Hagamos el trabajo.
12 de Agosto de 2019.
No sé en qué momento se me ocurrió que trabajar con niños era una buena idea.
Era mi primer día de trabajo y ya me había mareado de ver a tanto niño correr haciendo calentamiento. Aunque debo de agradecer que a mí no me tocó esa parte.
Bianca estaba dejándoles series de ejercicios para calentar y como tenían mucha energía los mocosos lo hacían sin quejarse. Ella se veía muy feliz y los niños también, yo quería mandarlos a callar para tener paz mental.
Ella traía una coleta alta y un pans holgado negro, debajo el traje de baño en caso de tener que entrar con un niño para enseñarle. Se ve bien, y es lo único que diré.
—Lo que uno hace por amor—Nataly apareció de la nada atrás de mí.
Cuando nuestro entrenamiento termina es cuando los niños entran, por lo tanto Nataly iba saliendo de los vestidores.
—Necesitaba un empleo.
—Y qué curioso que tu compañera sea la rubia bonita.
—Ella es la que me sigue a mí.
Y la que curiosamente se ha acercado a mí en estos últimos días... sospechoso.
—Claro, ¿sabes? Si quieres ayuda podríamos hacer un trío, ya sabes que las chicas también me...
—¿Qué es un trío?—un niño preguntó, no me había dado cuenta de que el calentamiento ya había terminado y había varios niños pasando a lado de nosotros.
—Te lo diré diez años más tarde—Nataly le revolvió el cabello y el niño se fue aún más confundido.
—Deja de corromper a mis mini bestias.
—No les digas bestias.
—Les dije mini. Es como de cariño.
—Como sea, me saludas a Bia, nos vemos mañana—al fin se fue.
Todos los niños ya estaban en los vestidores alistándose para entrar a la alberca, yo me acerqué a Bianca que estaba muy entretenida anotando algo en la pizarra, al parecer les estaba haciendo dibujos sobre los diferentes estilos de nado.
—Si sabes que la mayoría probablemente no sabe leer, ¿verdad?
—¿Cuántos años crees que tienen?—me miró incrédula.
—Yo que sé, poquitos.
Rodó los ojos divertida y siguió haciendo anotaciones en su pizarra mientras esperábamos a los niños.
Poco a poco los niños fueron saliendo de los vestidores y algunos se adentraban a la alberca con clavados, claro que los regañé por eso y los muy tontos me ignoraban.
Ah pero claro, Bia les daba una orden y obedecían. Odio a los niños.
Estábamos a punto de comenzar la clase cuando el entrenador Gil llegó y le regaló una barra de cereal a Bianca. Yo también quería una.
—¿Qué harás saliendo de clase, Bia?—le preguntó y como no me gustaría ver escenas patéticas de parejitas decidí interrumpir.
—¿No que sólo íbamos a estar los dos?
—No se preocupen, solo voy a supervisarlos para ver que todo esté en orden—sonrió, y debo de decir que solo le sonrió a ella.
¿Eso significa tenerlo aquí toda la clase? No me gusta eso, sobre todo porque sé que solo estará mirando a Bianca todo el tiempo a falta de más chicas de nuestra edad por aquí.
No quise ver más su mísero intento de coqueteo y fui a los carriles que me tocaban, Bia y yo nos habíamos repartido a los niños equitativamente, ella iba a empezar con los novatos y yo con los más avanzados.
Todo eso se decidió a que tiene más paciencia que yo como para enseñarle a los niños, yo solo me encargaré de supervisar a los que ya saben.
—Escuchen, mocosos, más les vale que sepan hacer cada uno de los estilos o los regreso de carril—me puse de cuclillas para que me pudieran escuchar.
—¿Y tú qué?—preguntó un niño y los demás se rieron.
—Yo soy su nuevo entrenador, Iván.
—Creí que nos tocaría con la bonita—otro niño se quejó mirando a Bianca.
Yo también soy bonito.
Fijé mi atención en ella, ya no estaba con el tonto de Gil, estaba hablando con los niños también en cuclillas, claro que él le estaba mirando descaradamente el culo.
—Creyeron mal, ahora, ¿vamos a empezar o tengo que seguir escuchando sus quejas?
—Si tú eres el que solo está mirando a la entrenadora bonita—el primer niño se burló.
—Para ustedes no es "la entrenadora bonita" solo es la entrenadora. Y hagan cuatro vueltas de crol antes de que me arrepienta y les deje más.
—Me cae mejor la entrenadora bonita—el segundo niño dijo y pretendí no escucharlo.
No creo que sea un trabajo muy agradable pero peor es no tener uno.
(...)
La práctica había terminado e iba saliendo ya cambiado y bañado con mi mochila en mano cuando me topé a Bianca saliendo de los vestidores. El olor a coco se hizo más presente, entonces supongo que si proviene de su shampoo.
—¿Cómo te fue?—preguntó mientras caminábamos.
—Odio a los niños.
—No son tan malos.
—¡Adiós entrenadora!—el niño uno y el niño dos pasaron corriendo a lado de nosotros despidiéndose de Bianca.
A mí me sacaron la lengua al menos tres veces durante el entrenamiento, pretendí no darme cuenta, pero al menos se hubieran despedido los muy p...
—Míralos, son adorables—Bia los miró con ilusión.
—Mi hermano de 18 es más adorable que esa cosa.
Nos quedamos a lado de las puertas de los vestidores esperando a que todos salieran. Como somos los últimos en entrenar tenemos que asegurarnos de que vengan por todos los niños, ellos son muy tardados cambiándose ya que se quedan jugando en los vestidores así que ya me mentalicé a que no me iré pronto de aquí.
No hablamos de mucho en lo que esperábamos, de hecho estaba ansioso de que ella comenzara a hablarme de lo que sea como últimamente, pero al parecer hoy no tenía interés.
Iba a decirle algo cuando vi como Gil se nos acercaba.
Y yo que creí que ya me había librado de ese tonto.