendo las escaleras para abrazarlos. Luego se apartó de ellos para ir a abrazar a su hermana, Abigail, que apenas iba cruzando la puerta acompañada de su novio.
Tenía más de medio año que Lia no veía a sus padres ni a su hermana así que les dimos un poco de espacio.
También Dylan, nuestro otro primo, había venido con ellos, solo que él había evitado a medio mundo para no ser parte de la afectiva reunión familiar. Me cae muy bien Dylan, sobre todo porque no habla mucho y no molesta como sus hermanas.
Después de que Lia acosara a su hermano obligándolo prácticamente a que la abrazara, nos fuimos a la sala mientras nuestros tíos iban a la cocina a hacer una inspección rápida de la vivienda, sobre todo porque la casa es de ellos y sus dos hijas vivirán aquí, espero que no encuentren nada malo.
—Pensé que ya habías dejado atrás a este mequetrefe—Jorge dijo señalando a Daniel, el novio de Abigail y ella le dio un zape—. ¡Tía, Abigail me golpeó!
Ya conocemos al novio de Abi, convivimos con él un poco en navidad y, aunque odiemos la idea de que nuestras primas casi hermanas salgan con chicos, debo de admitir que al menos yo ya lo acepté. No se ve tan mal chico y no es como que Abi no supiera defenderse sola, de hecho temo más por él que por ella.