Vamos a interrogar.
26 de Agosto de 2019.
Bianca.
—Sigo insistiendo en saber quien es ese chico—dijo Leo desde mi cama mientras trataba de hacer mi tarea.
—Y yo sigo insistiendo en no decirte.
—¿De qué chico hablan?—Ana apareció en mi habitación y se sentó a lado de Leo.
Hubiera sido lindo que llamara a la puerta para poder cambiar de tema sabiendo que era ella, pero Ana hace lo que quiere.
Tenía que apurarme a terminar esto antes de ir al entrenamiento u otra vez me atrasaría con la entrega de mis tareas. No tengo las notas perfectas así que quiero subirlas más para poder tener notas no tan altas en los exámenes, ya que en eso siempre me va mal.
—Bia estaba a punto de intercambiar saliva con un sujeto—Leo me seguía mirando con los ojos entrecerrados.
—¿Qué sujeto?
Demonios, demonios, demonios.
Por obvias razones Ana no puede saber que se trata de Iván, porque o saca ventaja de eso, o hará que deje de hablarle y honestamente no quiero a pesar de que eso haya hecho en la última semana.
Fue algo muy inmaduro de mi parte el tratar de evitarlo pero era por una buena causa. Por un lado estaba disfrutando de su compañía, más de lo que debería, y por el otro, creo que él hacía lo mismo. Agregando también que eso es lo que Ana quería que hiciera y no quiero que se meta en esto.
No soy tonta, pude fijarme en las miradas que me dirigía y ese día que apareció misteriosamente en mi escuela, supe que iba a invitarme a salir. A lo mejor no con la intención de una cita pero me asusté y retrocedí, traté de evitarlo pero él me buscaba y aunque era un poco desesperante a veces, en secreto me gustaba que lo hiciera.
Hasta que se le cruzó la primera chica bonita por el camino y coqueteó con ella en mi cara. En serio que fue desesperante escuchar a Alexia hablar sobre el lindo chico que había conocido en el restaurante y el como le había dado su número sin mayor problema y bla, bla, bla. Incluso creo habían hablado por mensajes un par de veces.
No sé porque me sorprendió si ya sabía como era Iván.
Pero bueno, el principal motivo por el que me alejé es porque el plan de Ana se me estaba burlando justo en la cara. Todo podía salir a la perfección si hubiera querido ayudarla porque no se me hizo complicado acercarme a Iván y él realmente me ha contado cosas de su vida, solo que no quiero compartirlo con Ana para que lo use en su contra. No quiero que ella sepa de nuestra amistad o lo que sea, porque sé que me pedirá que lo dañe y no puedo hacerlo, no cuando en realidad me agrada.
—¿Qué sujeto?—Ana repitió cuando ninguno contestó.
Al parecer ambos habían esperado por mis respuesta y yo me había quedado sumida en mis pensamientos así que Leo habló por mí.
—Yo que sé, un tipo de natación.
—¿Por fin le hablaste a Brandon?
—Algo así... sí, creo...
Mentirle a Ana nunca me sale muy bien, pero creo que no lo notó. Aunque Brandon no sabe de mi existencia creo que es una buena coartada. Así que prácticamente les inventé que "Brandon" me había hecho compañía en lo que alguien llegaba por mí, quien en ese caso fue Leo que no me avisó que él iría. Era una suerte que Leo no se acordara de su nombre.
—¿Y por qué estaban tan cerca?—se cruzó de brazos.
—¿En serio quieres que te diga?
Espero que diga que no porque no quiero volver a repetir esa imagen en mi cabeza. Ya me torturó bastante toda la noche de ayer.
—¡No! Lo voy a borrar de mi memoria y pretenderé que ese momento nunca pasó.
—Yo si quiero saber, con detalles por favor—Ana sonrió esperando la historia.
Estaba a punto de hacerlo, solo por darme el placer de revivir el momento, pero era suficiente de eso.
—Mejor déjenme hacer mi tarea.
(...)
Iba llegando a los vestidores de la alberca cuando vi a Iván abriendo su mochila y sacando de ella montones de papeles y tirándolos al bote de basura.
Pretendía acercarme y preguntar pero por mucho que me gustaría creo que lo mejor es no hacerlo, así que solo pasé a lado de él pretendiendo que no lo vi.
Pero creo que el tenía una idea muy diferente porque en cuanto me vio me habló.
—Bianca—se cruzó de brazos con su mochila en la mano.
—¿Qué?
Parecía enojado, casi como el día que Ana le jugó la broma del cabello.
—¿Qué es esto?—me extendió varias hojas cafés.
—¿Polillas de papel?
Tomé una y las empecé a ver. Eran de papel pero la calidad de impresión era buena.
Quisiera preguntar que porque tenía un montón de esas en su mochila pero ya me imagino el por qué. Tal vez esa razón tenía que ver con que Ana no saliera de su habitación en todo el fin de semana y que ayer tuviera una sonrisa triunfante todo el día.
Iván solo me miraba con el ceño fruncido.
—Antes de que empieces a culparme sin tener pruebas, no, no le ayudé y a diferencia de la vez pasada en esta ocasión no sabía que iba a hacer algo—dije defendiéndome.
No dijo nada, solo rodó los ojos, me tomó de la muñeca y me guió al almacén.
—¿Qué hacemos aquí?—pregunté buscando el interruptor de la luz, estaba muy oscuro aquí.
—Esperaremos a que quieras confesar—se recargó en la puerta.
No podría salir al menos que se quitara y no soy muy buena derribando a las personas aunque quisiera.
—No tengo nada que confesar.
—¿Segura, Bianca?
—Completamente.
—¿Entonces por qué Ana metió polillas a mi habitación y polillas de papel a todas mis cosas incluyendo mi casilla del vestidor?
—Tal vez porque siempre se andan haciendo bromas el uno al otro...
—Y qué curiosidad que se haya enterado de mi miedo por las polillas justo un día después de que te conté, ¿no?